Extra O4: vuelo

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Habían pasado 15 años desde que Jungkook y Jimin dieron el sí que los convirtió en esposos.

15 años, cuatro preciosos hijo, un par de arrugas más aquí y allá, pero el mismo amor que los llevó uno al otro los había conducido a celebrar su aniversario, por primera vez, absolutamente solos en Sassari, Cerdeña, a orillas del Mar Mediterráneo.

Lugar del que tanto Jungkook como Jimin se habían enamorado desde el instante en que pusieron pie en ella, con su preciosa arquitectura y el mar cálido, así como su temperatura perfecta, constituyeron los 10 mejores días de vacaciones que habían tenido.

Por supuesto, a lo largo de los años han tenido la oportunidad de ir algún fin de semana aquí y allá, pero esto era completamente diferente. La decisión no fue sencilla, si bien Daehyun y los mellizos eran ya bastantes grande, todavía estaba Nabi que era pequeña. Como siempre, tanto Shinhye como Solar se ofrecieron a cuidar a sus nietos y entre todos lograron convencer a Jimin que dejara el nido y sus cachorros.

Y así lo había hecho, aunque siempre estuvo en contacto con ellos por si algo sucediera con sus preciados bebés. Jungkook lo comprendía, por supuesto y también compartía esa dificultad de estar sin sus cachorros, pero su omega y él necesitaban un tiempo para ellos mismo, se lo merecían.

Lo hicieron, entonces.

El sol lamió sus cuerpos, bronceado cada parte que pudiera alcanzar. El agua salda los bañó por completo y la arena lograba escabullirse entre los dedos de sus pies en esas caminatas nocturnas que hacían, manos unidas mientras el cielo con estrellas infinitas se unían al mar en el horizonte y formaba un solo todo, digno de ser presenciado.

Los días transcurrieron entre mañanas perezosas, entre sábanas revueltas y pieles desnudas, besos interminables y caricias prolongadas.

Almuerzos en lugares típicos, comiendo especialidades de la localidad y probando cada bebida que se le fue ofrecida.

Por las tardes caminaban entre los recovecos de la pequeña y antigua ciudad, conociendo sus caminitos y calles de adoquines, gente amable y un precioso idioma que admiraban cada vez más. Las playas eran un sueño hecho realidad, no podían pasar un día sin ir a ellas, con sus toallas y protector solar, anteojos y muchas ganas de relajarse.

Esto los había vuelto a acercar más como pareja, aunque si bien nunca tuvieron mayores problemas salvo las situaciones cotidianas de pareja y familia de las cuales nunca iban a dormir con algo qué decir, les hizo bien poder conectar nuevamente. La cotidianidad a veces quita un poco eso momentos íntimos, los niños, el trabajo y el día a día, exceptuando los celos en los cuales siempre pasaban uno con el otro, por supuesto.

Jimin a veces se quedaba viendo a Jungkook bajo los rayos solares, su piel trigueña gracias a esta, sus fuertes facciones que se acentuaban más con el transcurrir de los años, lo plata que iba apareciendo en su cabello y barba, hacían que el omega se enamora una y otra vez, tal como la primera vez.

Jungkook no se quedaba atrás, según él las noches teñidas de estrellas eran uno de sus mejores momentos. Decía que en sus ojos se replicaban las constelaciones, a lo cual Jimin se reía y decía que era un romántico empedernido y terminaban a los besos bajo ese manto precioso.

—¿Tienes los pasaportes, alfa? —preguntó Jimin, con sus maleta de mano en una y el carrito en otra.

Jungkook se detuvo en seco, buscando entre los pliegues de sus pantalones.

—Aquí están, amor —respondió, cuando al fin los había encontrado.

—Bien, porque creo que estamos llegando tarde.

—Estamos a tiempo, omega. Tranquilo, ¿S?

Jimin suspiró, volviendo a caminar.

—Solamente no quiero perder nuestro vuelo, amor —volvió a repetir.

burdel 𐙚 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora