Me quedé paralizada frente a la puerta, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Nunca esperé encontrarme con Arthur en mi casa, mucho menos tan temprano en la mañana. Abrió la puerta y allí estaba él, con una expresión seria pero determinada en su rostro.
—Buenos días, Amara —saludó Arthur, con una sonrisa nerviosa en los labios—. Espero no haberte despertado.
—No, para nada —respondí, tratando de ocultar mi sorpresa bajo una máscara de calma—. ¿Qué haces aquí?
—Quería hablar contigo —dijo Arthur, desviando la mirada por un momento antes de volver a encontrarse con la mía—. ¿Puedo pasar?
Asentí con la cabeza, todavía sin comprender del todo por qué Arthur había venido a mi casa tan temprano en la mañana. No podía evitar sentirme un poco nerviosa ante la perspectiva de estar a solas con él, pero al mismo tiempo, algo en su expresión me decía que esta conversación era importante.
Arthur entró en la casa y cerré la puerta detrás de él, sintiendo el peso de su presencia a mi lado mientras nos dirigíamos hacia la cocina. Papá estaba allí, preparando el desayuno con su habitual energía matutina.
—Buenos días, Amara. ¿Quién es tu amigo? —preguntó papá, con una sonrisa amable en el rostro.—Hola, señor —saludó Arthur, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto de cortesía—. Soy Arthur, un amigo de Amara.
Papá asintió con una sonrisa, aparentemente satisfecha con la respuesta de Arthur, y siguió con lo suyo. Me sentí aliviada de que no hiciera más preguntas, aunque una pequeña parte de mí se preguntaba qué pensará mi padre de la presencia de Arthur en nuestra casa.
Nos sentamos a desayunar en relativo silencio, con solo el sonido suave de los cubiertos golpeando los platos rompiendo la tranquilidad. No sabía por dónde empezar, qué decirle a Arthur o qué esperar de esta conversación improvisada.
Finalmente, Arthur rompió el silencio, mirándome directamente a los ojos con una expresión seria en su rostro.
—Amara, sé que las cosas han sido difíciles entre nosotros últimamente, y quería disculparme por mi comportamiento en la fiesta de tu cumpleaños. No fue justo para ti y quiero que sepas que lo siento mucho.
Me quedé sin palabras por un momento, sorprendida por la sinceridad en su voz y la honestidad en su mirada. Nunca esperé que Arthur viniera a mi casa para disculparse, y mucho menos que lo hiciera de una manera tan directa y sincera.
—Gracias, Arthur —respondí, luchando por encontrar las palabras adecuadas—. Aprecio que hayas venido a disculparte. Significa mucho para mí.
Él asintió con la cabeza, con una pequeña sonrisa en los labios.
—Quiero que sepas que no quiero que las cosas sigan siendo así entre nosotros. Me importas mucho, Amara, y no quiero perderte por algo tan trivial como una pelea tonta.
Su confesión me tomó por sorpresa, dejándome sin aliento por un momento mientras procesaba sus palabras. ¿Arthur realmente se preocupaba por mí? ¿Estaba dispuesto a dejar de lado nuestras diferencias por el bien de nuestra amistad?
Antes de que pudiera responder, papá interrumpió la conversación con una sonrisa amable en el rostro.—¿Arthur, te gustaría quedarte a desayunar con nosotros? Tenemos suficiente comida para todos.
Arthur miró a papá con gratitud en los ojos, agradecido por su hospitalidad.—Eso sería genial, señor. Gracias.
Mientras continuábamos desayunando juntos, la tensión en el aire comenzó a disiparse lentamente, reemplazada por una sensación de calma y camaradería. Aunque las cosas entre Arthur y yo todavía eran complicadas, su visita a mi casa esa mañana había marcado un punto de inflexión en nuestra relación, uno que esperaba que pudiera llevarnos a un lugar de entendimiento y perdón mutuo.
Después del desayuno, nos despedimos de papá y salimos de la casa juntos, listos para enfrentar el día en la escuela. Aunque todavía había muchas preguntas sin respuesta entre nosotros, sabía que estábamos dando un paso en la dirección correcta, uno que esperaba que nos llevara a una amistad más fuerte y duradera en el futuro.
El aire fresco llevo una promesa de claridad tras la conversación sorprendentemente abierta con Arthur. Sin embargo, a pesar del nuevo entendimiento, sentí una corriente de inquietud que no se disipaba, como si una sombra siguiera acechando los bordes de mi conciencia.
Caminamos en silencio por un momento, cada uno perdido en sus pensamientos, hasta que llegamos a la curva que llevaba hacia la calle principal. Fue entonces cuando lo noté: la figura oscura detrás del mismo árbol donde la había visto por primera vez el día de mi cumpleaños. La mujer misteriosa estaba allí, parada, como si nos esperara.
Sentí cómo Arthur se tensaba a mi lado. Él también la había visto.
—Amara, ¿quién es esa? —preguntó con un tono de voz bajo, casi un susurro, mientras su mirada se fijaba en la figura detrás del árbol.
—No lo sé —contesté, mi voz temblorosa—. La he visto antes... el día de mi cumpleaños. Me asusta.
No me moví, paralizada por el miedo y la sorpresa. La mujer dio un paso hacia adelante, saliendo parcialmente de la sombra del árbol, permitiéndonos ver su rostro. Era delgada, con facciones angulosas y severas que no disimulaban su intensidad. A pesar de la distancia, sus ojos parecían penetrar los míos, eran de color ámbar, un color muy claro y intenso , enviando un escalofrío a través de mi columna vertebral, sus ojos eran del mismo color que los míos, solo que los míos eran mucho mas oscuros.
—¿Qué quiere de nosotros? —la voz de Arthur era tensa, protectora.
La mujer no respondió de inmediato. En lugar de eso, nos observó durante un largo y tenso momento antes de dar un paso más hacia nosotros. Justo cuando pensé que iba a hablar, un auto pasó rugiendo por la calle. La mujer dio media vuelta y desapareció detrás del árbol, como si se hubiera fundido con las sombras.
Corrimos hacia el lugar donde había estado, pero al llegar, no había nadie. No había rastro de su presencia, solo el silencio perturbador de una pregunta sin respuesta.
—Debemos irnos de aquí —dije, agarrando el brazo de Arthur. Mi mente giraba tratando de entender quién podría ser esa mujer y qué quería de mí.
—Estoy de acuerdo —respondió él, echando un vistazo hacia atrás mientras empezábamos a caminar rápidamente hacia la escuela.
El resto del camino lo hicimos en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. No sabía qué significaba la aparición de esa mujer, pero algo dentro de mí sentía que no sería la última vez que nos cruzaríamos con ella. Algo en su mirada decía que había más en su presencia de lo que podíamos ver a simple vista.
Al llegar a la escuela, tratamos de actuar como si todo fuera normal, como si nuestro encuentro matutino no hubiera sido interrumpido por un encuentro misterioso y posiblemente amenazador. Sin embargo, la imagen de la mujer detrás del árbol permaneció conmigo, una sombra en el rincón de mi mente que se negaba a desvanecerse, sus ojos, ámbar...
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Luna de brujas
FantasíaEn "Luna de Brujas", seguimos la vida de Amara, una joven común y corriente que descubre que su destino está entrelazado con el mundo de la magia. Criada por un padre adoptivo y ajena a su verdadera herencia como descendiente de una larga línea de b...