Charles abrió los ojos poco a poco, pero sólo podía ver una nube blanca. Sentía como si lo hubiese atropellado un camión, pero… ah, qué sensación tan maravillosa.
Tardó un momento en darse cuenta de que tenía la cara enterrada en la almohada y se incorporó con gesto impaciente para mirar alrededor. Estaba solo en la habitación, su ropa cuidadosamente doblada a los pies de la cama; un sutil recordatorio de que debía marcharse en cuanto despertase.
Charles arrugó la nariz. Carlos no se había quedado para decirle adiós y nada indicaba que había pasado la noche con él porque su lado de la cama estaba frío. No quedaba ninguna señal de que hubieran pasado la noche revolviendo las lujosas sábanas.
Suspirando, se cubrió con el embozo de la sábana y tuvo que sonreír al pensar que estaba siendo ridículamente pudoroso.
Pero Carlos lo había dejado bien claro: no quería encuentros matutinos.Charles dejó escapar un suspiro, sintiendo un cosquilleo al recordar lo que había pasado por la noche. Sentía la tentación de darse una ducha porque su último intento había sido interrumpido por Carlos, pero él quería que se fuera por la mañana y el doncel no tenía intención de quedarse.
Eran las nueve, comprobó, mirando su reloj. Debería haberse marchado mucho antes, pero no había logrado dormir hasta el amanecer. Cuando se levantó de la cama todos sus músculos protestaron. En realidad, le dolían músculos que nunca antes había usado. Después de vestirse, entró en el cuarto de baño para intentar hacer algo con su pelo. Aunque no tenía que impresionar a nadie y el coche lo dejaría en su apartamento.
Después de desenredarse un poco el pelo, se puso las gafas de sol. Respirando profundamente, salió del dormitorio y se asomó a la escalera. No sabía si Carlos estaba en casa, pero lo último que deseaba era encontrárselo, de modo que bajó de puntillas… y cuando llegó al vestíbulo se encontró con un hombre alto y serio de entre cuarenta y sesenta años.
-Joven Leclerc, el coche está esperando.
–Ah, lo siento. ¿Lleva mucho tiempo esperando?. El hombre sonrió.
–No, en absoluto. Venga, lo acompaño.
Charles dió un paso adelante… y se detuvo bruscamente al recordar que había olvidado su abrigo. Pero cuando se volvió, el hombre tenía el abrigo en la mano.
–¿Me permite?
–Gracias.
Carlos le había dicho que hacía tiempo que no tenía relaciones, pero Charles tenía la impresión de que no era el primer doncel que pasaba por allí. El mayordomo, o lo que fuera, parecía tener los movimientos bien ensayados.
Cuando abrió la puerta se quedó sorprendido.
–¡Ha nevado! –Desde luego que sí. Al menos diez centímetros según las
noticias.El hombre le ofreció su brazo y lo aceptó para bajar los escalones. Seguía llevando los zapatos que había llevado por la noche y, aunque eran muy elegantes, no eran apropiados para la nieve.
El mayordomo abrió la puerta del coche negro que lo esperaba y se despidió con una sonrisa.
–Que tenga un buen viaje, joven.
–Gracias –dijo él.
El conductor arrancó y Charles se volvió para mirar la casa a la luz del día.
Era una construcción grande, pero no daba miedo como había pensado por la noche. Se parecía a las demás mansiones de la zona. La propiedad estaba rodeada de altos muros y debía ser muy grande porque no veía ninguna otra casa.
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Deshecho [Charlos]
FanfictionLos uniría aquel embarazo? ¿Solo una noche? Sí, seguro. Charles Leclerc debería haber sabido que no sería así. Cuando una noche de pasión con Carlos Sainz desembocó en un embarazo no planeado, Charles se encontró en un atolladero. Sabía que el enig...