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Lee Minho se levantó del suelo y se sacudió el polvo. Luego se apresuró cerca de Jisung y lo tomó del cuello de la camisa azul que vestía de forma elegante.

— ¿Qué fue lo que le dijiste a tu madre?

—Perdona, no se me ocurrió nada más. Tienes que ayudarme —Han casi rogó. Se pondría de rodillas si fuera necesario. —Es sólo una pequeña mentira. Una vez que a mi mamá se le pase el capricho, podemos desmentirlo.

—No quiero, no te ayudaré en esto.

Jisung sacó el disco que guardo del bolsillo de su gabardina y lo puso entre el y Minho. El mayor soltó a su amigo y tomó el objeto entre sus manos, con los ojos brillantes y emocionados.

—¿Para mi? —Preguntó como un niño pequeño y el menor suspiró, un poco más relajado.

—Por supuesto, es para ti.

Minho sonrió y luego esa sonrisa murió convirtiéndose en una plana y nada divertida. Aventó el disco en el suelo, eso no era algo que se le hiciera a un disco de Red velvet. La acción podría considerarse casi un sacrilegio, su justificación era: estaba muy molesto con Jisung.

—¿Crees que con eso vas a convencerme? —Dijo de mala gana. —Puedo comprarme diez versiones del mismo disco por puro gusto, además ese, ya lo tengo. No vas a convencerme —se cruzó de brazos negando con la cabeza.

Entonces a Jisung no le quedó de otra que ponerse de rodillas frente a su amigo.

—Es mi única oportunidad. Haré lo que sea si me ayudas. No puedes dejarme solo, eres mi mejor amigo.

—¿Lo que sea? —Preguntó Minho con una sonrisa ladina.

—¿Lo que tú quieras? Seré tu esclavo.

Minho soltó una carcajada y asintió finalmente. Así que accedió a ponerse frente a Yoonah al dia siguiente. Y tuvieron una conversación acalorada.

—Hemos sido amigos desde que tengo memoria —afirmó Minho, frente a la madre de Jisung.

—He visitado su casa, más veces de las que he ido a la mia propia, pero eso es algo que usted ya sabe. Yo la aprecio mucho y sé que me aprecia también.

—Lo hago —asintió la madre de Jisung —. Es por eso que quiero que me digas la verdad. ¿Mi hijo te pidió que hicieras esto?

Minho miró a su mejor amigo, Han se encontraba sentado en el sillón frente a él, al lado de su madre, como respuesta asintió.

—Lo hizo —pudo ver como Jisung se tensó en su lugar. Antes de que el menor dijera algo, prosiguió: —Me dijo que usted quiere que se case con Shin Ryunjin. Amo a Jisung, y sé que el me ama a mi. Deje que cuide de él y que él cuide de mi, por favor.

—Así es —siguió Jisung —, es por eso madre, porque salgo con Minho que no puedo casarme con Ryujin. De verdad, siento decepcionarte, no soy el hombre que tu esperabas, pero...

—Está bien —Yoonah lo cortó, cruzó una pierna de forma elegante —, haré de cuenta que les creo, pero no hablaré con Ryujin, ni con su madre sobre anular la propuesta de matrimonio. Si no logran convencerme de que su romance es verdadero, te casarás con Ryujin. Y ese será tu castigo por mentirme tan cruelmente. Por ahora bésense.

Ambos se miraron preocupados. Como una escena cliché de un drama de media noche, ellos tenían que besarse.

¿𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗰𝘂𝗮𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗯𝗲𝘀𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝘀𝗲𝗿 𝗮𝗺𝗶𝗴𝗼𝘀?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora