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Carlos vió que el edificio de Charles estaba en llamas y tuvo que agarrarse al volante con las dos manos, sintiendo que se le paraba el corazón. Había coches de policía, ambulancias, bomberos... el olor a humo era insoportable y las llamas hacían que el cielo pareciese de color naranja.

Aterrado, bajó del coche y saltó la cinta policial.

-¡Oiga, no puede pasar! -le gritó un policía.

Pero Carlos no le hizo caso. Solo podía pensar en Charles...

«No, otra vez no».
«Cualquier cosa menos esto».

No podía perderlo, pensaba, intentando controlar un sollozo. Estaba a punto de llegar a la puerta cuando alguien se lanzó sobre él, tirándolo al suelo.

-¿Está loco? -¡Apártese! -gritó Carlos-. ¡Tengo que salvarlo!, tengo que sacarlo de ahí!.

-El edificio está en llamas. ¿Es que no se da cuenta?

-Pero tengo que sacarlo de ahí...

-Los bomberos están intentando sacar a todo el mundo. Deje que hagan su trabajo -dijo el policía-. Lo último que necesitan es tener que salvar a un idiota que decide meterse entre las llamas.

-Suélteme -insistió Carlos-. Tengo que saber si está bien. ¿Ha salido todo el mundo? El policía se apartó, sujetándolo del brazo.

-No se mueva o tendré que esposarlo. ¿A quién está buscando?.

Carlos levantó las manos en señal de rendición, pero tenía el corazón acelerado. El destino estaba dándole un nuevo golpe, uno del que tal vez no se recuperaría nunca.

Pero no, aquello no era cosa del destino. Él podría haberlo evitado... si hubiera escuchado a Charles unas horas antes, si hubiera estado dispuesto a aprovechar la oportunidad que le ofrecía.

-Charles... Charles Leclerc-respondió por fin, señalando el apartamento con manos temblorosas-. Está embarazado. Por favor, ¿puede preguntar si lo han encontrado?

-Quédese aquí, vuelvo enseguida -dijo
el policía.

Carlos lo vió acercarse a un grupo de bomberos y tuvo que esperar con el corazón encogido, sintiendo que le fallaban las fuerzas.

El paramédico que estaba a su lado pareció apiadarse de él.

-Seguramente ya lo habrán llevado al hospital -le dijo-. Si estaba en casa, seguro que lo han sacado.

El policía volvió en ese momento.

-Se lo han llevado al hospital hace media hora. Fue uno de los primeros en salir y dicen que estaba consciente y no había sufrido quemaduras. No sé nada más.

El alivio fue tal que se le doblaron las rodillas.

-Tranquilo, amigo. ¿Quiere sentarse?

-No, no, tengo que irme... ¿a qué hospital lo han llevado?

El policía se lo dijo y Carlos volvió a su coche, respirando profundamente antes de arrancar con manos temblorosas.

Tenía que calmarse, pensó, mientras conducía a toda velocidad. Tenía que ver a Charles. Tenía que saber que estaba bien. Tenía que abrazarlo una vez más y decirle todo lo que guardaba en su corazón. Todo lo que había sido tan tonto y tan cabezota como para no decirle antes. Solo esperaba que él quisiera escucharlo.

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Charles estaba en el hospital, con enfermeras entrando y saliendo continuamente de la habitación. El médico le dijo que su bebé estaba bien. Había respirado un poco de humo, pero no el suficiente como para dañar al niño.

Deshecho [Charlos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora