Fleur de lait.

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Vedriti. 

Origen esloveno.

«Explicar la acción de protegerse de la lluvia que los autos le arrojan a los peatones cuando circulan en calles inundadas»

La nieve cubre cada rincón de las calles de mi pueblo, transformando el paisaje en un cuadro de inmaculada blancura que se extiende bajo un cielo plomizo. A pesar de la inclemencia del clima, con una inusual combinación de lluvia torrencial y copos de nieve que bailan en el aire, el espíritu de la temporada parece imbuir a todos con una determinación festiva.

La gente, envuelta en gruesos abrigos de invierno, camina por las calles decoradas con luces de colores y guirnaldas relucientes. Los paraguas se abren como flores de colores en medio de la nieve, creando un mosaico viviente que se mueve al ritmo de las festividades. Los residentes del pueblo, decididos a no dejar que el mal tiempo oscurezca su espíritu navideño, buscan los últimos adornos para sus árboles de Navidad, navegando entre puestos de mercados y tiendas calurosamente iluminadas.

Los vendedores, protegidos bajo toldos a prueba de agua, ofrecen desde brillantes esferas y luces titilantes hasta figuras artesanales que prometen agregar un toque único a cualquier celebración. La risa y las conversaciones animadas llenan el aire, mezclándose con el sonido de la lluvia y el crujir de la nieve bajo los pies.

Todo está abarrotado de gente, pero lejos de sentirse caótico, hay un sentido de comunidad y alegría compartida que solo se intensifica con el clima adverso. Es un recordatorio de que, incluso en medio de la tempestad, la belleza y la calidez humana pueden florecer, transformando un día gris en una celebración de luz y color. Este escenario, tan lleno de vida y actividad, resalta la belleza indómita del invierno y el encanto persistente de la temporada navideña en mi querido pueblo.

—No puedo creer que hasta hoy estamos comprando la decoración para el árbol —comento, con una mezcla de sorpresa y diversión mientras observo las luces navideñas parpadeando alegremente a través del escaparate de la tienda. La calle está llena de gente, pero frente a esta vitrina, todo parece más tranquilo, casi mágico—. Mira que tuvimos dos días y no hicimos nada.

—Bueno, estabas muy enfermo para salir de la casa y esto lo quería hacer contigo, Arthur —responde Jules, cuyo tono lleva un matiz de cariño que me calienta el corazón. Él siempre ha tenido ese efecto en mí, especialmente en momentos como este, cuando el espíritu navideño nos envuelve completamente—. Además, aún hay que comprar ingredientes para el platillo y postres de esta noche. Es bueno tener una nochebuena acompañado de nuevo.

Él me sonríe, y en su expresión veo reflejados todos los Nochebuenas pasadas que compartimos cuando era un niño, llenas de risas y pequeñas tradiciones que construimos juntos. Siento mis mejillas elevarse en respuesta, mi sonrisa imitando la suya casi instantáneamente.

—Definitivamente, es mucho mejor —coincido, y mientras ambos nos volvemos hacia la entrada de la tienda de decoraciones, siento una oleada de gratitud por estos pequeños momentos—. Vamos a asegurarnos de que este año el árbol luzca espectacular.

Entramos a la tienda, donde el aire se siente cálido y está perfumado con el aroma de pino y canela de algunos ambientadores. Nos movemos entre las filas de adornos brillantes y guirnaldas cintilantes, cada objeto capturando un fragmento del espíritu navideño que tan ansiosamente queremos llevar a casa.

—¿Qué te parece si elegimos luces multicolores este año? —sugiere Jules, levantando una caja que ilumina su rostro con colores intermitentes. La luz se refleja en sus ojos, llenándolos de una chispa que me transmite más de lo que dejo ver. Me sonrojo ante su mirada profunda, y si él piensa que es por el frío, yo no soy quién para negarlo.

Hermosamente caótico « lgbt »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora