CAPÍTULO 18. LA COPA DE LAS CASAS.

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POV. HARRY

Después de que saliera Sky, me quedé viendo la foto, no puedo creer que nos conocieramos desde bebés, y me preguntó cómo hubiera sido nuestra vida si todo fuera diferente, realmente soy afortunado de tenerla en mi vida, yo soy el que debería sentirme culpable por llevarlos ahí, pero ellos me demostraron que son mis amigos… y no quiero perderlos nunca.

Después de una buena noche de sueño, me  sentía  casi bien.

—Quiero ir a la fiesta —dije a la señora Pomfrey, mientras ella le ordenaba todas las cajas de golosinas—. Podré ir, ¿verdad?

—El profesor Dumbledore dice que tienes permiso para ir —dijo con desdén— Y tienes otra visita.

—Oh, bien —dije— ¿Quién es? Mientras hablaba, entró Hagrid. Se sentó cerca de mí, me miró y se puso a llorar.

—¡Todo… fue… por mi maldita culpa! —gimió, con la cara entre las manos—. Yo le dije al malvado cómo pasar ante Fluffy. ¡Se lo dije! ¡Podrías haber muerto! ¡Todo por un huevo de dragón! ¡Nunca volveré a beber! ¡Deberían echarme y obligarme a vivir como un muggle!

—¡Hagrid! —dije impresionado al ver la pena y el remordimiento de Hagrid, y las lágrimas que mojaban su barba—. Hagrid, lo habría descubierto igual, estamos hablando de Voldemort, lo habría sabido igual aunque no le dijeras nada.

—¡Podrías haber muerto! —sollozó Hagrid—  ¡Y no digas ese nombre!

—¡VOLDEMORT! —grité  y Hagrid se impresionó tanto que dejó de llorar—. Me encontré con él y lo llamé por su nombre. Por favor, alégrate, Hagrid, salvamos la Piedra, ya no está, no la podrá usar. Toma una rana de chocolate, tengo muchísimas…

Hagrid se secó la nariz con el dorso de la mano y dijo:

—Eso me hace recordar… Te he traído un regalo.

—No será un bocadillo de comadreja, ¿verdad? —dije preocupado, y finalmente Hagrid se rió.

—No. Dumbledore me dio libre el día de ayer para hacerlo. Por supuesto tendría que haberme echado… Bueno, aquí tienes…

Parecía un libro con una hermosa cubierta de cuero.Lo abrí con curiosidad… Estaba lleno de fotos mágicas. Sonriéndole y saludándolo desde cada página, estaban su madre y su padre…

—Envié lechuzas a todos los compañeros de colegio de tus padres, pidiéndoles fotos… Sabía que tú no tenías… ¿Te gusta? No podía hablar, pero Hagrid entendió.

Bajé solo a la fiesta de fin de curso de aquella noche, cuando llegué, el Gran Comedor ya estaba lleno. Estaba decorado con los colores de Slytherin, verde y plata, para celebrar el triunfo de aquella casa al ganar la copa durante siete años seguidos.

Cuando entré  se produjo un súbito murmullo y todos comenzaron a hablar al mismo tiempo. Me deslizó en una silla, entre Ron y Sky, Hermione estaba a lado de Ron, en  la mesa de Gryffindor. Sky me sonrió y me agarró la mano bajo la mesa.

Dumbledore llegó unos momentos después.

—¡Otro año se va! —dijo alegremente— Y voy a fastidiarlos con la charla de un viejo, antes de que podamos empezar con los deliciosos manjares. ¡Qué año hemos tenido! Esperamos que vuestras cabezas estén un poquito más llenas que cuando llegaron… Ahora tienen todo el verano para dejarlas bonitas y vacías antes de que comience el próximo año…

>>Bien, tengo entendido que hay que entregar la Copa de las Casas y los puntos ganados son: en cuarto lugar, Gryffindor, con trescientos doce puntos; en tercer lugar, Hufflepuff, con trescientos cincuenta y dos; Ravenclaw tiene cuatrocientos veintiséis, y Slytherin, quinientos veintidós puntos.

Una tormenta de vivas y aplausos estalló en la mesa de Slytherin.

—Sí, sí, bien hecho, Slytherin —dijo Dumbledore— Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta.

Todos se quedaron inmóviles. Las sonrisas de los Slytherin se apagaron un poco.

—Así que —dijo Dumbledore— tengo algunos puntos de última hora para agregar. Déjenme ver. Sí… Primero, para el señor Ronald Weasley…

Ron se puso tan colorado que parecía un rábano con insolación.

—… por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Las hurras de Gryffindor llegaron hasta el techo encantado, y las estrellas parecieron estremecerse. Se oyó que Percy les decía a los otros prefectos: «Es mi hermano, ¿sabían? ¡Mi hermano menor! ¡Consiguió pasar en el juego de ajedrez gigante de McGonagall!

—Segundo… a la señorita Hermione Granger… por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Hermione enterró la cara entre los brazos.

—Tercero… a la señorita Sky Swift… por la valentía, la inteligencia, el amor y la entereza de proteger a sus amigos en situaciones de peligro, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Sky sonrió tímidamente mientras los gemelos Weasley la celebraban.

—Cuarto… al señor Harry Potter… —continuó Dumbledore. La sala estaba mortalmente silenciosa —… por todo su temple y sobresaliente valor, premio a la casa Gryffindor con sesenta puntos.

El estrépito fue total. Los que pudieron sumar, además de gritar y aplaudir, se dieron cuenta de que Gryffindor tenía los mismos puntos que Slytherin, quinientos veintidós puntos.

—Hay muchos tipos de valentía —dijo sonriendo Dumbledore— Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos. Por lo tanto, premió con diez puntos al señor Neville Longbottom.

Sky, Ron, Hermione y yo nos pusimos de pie y vitoreamos a Neville, que, blanco de la impresión, desapareció bajo la gente que lo abrazaba. Nunca había ganado más de un punto para Gryffindor.

—Lo que significa —gritó Dumbledore— que hay que hacer un cambio en la decoración. Dio una palmada. En un instante, los adornos verdes se volvieron escarlata.

Aquélla fue la mejor noche de mi vida, mejor que ganar un partido de quidditch, o que la Navidad. Nunca, jamás, olvidaré aquella noche.

 Nunca, jamás, olvidaré aquella noche

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