Capítulo 11 🌸

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La mañana del día siguiente transcurrió como cualquier otra. Me levanté temprano, todavía sintiéndome un poco somnolienta pero lista para enfrentar el día que me esperaba. Me cambié rápidamente y bajé las escaleras hacia la cocina, con la esperanza de disfrutar de un desayuno tranquilo antes de dirigirme a la escuela.

Sin embargo, el destino tenía otros planes para mí esa mañana. Mientras descendía las escaleras con paso seguro, mis pies tropezaron con algo en el camino, enviándome tambaleándome hacia adelante. Un grito de sorpresa escapó de mis labios mientras luchaba por mantener el equilibrio, pero era demasiado tarde.

El sonido de la mesa moverse y objetos de metal chocando contra el suelo resonó en la cocina cuando me estrellé contra el suelo, sintiendo el dolor agudo de la caída, una taza muy importante para mi padre estaba en dirección al suelo, mis ojos se abrieron de par en par mientras miraba hacia abajo, temiendo lo peor.

Pero entonces, algo extraño sucedió. Mientras miraba fijamente la taza de cristal que había caído de mi mano, parecía que el tiempo se detenía por un momento. La taza, que había estado cayendo hacia el suelo con un destino inevitable, se quedó suspendida en el aire, como si desafiara la gravedad misma.

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras observaba con asombro cómo la taza se mantenía en el aire, girando lentamente como si estuviera atrapada en un sueño. Por un instante, me sentí atrapada en un mundo de magia y misterio, preguntándome si lo que veía era real o simplemente producto de mi imaginación.

Y entonces, como si el hechizo se hubiera roto, la taza cayó al suelo una vez más, pero esta vez lo hizo con una suavidad inesperada. En lugar de estrellarse en mil pedazos, la taza aterrizó en el suelo con un suave susurro, apenas haciendo ruido al impactar.

Mis manos temblaban mientras me levantaba del suelo, incapaz de entender lo que acababa de presenciar. ¿Cómo era posible que la taza se hubiera detenido en el aire y luego cayera tan suavemente al suelo? ¿Había sido solo una ilusión, o había algo más en juego aquí?

Con el corazón todavía latiendo con fuerza en mi pecho, me arrodillé en el suelo y recogí la taza con cuidado. A pesar del susto, no parecía estar rota ni dañada de ninguna manera. Miré fijamente el cristal, preguntándome qué podría haber causado su extraño comportamiento.

Sin respuestas a mis preguntas, me levanté del suelo y guardé la taza con cuidado en el armario, decidida a no pensar más en el extraño incidente. 

Justo cuando terminaba de guardar la taza en el armario, escuché el timbre de la puerta sonar, anunciando la llegada de Emma. Con un suspiro de alivio, me apresuré a abrir la puerta, encontrándome con la sonrisa brillante y la energía contagiosa de mi amiga de toda la vida.

—¡Buenos días, Amara! ¿Estás lista para conquistar otro día en la escuela? —exclamó Emma con entusiasmo, su voz llena de optimismo y energía.

Asentí con una sonrisa, aunque mi mente aún estaba aturdida por el extraño incidente con la taza. Mientras cerraba la puerta detrás de mí, sentí que una nube de preocupación se cernía sobre mí, impidiéndome concentrarme en las palabras animadas de Emma.

Emma notó mi distracción de inmediato, su expresión cambiando de una alegría despreocupada a una preocupación genuina.

—¿Estás bien, Amara? —preguntó con voz suave, colocando una mano reconfortante en mi hombro—. Parece que estás en otro mundo.

Sacudí la cabeza, tratando de despejar mis pensamientos mientras me esforzaba por recuperar mi compostura.

—Lo siento, Emma. Estaba perdida en mis pensamientos —respondí con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mi turbación detrás de una máscara de normalidad.

Emma me miró con atención, sus ojos oscuros buscando los míos en busca de respuestas. Sabía que no podía ocultarle nada a mi amiga de toda la vida, pero aún así vacilaba en compartir mis preocupaciones con ella.

—¿Estás segura de que estás bien, Amara? —insistió Emma, su voz llena de preocupación

El peso de sus palabras resonó en mi pecho, recordándome que no estaba sola en este mundo y que siempre podía confiar en Emma para estar a mi lado en los buenos y malos momentos.

Con un suspiro resignado, decidí compartir mis preocupaciones con ella, sabiendo que no podía seguir ocultando la verdad por mucho más tiempo.

—Hubo algo extraño que ocurrió esta mañana en la cocina —empecé, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que había sucedido.

Y así, mientras caminábamos juntas hacia la escuela, compartí con Emma los detalles del extraño incidente con la taza de cristal y mi confusión sobre lo que podría significar. A medida que hablaba, sentí un peso levantarse de mis hombros, aliviada de poder compartir mis preocupaciones con alguien que siempre había estado a mi lado.

Luna de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora