Capítulo 1O

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Lo primero que Jimin vió, cuando llegaron de la revisión médica al penthouse, fue lo que parecía un gran mueble en medio del recibidor, cubierto con una tela blanca. Ocupaba una parte de la sala, con la luz del sol dándole justo desde atrás gracias a los ventanales.

El omega se quedó estático, con Jungkook detrás suyo. Mirando su reacción con ojitos soñadores, esperando a que el omega dijera algo. Se ubicó a su espalda, deslizando sus manos en su cintura delicadamente. Le besó, suave, detrás de la oreja. Dejó sus labios ahí, cálidos y habló contra la piel. Jimin inspiró el aroma del alfa.

Le gustaba. A Jimin le gustaba en demasía ese tipo sutil de contacto con que el alfa ya lo tenía acostumbrado en estos días. Apoyó su cabeza en el hombro del mayor, y le dió un poco más de espacio.

—Feliz cumpleaños, Jimin —susurró que le dió un escalofríos que le recorrió el cuerpo, las manos del alfa fueron a parar en su pequeño vientre. Lo sintió acariciar en círculos chiquitos, por encima de su ropa. El calor de las manos atravesaba la tela.

El aroma dulce, fuerte, como un néctar llegó hasta los sentidos de Jungkook. Hundió su nariz en dónde nacía el cabello del menor. Se contuvo de lamer allí. Era tan tentador. Jimin todo en sí lo era.

—¿E-es para mi? —preguntó, con voz vacilante. Carraspeó, no pudiendo creer lo que tenía frente a sus ojos—. Kook, no me digas que esto es para mi —rogó. Jungkook sonrió. Asintió. Feliz por la emoción del omega, amaba eso de Jimin. Que fuese tan transparente con sus sentimientos y emociones.

Era un momento tranquilo, y sumamente íntimo. O así lo sintieron.

—Pues yo digo que es para el omega más hermoso y bello de todos —besó suave su hombro, recorriendo la línea hasta su cabello. Aspirando ahí y sonriendo contra los rulos que se formaban—. ¿Acaso hay otro en éste mundo, que no seas tú, bonito mío?

Jimin ahogó una risita incrédula. Entonces Jungkook lo soltó, buscando su mano, entrelazando sus dedos y guiando al chico hacia el objeto, en movimientos suaves y tranquilos.

El omega tenía los pies clavados en el suelo.

Negó con la cabeza. Jungkook se rió entre dientes, todavía sosteniendo su manos, con delicadeza. Jimin dió un paso, y luego otro. Quedó frente al objeto todavía cubierto. Era grande e imponente.

Jungkook vió, los ojos del color más verde jamás antes creado. Era una mezcla de emociones, y cada una brillaba más fuerte que la otra. Cada pequeña parte de Jimin era perfecta, pero sus ojos eran algo que el alfa no podía dejar de contemplar, simplemente precioso.

Jimin entendió, sin palabras, que debía sacar el cobertor y ver por sí mismo, pero ya tenía una leve idea de que había debajo y si era lo que pensaba iba a desmayarse en ese mismo instante porque era algo impensado.

El alfa dejó que lo inspeccione. Que con sus manos blancas, y uñas pintadas de negro, lo descubriera. Jimin se llevó las manos a la boca, y se cubrió medio rostro cuando vió, por fin, el soberbio piano de color blanco y acabados dorados. Era magnífico, no tenía palabras.

—No, no, no —sollozó—. E-es un... no yo no puedo creerlo alfa... ¿Cómo... cuándo? —balbuceó. Lo descubrió, revelando las teclas y tocando a penas, como si no creyera lo que vieran sus ojos.

¿Esto era real o seguía durmiendo? ¿Estaba en ese lugar, con Jungkook o seguía atrapado en otro lugar y esto no era más que producto de sus deseos?

—Lo ví hoy, en la tienda. Es para ti, omega. Tiene tu nombre desde que lo encontré. Es para que lo uses, y te recuerde un poco más a tu madre —Jimin se restregaba los ojos. Jungkook lo abrazo—. Sh, chiquito. Está bien, está todo bien —lloraba en su hombro, y sus manos se aferraban al pecho del alfa, y éste lo tenía contra su cuerpo, abrazado a su cintura estrecha—. ¿...te gusta? Porque si no es así, podemos-

burdel 𐙚 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora