Capítulo 5 🌸

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La tarde del sábado nos encontró a Emma y a mí recorriendo las bulliciosas calles del centro comercial, llenas de tiendas repletas de moda y artículos para fiestas. La emoción palpable en el aire se mezclaba con un toque de nerviosismo en mi estómago mientras nos adentrábamos en la primera tienda de ropa.

Emma estaba en su elemento, revoloteando entre los estantes y seleccionando vestidos con una velocidad impresionante. Sin embargo, a medida que miraba los precios de las etiquetas, sentí un nudo en la garganta. Cada vestido que me gustaba parecía estar fuera de mi alcance, y la realidad de mis limitados ahorros se hacía más evidente con cada segundo que pasaba.

Traté de mantener una sonrisa en mi rostro mientras buscaba entre los vestidos, pero por dentro, me sentía agobiada por la presión de encontrar algo que estuviera a la altura de la ocasión. Finalmente, después de una hora de búsqueda frenética, encontré un vestido que parecía ser perfecto: elegante, pero no demasiado llamativo, con un toque de sofisticación que me hizo sentir hermosa.

Sin embargo, cuando miré la etiqueta de precio, mi corazón se hundió en mi pecho. Era mucho más de lo que había planeado gastar, y sabía que tendría que usar parte de mis ahorros de la universidad para comprarlo.

—¿Qué te parece este? —pregunté, tratando de ocultar mi ansiedad detrás de una sonrisa forzada.

Emma me miró con una sonrisa de aprobación, ajena a mi lucha interna

.—¡Es perfecto! —exclamó—. Definitivamente deberías quedártelo.

Con un suspiro de resignación, me dirigí hacia el mostrador de pago, sacando mi tarjeta de crédito con manos temblorosas. La transacción se completó rápidamente, pero el peso de la decisión pesaba en mi mente mientras guardaba la tarjeta en mi bolso.

Después de comprar el vestido, nos dedicamos a buscar decoraciones y suministros para la fiesta. Aunque la emoción de la planificación me mantenía distraída, no podía evitar sentir una punzada de culpa por haber gastado parte de mis ahorros en algo tan frívolo como un vestido de fiesta.

Sin embargo, cuando finalmente regresamos a casa con las bolsas llenas de suministros, me di cuenta de que había tomado la decisión correcta. Aunque no había sido fácil gastar parte de mis ahorros, la sonrisa en el rostro de Emma y la anticipación en el mío hicieron que valiera la pena cada centavo gastado. Después de todo, algunas decisiones no se pueden medir en términos de dinero, sino en momentos de felicidad compartida y recuerdos que durarán toda la vida.

Mientras Emma y yo desempacábamos las bolsas llenas de decoraciones y suministros para la fiesta, decidimos llamar a Lucas para ayudarnos a organizar todo en la casa. Con su entusiasmo contagioso y su habilidad para mantener la calma bajo presión, sabíamos que era la persona perfecta para el trabajo.

Lucas llegó poco después, con una sonrisa radiante y listo para ponerse manos a la obra. Juntos, nos sumergimos en la tarea de transformar la casa en un lugar digno de una fiesta de cumpleaños, colgando guirnaldas, inflando globos y esparciendo confeti por todas partes.

A medida que avanzábamos con las preparaciones, la emoción comenzó a palpitar en el aire, llenándonos a todos con un sentido de anticipación y alegría. Las risas resonaban en las paredes mientras nos reíamos y bromeábamos, compartiendo historias y recuerdos mientras trabajábamos juntos para crear algo especial.

Sin embargo, en medio de toda la diversión y la emoción, algo inesperado ocurrió. Mientras colgaba una guirnalda sobre la chimenea, sentí una extraña sensación de calor que se apoderaba de mis manos. Un destello de luz brillante parpadeó ante mis ojos, acompañado de un zumbido suave que resonaba en mis oídos.

Confundida, dejé caer la guirnalda y me froté los ojos, tratando de despejar mi mente de la extraña sensación que había experimentado. Sin embargo, cuando miré a mi alrededor, todo parecía estar igual que antes, como si nada hubiera sucedido.

—¿Estás bien, Amara? —preguntó Lucas, mirándome con preocupación mientras se acercaba a mí.

Asentí con la cabeza, tratando de ocultar mi confusión detrás de una sonrisa nerviosa.

—Sí, solo fue una alucinación momentánea, supongo —respondí, tratando de convencerme a mí misma de que lo que acababa de experimentar no había sido real.

Aunque traté de sacudir la sensación de incomodidad que se había instalado en el fondo de mi mente, una pregunta seguía resonando en mi cabeza: ¿Qué había sido esa extraña sensación de calor y luz? Aunque traté de descartarla como una alucinación, algo en lo más profundo de mi corazón me decía que había sido algo más, algo que no podía explicar con palabras.

Luna de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora