Tres son multitud [+18]

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[Atención, este capitulo tiene escritas escenas de sexo, si de alguna manera te incomodan por favor puedes leer hasta la mitad del primer resumen y pasar al capitulo siguiente]

La partida de la caravana esta vez no fue tan discreta, desde la muralla central hasta la salida de la capital todos los ciudadanos del camino le arrojaban flores y frases de esperanza al príncipe Carius porque sabían que Taldor era quien quería la paz. La realidad era que estaban viajando a la frontera para defender los límites de Demgazi, con el objetivo de no perder dicho poblado con sus recursos, encima bien ubicado estratégicamente. Las tropas ya habían salido unos días anteriores para llevar ventaja. La caravana consistía en tres carruajes, en uno de ellos iba el "príncipe impostor" escoltado por el mismo Carius, y los demás carruajes llevaban un montón de recursos y comida. 
La princesa Eutropia también estaba como una falsa escolta, si bien su padre se opuso a su partida lo convenció de quedarse en el campamento lejos de todo el conflicto. No quería quedarse encerrada en el castillo y menos perdiendo el rastro de su hermano y su mejor amigo. Temía que el caos reinara alargando su estadía teniendo que pasar el invierno en aquél bosque 
hostil que ya había conocido. Además, su buen amigo Skyut nuevamente actualizó su anillo para tener su hechizo de fuga en caso de que la cosa se ponga peliaguda. 
Skyut, el hechicero real también los acompañó esta vez, nunca se sabe cuando podría ser útil alguien que domine a la perfección dichas artesanías de su oficio y los elementos de la naturaleza. Aceptó la misión con la condición de llevar a su querida mascota, un gato blanco como la nieve de ojos zafiro, la inspiración para su nombre. 
De parte de los Platences, esta vez enviaron a Gostto junto con Gyliam, y como Eloísa era parte de la familia también se podría decir que era otra miembro. Si bien no estaba oficializada como tal porque no había tiempo de tomarle el examen y todo el procedimiento para ser legalmente parte del Clan dado su desempeño en los juegos hicieron la excepción en esta misión tan urgente. Le dieron un libro en código donde tenía todas las reglas y juramentos de esta comunidad, algunas notas útiles de supervivencia en la naturaleza, consejos para situaciones límites e incluso las instrucciones de ese anillo de dragón que llevaba en su dedo... Se pasó casi todo el camino leyendo eso sobre su caballo, leía hasta que el manto de la noche dejaba invidente esas instrucciones.
También había varios guerreros dispuestos a dar la vida por sus gobernantes, una pequeña brigada de hombres recién salidos del entrenamiento de caballeros, y luego estaban los destacables tales como Sun Ming, un monje joven y calvo con habilidades de pelea muy exóticas. Violetta una elfa de cabellos verdes y ojos grises, joven y delgada, era la mejor con el arco y flecha. Finnian, un fornido paladín de cabello castaño corto y ojos celestes que había vuelto de una misión en el extranjero, específicamente atravesó la mitad del océano en barco encontrándose con la calamidad de que su país estaba por comenzar la guerra, no le quedó otra opción que tratar de salvar el mundo. Se llevaba bastante bien con Eloísa porque tenían los mismos principios, el problema era que sus habilidades eran diez veces superiores a las de ella, por lo que "Finn" como le dicen todos, era el que arreglaba todos los problemas del viaje. Desde brindar luz a la caravana favoreciendo el viaje de noche, hasta curar heridas sin dejar cicatriz, espantar a enemigos poderosos con las trompetas celestiales, invocar a su ángel guardián para batallar a enemigos numerosos e incluso curar a todos con el favor de su deidad dentro de un círculo de luz sagrado. Al final nuestra paladina no le quedaba otra que hacer tareas más mundanas, como preparar la comida, limpiar telas y reponer algunos recursos. No sentía envidia de su joven compañero, pero sentía que podía hacer mucho más que sólo pelar papas y buscar vegetales u hongos comestibles por el bosque. Y más cuando Benne se hacía la desentendida del asunto pasando su tiempo inmersa en libros, que eran sus novelas favoritas, como mucho ayudaba a alimentar a los caballos. La única que empatizaba con la muchacha recién casada era la elfa porque estaba en la misma situación, ni siquiera explotaban su habilidad para cazar, porque eran mujeres de la noche a la mañana eran la servidumbre, ya quería darle con su flecha a algunos bribones. El único que era consciente de ello era "Piersym", pero era mejor eso que arriesgar la vida de Eloísa y Violetta, prefería que hicieran tareas sencillas. Además... De mala gana, le daba tiempo a su hermana para que charlara con Gyliam, no quería participar en ello, pero su hermanita tuvo el carisma suficiente para convencerlo. Entonces esos días de viaje, la pareja de casados estuvieron bastante alejados uno del otro, casi nunca se sentaban a hablar o a comer porque la princesa se encargaba de hacer las guardias a su conveniencia, por lo que los estuvo separando intencionalmente. Los pocos encuentros eran sólo de quince minutos como mucho, apenas alcanzaba para un par de diálogos con besos y abrazos amorosos.  No era suficiente, pero ese fuego acogedor de sentir su piel y su calor era lo suficientemente revitalizante para ellos. Estaban recién casados, pasara lo que pasara las miradas y coqueteos indirectos estuvieron todo el tiempo, su amor era una llama recién encendida, algo que la princesa no podría apagar con dicha técnica.
El único inconveniente que involucró el carruaje con pertenencias fue cuando en una colina éste resbaló por el barro y cayó por la ladera de una colina. Muchos objetos se perdieron y algunos se destrozaron, especialmente la maleta de Gyliam que según él tenía cosas que no quería perder. Finnian pudo recuperar bastantes cosas de ese precipicio con su físico envidiable, se escondió para él una botella de hidromiel de frutos del bosque.

Las Crónicas de Eloísa, la Magnífica PaladinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora