Importante leer y responder la pregunta que se encuentra al final.
—Te va a encantar México, estuve viviendo una parte de mi adolescencia y niñez ahí—contaba con emoción.
Íbamos a mitad de vuelo, aún faltaba una o dos horas para llegar.
—¿Crees que encuentre a mis papás?—cuestioné volteando a ver la la ventanilla las nubes.
—Yo digo que sí, talvez no sea fácil, pero si.
—¿No has prendido stream?—voltee a verlo.
negó con la cabeza—No he tenido tiempo, creo que me tomaré un descanso de redes—suspiro.
—Pero es lo que te apasiona ¿No?
—No lo dejaré, solo me tomaré unos días, talvez semanas o incluso meses.
Me sentí culpable cuando la idea de que estaba haciendo eso era a gracias a mi, talvez no fue la mejor decisión proponerle venir conmigo.
—No creas que es algo nuevo eso, simplemente—pensó las palabras—quiero un respiro.
—Quando la búsqueda acabe, o incluso quedé inconclusa ¿Podemos ir a Monterrey?
—¿Para?—preguntó extrañado.
—Tus amigos streamers me cayeron bien.
—Tu también a ellos, creeme—sonrió.
[...]
En cuanto llegamos a Ciudad de México nos pusimos a buscar hoteles en los cuál quedarnos, después de tanta búsqueda encontramos uno.
Pero a el señorito se le había olvidado que tenía un departamento ahí, así que la búsqueda no valió la pena.
—Perdón, no me acordaba—se rió mientras colocaba la llave en el cerrojo.
—Ya recordé porque me caías mal—bromeé.
—No es cierto, siempre me quisiste—se hizo a un lado para que pudiera pasar.
—Pero lejos—agregué.
—Si aja, tanto que me robaste para traerme a México—mencionó mientras de adentraba al apartamento.
—Te recuerdo que el que me robó fuiste tu—lo señalé—A está hora estuviera en Inglaterra.
—No era lo que querías—se encogió de hombros—Aceptalo estás muy feliz de escapar conmigo y pasar tiempo juntos.
Ni como negarlo, tenía razón, tanto que hacía que lo odiara como al principio, o bueno no.
Podría escribir un libro de cosas que me gustan de el, pero no lo haré, aún no es el momento indicado.
[...]
Nos encontramos buscando minuciosamente el número de la casa que salía en aquel papel.
—Que suerte que no vivieran en Tepito a esta hora estaríamos posiblemente desnudos con tanto delincuente.
—¿Crees que los encontremos?—cuestione viendolo.
—Cincuenta, cincuenta—se encogió de hombros—¡Mira! Esa casa es 546—señaló una casa roja algo ¿Vieja?
Caminamos hasta ella y tocamos el timbre unas cuantas veces si nada de éxito.