CAPÍTULO UNO

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—Papá... Papá. —El hombre sintió unas pequeñas manitas moviéndolo de un lado a otro intentando despertarlo. —¡Papá! —Seungmin soltó un suave quejido, acurrucándose más entre las mantas, ignorando a la pequeña. —¡Papá, despierta!

El castaño abrió los ojos con pesar, encontrándose con el rostro de su hija de cinco años mirándolo con seriedad.

—¿Qué pasó, amor? —Habló luego de soltar un bostezo.

—Es tarde, papi. —El mayor miró el reloj que reposaba sobre su mesita de luz; eran las seis y cuarenta de la mañana de un viernes.

Seungmin soltó un lloriqueo infantil y tomó entre sus brazos a su pequeña, acurrucándose y tapándolos a ambos con las mantas, hasta la cabeza.

—Pero es tarde. —Reprendió la niña. El castaño negó con la cabeza y soltó un quejido. —¡Papá!

—Ya voy, señorita mandona. —Seungmin se separó de su hija, quitando las mantas de sus cuerpos y levantándose para caminar hasta el baño con pesar, empezando la rutina del día y siendo seguido por una Dallia que lo miraba con una expresión feliz por haber logrado su cometido.

A las siete con treinta minutos exactos, padre e hija salieron del edificio despidiéndose del portero con una reverencia. En su hombro izquierdo, el omega llevaba una pequeña mochila morada, en la mano izquierda llevaba un maletín y en la derecha, la mano de su pequeña hija. Como todos los días.

Seungmin hablaba animadamente con Dallia, mientras se adentraban al centro educativo de la menor.

—Bien, amor. —El castaño se acuclilló a la altura de su niña y sonrió. —El tío Hyunjin vendrá a recogerte hoy y te llevará a casa con Boram hasta que yo pueda llegar.

—¿No vendrás? —Dallia hizo un puchero.

—Prometo que solo será esta vez. —Sonrió dulcemente, aunque por dentro se sentía muy apenado. —Papá es tan descuidado que en la mañana se dio cuenta que no ha terminado todo su trabajo.

—Papi...

—Te juro que no tardaré.

Dallia tenía muchas ganas de pasar el tiempo con su papi omega, pero sabía que él estaba muy ocupado trabajando para darle lo mejor, al igual que su papá alfa.

Por eso tenía que ser una buena niña.

—Sí, está bien. —Dallia aceptó, seguidamente abrazando con mucha fuerza a su padre.

—Te amo, bebé.

—Yo también, papi. —Seungmin le dio un beso en la frente a su pequeña en manera de despedida, segundos después viendo como una maestra se la llevaba hacia el aula para comenzar una nueva jornada escolar.

Luego de firmar la salida de la escuela de su hija, Seungmin se dirigió tranquilamente hasta su centro de trabajo. Al llegar, se colocó la bata y entró a su consultorio.

—Buenos días. —El tono alegre de su ex alfa se escuchó por todo el lugar. Seungmin dirigió su mirada hacia la puerta, saludando al padre de su hija con una gran sonrisa.

—Buenos días, Minho.

Kim Seungmin conoció a Lee Minho cuando ambos estaban cursando su primer año en la universidad de Seúl hace muchísimos años atrás. No compartían carrera, pues Seungmin estaba estudiando medicina y Minho enfermería. Pero se veían bastante seguido en la biblioteca... Mucho más de lo que quisieran admitir, por lo que fue casi inevitable que eventualmente sentimientos entre ellos empezaran a florecer. Pero había un solo problema.

Mafia | Chanmin | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora