Luz & Oscuridad

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No sentía nada, era como aquella vez que había sido envenenada, no tenía fuerza de abrir sus párpados.

- Todavía sigues siendo demasiado sentimental. - era una voz masculina familiar. - Él ya no es más nuestro hermano, está corrupto de pies a cabeza.

Sentía un calor en su mejilla, era tan grato que la hizo despertar de a poco. A sus ojos les costaba enfocar la imagen, el mundo era gris, el sol estaba siendo opacado por un eclipse y, en frente suyo estaba Alonso arrodillado en frente de ella. Con su corte varonil, su cabello castaño, vestido para la batalla con su hermosa capa de caballero dorado, la última que le vio usar antes de partir. El cariño ahora cambió hacia su cabello, tenía una mirada de preocupación.

- No mires para la dirección de Craig en este plano, no quiero que veas que deidad es la que avala todo este desastre. Mírame a mí o a Gyliam, por favor. - tomó sus manos contra las suyas. - No quiero volverte a ver en este plano, Eloycita. No quiero tener que venirte a buscar con mamá.

- ¿Estoy muerta?

No le respondió, evitó su mirada. Ella miró a su alrededor para el lado de su prometido, todo iba muy lento. La tristeza la invadió por dentro, no quería preocuparlo así, hubiera querido amarlo un poco más, vivir unos días más a su lado sin tanta preocupación.

- Todavía no. - respondió al fin, hizo una mueca ruidosa con la boca esa era característica específica de él. - No tienes más oportunidades, por favor, solo haz lo que tengas que hacer. Nosotros te estaremos protegiendo, pase lo que pase.

¿Por qué tenía que hacer algo tan sombrío como matar a su hermanastro? No quería tener que matar a un familiar, que Nani experimente la pérdida de un hermano y su padre la pérdida de otro hijo.

- Estoy cansada. - admitió desconsolada. - Quiero que vuelvas a casa conmigo, o quiero despertar y que todo esto sea un sueño. También está la tercera opción, irme contigo...

El castaño joven comenzó a reírse, se acercó para levantar su torso y su cabeza con cuidado para abrazarla, como si depositara toda esperanza en ella.

- Tonta, olvídalo. Aparte, siempre estuve contigo, desde el día que abandoné este mundo.

Dirigió la mirada al guardia real, su voluntad de ir por su amada era tan fuerte que vio como rompió el encantamiento que lo tenía pegado al suelo, lentamente fue hascia ella.

- Todavía tienes a alguien importante para ti. ¿Quieres que sufra tu partida?

Las Crónicas de Eloísa, la Magnífica PaladinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora