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Daenerys

Maratón 2/?

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La repentina boda del príncipe Aegon y Lady Rhaena sorprendió a todos los que esperaban que la joven decidiera sobre el hermano menor del príncipe, el joven príncipe Aemond, o su sobrino, el príncipe Lucerys.

Las personas murmuraban en los pasillos que quizás el príncipe la obligó o mal influenció, o que quizás la secuestró sin más, pero estaba lejos de la realidad.

—Este juego del gato y el ratón me está disgustando.—Dijo la joven mientras cerraba la puerta de sus aposentos.

—No puedo dañar a Aemond o a Lucerys de forma tan... severa.

—Aegon, te entendí porque tenía quince días y tú... una veintena, pero... ahora soy una mujer y te deseo como mi esposo.

—Serás mi esposa pronto, mi mujer.—Dijo aspirando el aroma desde su cuello.—Lo juro.

—Lo juras tanto que he dejado de creer en tus promesas.—Dijo la joven separándose de su toque.— Quiero que me tomes como tu esposa ya.

—Hablaré con el Rey mañana mis...

—No.—Dijo Rhaena tomando su rostro para que pudiera verla mejor.—Vayamos a Dragonston, donde nuestros antepasados se unieron...

—¿Ahora, Rhae?—Dijo sorprendido.—Es una locura.

—Solo quiero estar contigo.—Dijo la joven con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Lo haces por ellos? ¿Por qué dicen quererme?

—Están enamorados de ti y ni siquiera soy capaz de culparlos.

—Pues yo te amo a ti, dime ¿Qué es más importante para ti?

Aegon tomó su cintura hasta acercarla a su cuerpo.

—Te amo, Rhaena, te amo tanto que... duele negarme a ti.

—Soy tuya y tú eres mío.—Dijo la joven de diecisiete lunas mientras recargaba su cabeza contra su pecho.—No tendríamos razón para negarnos...

— Aemond y Luke...

—¿Podrías dejar de ponerlos como excusa?—Dijo separándose.—¿Por qué simplemente no me dices que te interesa otra o que no me amas y dejas de poner como excusa que otros me quieren?

—Son mi familia, Rhaena.

—¡Pues entonces no te quiero más cerca mío! ¡Aceptaré la maldita propuesta de cualquiera de ellos y lo desposaré!—Dijo con brusquedad.— ¡Le daré todos los hijos que quieran y...!

Aegon detuvo sus gritos sosteniéndola con brusquedas por las mejillas, sus ojos parecían dos cuencas llenas de oscuridad cuando Rhaena lo miró.

—Tú eres mía, no llevarás los hijos de nadie más que los míos.

—Si ellos te aman al menos la mitad de lo que tú los amas a ellos entenderán...—Murmuró Rhaena con la respiración agitada.