CAPÍTULO DOS

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El omega soltó un bostezo que hizo reír con gracia a su pequeña.

—¿Este o este? —Preguntó Seungmin medio adormilado, enseñándole dos prendas a la menor. Ella eligió la chaqueta azul con una sonrisa; Seungmin asintió y le colocó la vestimenta que su hija había elegido por sí misma.

Una vez completamente lista, la dejó sentada en el sofá viendo un poco de televisión mientras él iba a lavarse el rostro para despabilarse y traer la pequeña mochilita que Dallia siempre llevaba cuando salía con Minho. Hoy era sábado, por lo que el alfa y la pequeña pasaban todo el día juntos, por supuesto que eso no le molestaba, pero eran las malditas cinco de la mañana y él tenía mucho sueño.

Un mensaje de Minho diciéndole que estaba a tres minutos del edificio lo hizo volver a la realidad. Se secó el rostro con una toalla y caminó hacia la cocina, colocando un paquete de las galletas favoritas de Dallia dentro de la mochila antes de cerrarla y caminar a la sala donde la pequeña Lee seguía en la misma posición donde él la había dejado cuando fue al baño.

—Muy bien amor, papá está cerca. —Dallia asintió y se puso de pie, apagando la televisión con el control remoto y caminando hacia su padre omega, quien le arregló la chaqueta porque hacía mucho frío, y la ayudó a colgarse la pequeña mochila en sus hombros.

Minho llegó al tiempo prometido; cruzaron unas cortas palabras antes de que él y su hija se retiraran del edificio. Desde la ventana pudo observar que Jisung estaba sentado en el asiento del copiloto, por lo que también estaría presente en la salida de Minho y su hija.

Seungmin suspiró y con una media sonrisa fue hacia su cuarto. Tenía dos opciones ahora: tirarse a su cama a dormir o ponerse ropa cómoda y salir a correr.

Por muy sorprendente que sonara incluso para él mismo, eligió la segunda opción.

En poco menos de diez minutos ya estaba trotando por la gran plaza que quedaba cerca de su edificio, con los audífonos colocados, pero sin desconcentrarse en su alrededor. En algún momento de su salida sintió que alguien lo observaba. Trató de no hacerle mucho caso, pero llegó un punto en el que era bastante molesta la sensación de estar siendo observado mientras hacía algo tan normal como ejercitarse. No tenía miedo, había tomado clases de defensa personal hace años cuando se le había cruzado la loca idea de ser policía. La idea se fue tan rápido como llegó, pero el conocimiento en defensa personal quedaría para siempre.

Con un bufido decidió volver a casa. Se detuvo por un momento porque sus agujetas estaban desatadas, casi salta del susto cuando una mano se colocó en su hombro. Al girarse se encontró con nada más y nada menos que Seo Changbin.

No sabía si suspirar de alivio o no.

—Hola, Changbin. —Saludó Seungmin.

—Eres el omega más hermoso que han visto mis ojos. —Y aquí vamos otra vez.

—Gracias, Bin...—Murmuró el castaño con una media sonrisa.

Seo Changbin era un alfa de cabello negro, linda mirada, muy apuesto y adinerado que había tenido la oportunidad de conocer en una pastelería cuando él y su hija estaban pasando el rato. El alfa se les acercó y desde entonces ha sido como un pequeño patito que siempre sigue a su mamá a todos lados; a Seungmin no le molestaba del todo. De hecho, Changbin era un muy buen amigo, pero cuando expresaba con mucha libertad sus sentimientos hacia Seungmin, a veces era algo incómodo. A pesar de haber estado años separado de su ex alfa y que incluso este tuviese ya una nueva relación, Seungmin aún sentía que no era su momento de empezar algo relacionado al amor otra vez. Su prioridad siempre sería su hija y no quería concentrarse en nada más que no fuera ella, ¿o tal vez era que su corazón aún no se sentía seguro?

Changbin no era un mal alfa. De hecho, era muy guapo, dulce y detallista, pero había algo que no le permitía a Seungmin poder caer totalmente por él. No sabía si era el hecho de que, otra vez, no era su pareja destinada o tal vez podría ser otra cosa. A Seungmin realmente jamás le importó esa mierda del hilo rojo, y de hecho había mucha gente como él; gente que vivía siendo amigos de sus destinados o simplemente morían sin haberlos conocido, pero siendo muy felices con otra persona a su lado. Claro que él lo intentó una vez y no salió muy bien... De todos modos, su pareja destinada o relación fallida no eran temas que lo emocionaran particularmente.

En fin, había algo en Changbin que no le cerraba del todo. ¿Le ocultaba algo? No lo sabía. ¿Estaba simplemente exagerando? Tampoco lo sabía. Desde que Dallia nació, una especie de sexto sentido se desarrolló en él. Con el tiempo aprendió a hacerle caso y en ese momento, este le decía que Changbin era alguien en quien no debería confiar ciegamente.

En fin... Ambos terminaron teniendo una charla acerca de temas triviales mientras caminaban hacia una cafetería cercana para desayunar juntos (claramente a invitación del alfa). Seungmin no pudo evitar sentirse paranoico cuando, otra vez, sintió que alguien los observaba. De hecho, esta vez aquella mirada era mucho más intensa que la que sintió temprano cuando ejercitaba.

Un escalofrío le recorrió cada parte de la columna vertebral.

Para su suerte, o no, Changbin terminó por notar tal reacción que no era normal en el omega que le traía loco desde hace un tiempo.

—¿Pasó algo, Minnie? —Preguntó tomando la mano del omega en forma de transmitirle protección y fuerza. Para su sorpresa, Seungmin no rechazó su contacto y simplemente asintió, para seguir caminando sin soltar la unión de sus manos.

Una vez dentro de la cafetería, Seungmin parecía más tranquilo. Miraba su café debatiéndose mentalmente en si debiese hablarle a Changbin con franqueza o no.

De todos modos, decidió hacerlo. No había mucho que perder, ¿cierto?

—Siento que alguien está siguiéndome. —Soltó con la cabeza gacha, sin dejar de mirar su café como si fuera la cosa más interesante del mundo entero.

Hubo silencio por unos segundos.

—¿Desde cuándo? —Preguntó Changbin con una sonrisa pequeña que buscaba ser reconfortante.

—No lo sé... —Murmuró Seungmin. —¿Tal vez desde hace dos semanas? Pasa cuando estoy ejercitando, cuando camino a la escuela de Dallia o al trabajo; cuando vamos de compras o a visitar a unos amigos. Estando solo o con mi hija, siento que alguien está observando.

No supo qué tan correcto estuvo contarle su situación a Changbin, pero se sentía mucho más liviano que antes. El alfa asintió en silencio y sacó su teléfono de su bolsillo, empezando a teclear con rapidez. Eso no le sorprendió a Seungmin, lo que sí lo hizo fue el hecho de que minutos después el alfa parecía muy molesto al leer algo en la pantalla de su celular.

—¿Bin? ¿Estás bien? —Changbin pareció volver a la realidad con la suave voz del omega.

—Lo estoy. —Changbin sonrió y se levantó de su asiento. —Iré a pagar, luego voy a llevarte a tu casa para que nada te pase, ¿bien? —Seungmin asintió sin poner queja.





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