Purificado

Capítulo IX

Debe quedarse quieto.

Si se mueve, aunque sea un solo musculo, el trabajo de Padre se arruinara, y no quiere eso. Estropear los esfuerzos de Padre esta al mismo nivel que cometer un pecado, y todos en el Cielo saben que los pecados merecen ser castigados

Pero el no puede ser castigado, ya que impedirá que pueda cumplir con sus deberes. Y tiene tanto que hacer... todos cuentan con el... debe estar ahí.. sin importar como se encuentre. Siempre con una sonrisa en su rostro, ya que no puede transmitirle negatividad o inquietud a los ganadores.

Aunque a veces le cuesta mucho mantener una sonrisa.

Pero sobre todo, debe ser firme y eficiente. Un solo error arruinaría el sistema que con tanto amor y dedicación creó Padre. No quiere ser el quien estropee el circulo perfecto ¿Verdad? Ya que si llega a equivocarse Padre jamás podría perdonarlo. Y no hay nada peor que ser objetivo de la indiferencia y desprecio de su estimado creador.

Asi que debe ser constante en su deber, con una sonrisa perpetua en su rostro. No como Zadkiel. Nadie quiere ser como Zadkiel, y mucho menos terminar como el.

El recuerdo de icor dorado manchando todo a su alrededor aun aparece en sus sueños, junto a los ojos muertos de su dueño que lo observan con horror y pánico. Da escalofríos de solo recordar eso.

Asi que aguanta, quieto en su lugar. Es lo mejor para todos mantenerse inmóvil como una estatua.

Sin importar que este acostado en la mesa de operaciones de Dios. Ignorando lo que haga con su cuerpo, solo sonriendo.

Cumpliendo los dos mandatos que su creador le dio. Sonreír siempre y satisfacer su curiosidad.

Asi que mantiene su sonrisa, a pesar de que le abrieron el pecho con un escarpelo y sus órganos están al aire libre. Sonríe a pesar de que sus brazos y piernas están amarrados con cadenas doradas y su mirada esta estática en el blanco techo. Sus alas están ocultas, para no molestar a Padre en su investigación.

A pesar del insoportable dolor que recorre su cuerpo y las ganas de gritar a todo pulmón, debe ayudar a contentar la curiosidad de Dios. No es que pueda negarse, ya que es su deber sagrado contentar a su creador, por mas extraña que sean sus solicitudes.

Puede escuchar el sonido de la pluma contra las paginas, escribiendo los nuevos descubrimientos de Dios. Siente como la satisfacción lo llena, complacido de haber ayudado a Padre.

Pronto, la vista del techo blanco es reemplazada por los familiares ojos verdes. Una gran sonrisa complacida esta en su campo de visión, y en la mano de su dueño hay un escarpelo plateado.

- Lo hiciste tan bien hoy, mi querido niño -Lo felicita Padre, acariciando su mejilla con cariño- Siempre puedo contar contigo para que me permitas satisfacer mi curiosidad.

Esta a punto de responder, pero un dedo lo calla antes de hacerlo.

- No, no gastes tu delicada garganta. También quiero ver su interior, y no puedo hacerlo si la utilizas ahora -Asiente de acuerdo. Lo que Padre dice, el cumplirá- Eres tan bueno, tan obediente... listo para siempre satisfacerme sin importar nada...

De repente, la mano en su mejilla se enfría, y la sonrisa y ojos de Dios se vuelven vacíos... oscuros... muertos...

- Para que pueda romperte y rearmarte a mi voluntad... volverte aquello que desee sin que nadie pueda impedirme hacerte lo que quiera... porque tu eres mío. Solo mío.

Trato de no temblar ante la aura de su creador. Sintió como los pelos de su cuello se erizaban ante aquellas palabras posesivas. Pero aun mantenía su sonrisa, ya que sabe que no le espera nada bueno si llega a borrarla de su rostro.