Jimin se removió en el nido. Estaba de espaldas a Jungkook, con el pecho caliente del alfa pegado a su cuerpo. Esa posición le gustaba mucho, ya que su creciente estómago quedaba de lado y era más cómodo, además los fuertes brazos del alfa eran como un ancla que lo mantenían firme.
Suspiró complacido.
Entre sueños, el ojiazul lo estrechó más hacía si mismo. Sentía su respiración ardiente en su nuca, y la mano protectora encima de su vientre.
Jungkook está muy caliente, pensó.
Abrió de repente los ojos, grandes como un plato. Había algo más...algo más, pegado a su cintura baja. Algo duro, y grande. Tragó saliva.
Intentó moverse hacia delante, pero Jungkook gruñó entre sueños. Todo su cuerpo vibró, y su entrada empezó a palpitar despacio y a humedecer lentamente.
Como pudo, dió vueltas entre el brazo y el cuerpo de Jungkook, quedando a un palmo por debajo de la cabeza del mayor, justo en su cuello. La piel ardía, le llegaba las ondas de calor que irradiaba.
El día recién estaba empezando, las nubes tiñen de gris el cielo londinense. Fuera hacía frío, todavía el clima imperioso se rehusaba a desaparecer.
Al estar tan cerca, se dió cuenta.
Por un instante temió. Cerró los ojos, y pensó. Recordó. Todos esos alfas que lo habían maltratado, de los que tuvo que hacerse cargo siendo a penas un adolescente, y SeoJoon. Pasaban como una mala película por su mente, imagen tras imagen.
Grandes, fuertes. Manos sosteniendo su cuerpo, su boca. Flashes. Rostros difuminados, olores que se desvanecían, días y noche.
Sacudió esos pensamientos de su mente, porque esa había sido otra vida aunque no hubiera pasado tanto tiempo parecía muy lejano, aunque por momentos también cercano.
Pero no, no eran ellos quienes estaban a su lado en ese momento. Es Jungkook, se obligó a pensar. Jungkook. Jungkook. Es el mejor alfa que conoció nunca, que lo trata bien, que es dulce y amable, que lo quiere y lo respeta, tanto a él como al cachorro, que le brinda su calor por las noches y su brazos cálidos de día. Que lo besa tan dulce, tan suave, tan delicado. Cómo si... como si él valiera algo en verdad.
Como si valiera.
Tragó.
—Kook —susurró. Éste se movió, y su dureza pegó en el muslo del ojiverde. Sonrió, apenado—. Jungkook, despiértate. Alfa, por favor —rogó, moviendo el hombro del alfa.
Miraba sus facciones. Fascinado. Jungkook era como un Dios, con sus perfectas facciones marcadas y un suave rastrojo de barba que le hacía lucir más masculino.
Hubo un pequeño gruñido. Se movió. Le besó la mejilla. Sus labios eran fuego, y el aroma que desprendía El alfa era cegador.
—Omega —susurró, todavía dormido. Su boca entreabierta, y su cabello revuelto.
—Jungkook... estás... estás... —balbuceó—. ¡Alfa! —llamó, más alto al ver que Jungkook pretendía seguir durmiendo.
—¡Si! —se sentó de repente, con la mirada nublada—. ¿El cachorro? ¿Es hora...? Las cosas... —murmuró atropellado.
Estaba perdido.
Jimin murió de amor, un poquito más.
—No, no Kook —lo calmó. Le tocó la espalda, y estaba sudado y caliente—. No es el bebé, tranquilo alfa. Tranquilo.
Jungkook parpadeó. Gimió bajito.
Miró hacia los costados, el ojiverde tendido en su lado con las mejillas rojas y tratando de evitar su mirada.
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burdel 𐙚 kookmin.
RomanceJeon Jungkook es un alfa, fuerte y seguro, concurre una noche al burdel Petit Omega para culminar el día de su cumpleaños, casi obligado por su amigo de la vida, pero éste está seguro que es mala idea. Lo que no sabe, es que conocerá a un Omega de o...