El Mensajero

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La noche había llegado con el manto de la oscuridad. El pueblo de la Bahía Misericordiosa se estaba yendo a descansar, menos los más desvelados que se iban a internar en las únicas dos tabernas por algo de diversión nocturna.
Por el lado del norte de la ciudad un nuevo forastero llamaba la atención de los pueblerinos. Un sujeto misterioso envuelto en una gabardina de cuero que montaba un caballo bien cuidado. No sé podía ver su rostro por la capucha, únicamente sus facciones faciales, las cuales eran una media sonrisa con una barba de hace días.
Algunos lo siguieron con la mirada hasta que llegó a la Taberna del Sabueso, donde bajó con mucha delicadeza y algo de alarde. En el lugar preguntó por Gauwis, quien Warner le comentó que estaba en la otra posada. Volviendo a hacer su actuación misteriosa volvió a su caballo en dirección al sur. Ya desde la calle se escuchaba el alboroto dentro de la taberna del Héroe en la Jarra. Al entrar un silencio invadió el lugar con miradas fijas en él, pero como los presentes lo notaron desarmado volvieron a lo suyo volviendo a generar bullicio de nuevo. El encapuchado esta vez había bajado con un morral gris en su espalda, el cual se tuvo que acomodar bien para poder sentarse a gusto en las banquetas de la barra. Con un gesto algo soberbio llamó al barman, le dijo que quería algo frutal para beber, así que le prometió un jugo de naranja, pero antes de agradecerle le preguntó acerca del sujeto que estaba buscando, un tal Gauwis.

- Esta aquí, ahora te lo llamo. - el barman tomó sus dos dedos índices para introducirlos en su boca generando un chiflido que llamó la atención de todos. - ¡¡GAUWIS TE LLAMAN ACÁAAAA!!

- Gracias por llamarlo. - dijo aturdido el misterioso hombre.

- Por nada, por cierto. Mi nombre es Jorge Miley.

Miley continuó secando unos vasos cuando de repente el cochero llegó hasta al lado del hombre.

- ¿Quién me busca?

- Yo... - se levantó de la silla para sacarse la gabardina y el morral que quedó en el asiento. - Mi nombre es Dextrey, y soy el mensajero de parte de su majestad.

Se sacó su gabardina, Dextrey era un semielfo masculino de cuerpo delgado, medianamente alto, cabello negro bien cuidado con un peinado sofisticadamente corto, ojos cafés intensos, todo esto acompañado a gestos algo metrosexuales. Su ropa era ligeramente elegante pero al admirarla detenidamente se podía ver que era como de esas túnicas discretas de estudiantes de magos, como era manga corta se veía un brazalete de cuero que rodeaba el codo. Y, lo que más llamaba la atención era una corbata negra que combinaba, para muchos le parecía extraño que usara un pedazo de tela atado cómodamente, era bien visto en las murallas centrales de la Capital pero nadie que no era de esa índole podría reconocer tal estilo, para cualquiera que lo veía, el sujeto era un demente que andaba con una tela atada al cuello como un condenado a muerte que se salvó por los pelos. Y, para terminar su atuendo extravagante, llevaba un guante de cuero negro en su mano derecha, como si intentara ocultar algún tipo de cicatriz de guerra o al menos eso demostraba.
El enigmático intruso en la cantina sacó de su bolsillo un pergamino envuelto con un hilo dorado, lacrado con el sello del imperio, el cual se lo entregó a Gauwis con prisa.

El enigmático intruso en la cantina sacó de su bolsillo un pergamino envuelto con un hilo dorado, lacrado con el sello del imperio, el cual se lo entregó a Gauwis con prisa

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Las Crónicas de Eloísa, la Magnífica PaladinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora