Amor en Tiempos de Guerra - La Boda

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Faltaba media hora para el mediodía, Eloísa se acercó con pasos dudosos a esa gigantesca plaza de entrenamiento mirando a las personas entrenar con los diferentes artefactos y espadas, le traían viejos recuerdos melancólicos.
Tenía un vestido de cuero algo ajustado, con detalles dorados, se peinó durante media hora para que el viento la despeinara sin remedio alguno, y se puso un perfume caro con aroma a jazmines. Sin mencionar que tomó su bolso en donde tenía su libro de tapa de cuero para su amado, su mente dudada si aquél hombre lo resguardaría como si fuera su propio corazón dado que el corazón estaba plasmado en esos garabatos con tinta.
No se quedó demasiado tiempo pensando en ello, su ansiedad para verlo era evidente así que sin más, fue específicamente a la zona del templo del agua en donde había más movimiento. A lo lejos distinguió a Gyliam, quien estaba acompañado por Carius con su disfraz de guardia y Gostto. Ambos escoltas estaban hablándole con seriedad, incluso le hacían gestos exagerados. La realidad es que le estaban diciendo que no aflojara tan rápido, que no debía ser tan suave con ella porque ha estado peor que un alma en pena, y un montón de cosas más, como que era un hombre y que debía hacerse respetar. El joven guardia real asentía, por dentro hacía caso omiso de esos consejos, estaba preocupado por su nueva apariencia, dado que estaba bien afeitado y con un nuevo corte de cabello algo fresco, quería estar impecable para su prometida.
Cuando ambos enamorados cruzaron miradas el momento mágico fue instantáneo, de repente, estaban solos en ese mundo. Con prisa se acercaron a una distancia corta quedándose fijos en unos diez pasos de distancia. Siguiendo todo el proceso psicológico que habían hecho los masculinos, Gyliam se quedó en el lugar manteniendo una pose y gestos neutrales. En cambio, la paladina le brindó una sonrisa entusiasta que endulzó su corazón por completo. No podía ser tan débil, debía mostrar desinterés según sus allegados, pero cada paso que daba la muchacha era estremecedor, rompiendo su armadura de orgullo e indiferencia. Cuando estuvieron frente a frente, el muchacho estaba totalmente vulnerable ante ella, no le importaba nada más que la paladina que tenía en frente. Sin pensarlo se arrodilló para tomar su mano y palparla con sus labios en un beso meloso contenido de desesperación. Sus acompañantes a la distancia querían morirse en el lugar, debía hacerla sufrir con la espera, no debía darle ningún tipo de contacto físico. Eloísa entusiasmada le hizo gestos para que volviera a ponerse de pie, todo con el objetivo de abrazarlo con demasiado sentimiento, el muchacho le devolvió el abrazo con casi la misma intensidad, ocultando su rostro en su cuello.

- Te extrañé muchísimo. - admitió.

- Perdóname, Gyliam. - le susurró. - Yo también te extrañe mucho.

Gostto y el príncipe se dieron la vuelta rendidos, tantos días de charlas y estrategias para que se arrodillara ante ella como si nada, lo golpearían por ello más tarde. Aunque se sentían contentos de que Gyliam volviera a estar bien, era lo que más deseaban.
La pareja se abrazó por un largo rato en ese lindo parque, la brisa otoñal extrañamente era cálida y el sonido de las hojas levantarse del suelo, algo placentero de escuchar. El guardia real tomó del brazo a su enamorada para ver de cerca su rostro con una mirada de rendición absoluta.

 El guardia real tomó del brazo a su enamorada para ver de cerca su rostro con una mirada de rendición absoluta

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Las Crónicas de Eloísa, la Magnífica PaladinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora