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Los Dragones en el Valle

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Daenys suspiró cuando, durante el viaje, el huevo de Aemond hizo eclosión.

Viserys había intentado una y otra vez detener el viaje, incluso llegó a amenazar con seguirla con Vermithor pero nada detuvo a la Reina.

Ni a los príncipes.

Maegor, Aegor y Aegon, comandados por Rhaenyra y Daemon, se habían negado a recibir los besos de buenas noches de su padre y a ser alimentados por él.

En sus palabras, su padre era un "Traidor".

Y aunque Daenys quería evitar aquellos conflictos entre sus hijos y Viserys, no pudo evitar que pronto todos estuvieran listos y dispuesto a partir.

Aún cuando era un viaje agotador de dos semanas, porque, claramente, no podía viajar en dragón, aún cuando contaba con la ayuda de varios jinetes de dragón, ella misma no podía volar.

Luego de la escena montada por Alicent Hightower, la Reina había tenido que correr a sus aposentos debido a algo inusual.

Sangre.

Su cuerpo luchaba con mantener a su hijo en su cálido vientre, y por primera vez luego de cuatro embarazos ella tuvo miedo.

Viserys, se mantuvo fuera haciendo intentos  de entrar a sus aposentos y explicarse, aunque finalmente fue prohibido por los Maestres que velaban por la salud de la reina.

Aún así, ella nunca mencionó al rey que estaba en cinta.

No cuando parecía no interesarle su honor al engendrar un hijo a esa mujer.

Ella había confiado en él aún cuando él no confío en ella en el pasado y le estaba pagando con la misma moneda, nuevamente.

El viaje, esperado para catorce días, llevaba dieciséis y aún les faltaba poco más de la mitad.

Los niños no paraban de pedir detenerse, gritar por jugar o, simplemente, rogarle a su madre observar de cerca los animales que pastaban en las orillas del camino.

Todo lo que veían era nuevo a sus ojos, Daenys se divertía con sus reacciones, ellos tenían pequeños dragones que dormían a sus lados o sobre ellos pero era fascinante ver vacas pastando.

Daenys estaba cansada y el único alivio que tenía era la presencia de Ser Harwin, Lady Mary, el maestre Allen, y en especial, Rhaenyra y Daemon.

Mientras ella descansaba en la orilla del camino con una mano en su vientre, acompañada de Rhaenyra, los demás jugaban enseñándoles a montar a los pequeños cuatro niños, mientras Aemond dormitaba en el carruaje.

—Madre.—Dijo Rhaenyra mientras le daba una pequeña mordida a la fresa en su mano.

—Dime, mi dulce niña.—Dijo estirando su mano para tomar la suya.

—Yo...

—¿Qué sucede, mi niña?

—Estoy en cinta.

Daenys no pudo evitar sonreir.

—Lo sé, felicidades, mi princesa.

Daenys la envolvió entre sus brazos con una gran sonrisa.

—¿Cómo que lo sabes?

—¿Cuándo habías visto a Daemon vomitar? —Dijo divertida.—¡O rechazar comida!