𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒 - 𝐏𝐫𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚

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De vuelta a clases, al llegar a mi preparatoria veo todos yendo a sus salones correspondientes mientras que me dirigo a la mía y me siento junto a mi amigo, quién lo conozco desde el jardín de niños.

-Hola, Kiara -Me saluda con un aura bien alegre.

-Hola, Dylan.

-¿Y qué tal las vacaciones? -Esta vez me volteo a verlo y abro y entrecierro mi boca pensando en sí decirle como me fue hasta el momento.

-Todo normal, a excepción de mi difunto padre que en paz descanse -Hago una leve sonrisa y la saco inmediatamente sin emoción alguna.

-¿Al señor Gray? -Dijo sorprendido -Pe..pero ¿qué le sucedió? -Mejoró su postura en el asiento y se acercó un poco a mí -¡Dios! ¿Y tú estás bien? -Preguntó preocupado.

-Si, todo bien -Aprovechaba de sacar mi libro -Ahora tengo que hacerme la idea de que ya nunca podré hacer las mismas cosas sin recordarlo a él -Voltee a verlo de nuevo -Pero no me mires así, lo superaré -Fingí otra sonrisa, a pesar de que no era alegría lo que estaba sintiendo en verdad.

Simplemente me miraba de una forma triste y vi como sus labios querían decirme más cosas, pero justo llegó la profesora y nos dedicamos a escucharla y hacer lo que ordenaba en todo momento.

Las clases de hoy día terminaron como corresponde y cuando me iba a marchar, Dylan tocó mi hombro en señal de que me quería decir algo.

-Katia, si quieres este fin de semana podríamos salir a comer algo, ¿Qué dices? -Dijo sonriente por aquella propuesta.

-Perfecto -Asentí con la cabeza -No estaría mal -Voltee a ver hacia la carretera y vi a Nicholas apoyado en un Porsche mientras las demás chicas que pasaban cerca suyo no dejaban de mirarlo detenidamente, debo admitir que él es algo atractivo y mucho más si está al lado de tremendo vehículo deportivo.

-¿Lo conoces? -Voltee inmediatamente a Dylan, me habia desconcertado al ver a mi tío esperándome en la entrada, de hecho sentía una leve molestía con solo que estuviése presente aquí.

-Me debo de ir, Dylan -Evité su pregunta mientras me alejaba lentamente de él -Mañana nos vemos, cuidate -Me di la vuelta y me dirigí hacia mi tío.

Solo quedé a centímetros en frente de él, a lo que Nicholas me observó unos segundos y me abrió la puerta del copiloto de su vehículo, a lo que yo sólo entré observando a las demás personas que nos veían con cierta curiosidad y una vez que mi tio se sentó al lado mío, condujo hasta nuestra casa.

Una vez que llegamos, salí del auto y caminé hacia la puerta principal en la que me abrieron inmediatamente los empleados, dejando atrás a Nicholas. Fuí a mi habitación para dejar mi bolso e irme a cambiar de ropa, me coloqué unos pantalones negro junto con una polera de mangas largas oscura, me asujeté mi cabello en una coleta.

Bajé hacia las escaleras y me topé por el comedor a mi madre junto a mi tio, quería seguir mi camino hacia la puerta trasera, pero la voz de mi madre me detuvo.

-¿Saldrás, Katia? -Preguntó y se echó un bocado de comida a su boca.

-Si -Mi madre no volteó a verme, porque seguía comiendo mientras que Nicholas no dejaba de verme ni por un segundo -Será bueno salir unas horas -Sonreí.

-No creo que sea bueno que vayas a cazar, Katia -Antes de decirme a aquello, vió como estaba vestida, normalmente iba de esta manera cuando iba a cazar junto a mi padre -Sabes que puede ser peligroso si vas sola.

-Madre, no soy una niña como antes, ya sé cómo defenderme -Me acercaba lentamente mirandola solo a ella con un poco de enojo.

-Katia -Voltee a verlo a él esta vez -Si quieres, puedo acompañarte -Suspiré pesadamente, no quería ir con nadie ni mucho menos con aquel extraño.

-No vas a salir -Ordenó mi madre al escucharme suspirar de esa manera, porque quizás según mi madre "No me estaba comportando como ella quisiera seguramente".

-No te pedí permiso -Dicho eso, seguí a mi destino, dejándolo solos.

Cerré la puerta detrás mío una vez que llegué al refugio que había construido mi padre en su momento, había todo tipo de herramientas e incluso las de caza. Tomé lo necesario y lo coloqué todo en una de las camionetas que estaban estacionadas y me dispuse a conducir en medio de la nada.

Luego de un par de minutos, saqué mi rifle con el bolso con herramientas para instalarme en lo más profundo del bosque. Allí estuve por mucho tiempo, aún no consiguia alguna presa digna de cazar, pero en todo ese momento, solo pude pensar en mi padre, en cómo pudo haber muerto, no encontraron restos de su teléfono, por lo que dicen que quizás se quemó durante el incendio, pero ¿y si no?, al fin y al cabo nada de esto tiene sentido.

¿Por qué no nos dijiste nada, papá?

¿Por qué no preferiste irte con nosotras aquel día?

¿Por qué no contestabas el celular cuando aún lo tenías encendido?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

Disparé.

Disparé cuando observé aquel oso que se me presentó en frente. Me levanté de mi posición y caminé hacia éste, me incliné mientras lo veía a los ojos como él también me veía a mí, saqué de mi bolso un hacha, dejando de lado mi bolso y rifle en una piedra gigante al lado mío. Me levanté y sostuve aquel arma sobre mis manos, no sabía que hacer, estaba pensando fríamente, en realidad no tenía ganas de llevarme a la casa el oso y presumir, quería desquitarme de alguna forma u otra.

En lo profundo del bosque, alguien la acechaba sin ella percatarse, Katia tenía sentimientos encontrados que debían ser explotados y su primera acción del día fue cuando con un simple hachazo pudo decapitar al pobre oso que yacía su cuerpo en el suelo, aquel hombre veía como Katia sostuvo la cabeza del oso sin rencor o piedad alguna, su rostro estaba totalmente sin emoción alguna, pero su respiración... se escuchaba a metros de dónde se encontraba él, era muy sonoro, como si conteniera toda esa ira dentro suyo.

Comenzó a seguir mutilando el cuerpo sin vida del animal hasta dejarlo irreconocible si no fuése por el pelaje tornado rojo que se acumulaba aún. Una vez que se cansó y pudo desquitarse, se sentó un momento al lado del oso y miraba a la nada.

Ella no sentía nada.

Luego de un tiempo, vió tras suyo una pequeña cascada, a lo cuál decidió ir al verse cubierta de sangre, por lo que llevó sus cosas junto a ella y las dejó sostenida con una rama de árbol de igual manera con la ropa que se quitaba ahora mismo y una vez lista, saltó al lago.

Aquel hombre podía ver el agua cristalina que hacia juego con la belleza natural de Katia, su cabello dorado hacia relucir sus facciones del rostro, estuvo un buen tiempo bañandose que luego salió para colocarse de nuevo su ropa. Su silueta cuervelínea hacía crecer la obsesión de ese hombre que la seguía observando con tentación, pero ella no se había percatado en ningún momento de aquella presencia, quizás la muerte de su padre le afectó mucho, debido a que ella no tendría que ser la presa, sino el depredador.

Me PertenecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora