CAPÍTULO OCHO

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Sus primeros años en Australia fueron demasiado duros, pero eventualmente pudo acostumbrarse y hacerse un lugar en el mundo de los negocios ilegales. ¿Quién podía culparlo? Quiso huir de ese estilo de vida, pero era lo único que su padre le había enseñado y para lo que lo había preparado desde que era un niñito de la calle que había visto mucho, pero que no sabía casi nada. En sus años de vida hasta ahora descubrió que tenía hobbies como la música o el deporte; cosas para las que era muy bueno, pero nada se veía como un futuro seguro y estable.

Por otro lado, las cosas no podían esconderse por siempre y menos en un negocio como ese. Las paredes escuchaban y los chismes volaban con el aire y Christopher lo sabía muy bien, por eso no fue sorpresa para él que Seo se enterara de su ubicación en Australia. Tal vez pudo influir mucho su posición en el negocio y su situación de crecimiento rápido, o simplemente no, pero Changbin no hizo nada en su contra. Sólo pensaba que era mejor mantener a Bang lejos de él, así que guardaría la información hasta que le sea útil en el momento adecuado.

Los años habían pasado; Christopher ya no era un niño. Ahora estaba cerca de sus treinta años y aún no sabía cómo hacer pagar a su hermano. Realmente pensó en rendirse y dejar todo en el pasado listo para empezar una nueva vida, pero la respuesta negativa llegó casi caída del cielo. Un día de verano, justo cuando su hermanita entró emocionada a su oficina con una gran noticia.

—Seo Changbin tiene un omega. —Al principio Christopher frunció el ceño confundido. ¿Por qué tendría que importarle la vida de ese infeliz? Pero luego, cuando Lia le dio un zape, lo vio más claro y pudo entenderlo.

—¿Cómo lo sabes?

—Ella lo escuchó hablando con sus amigos. —Christopher suspiró con una pequeña sonrisa empezando a formarse en su rostro.

—¿Sabes lo que significa eso, mi pequeña Lia? —La castaña asintió. —Es el momento de volver a Corea.

—Estuve esperando esto por mucho tiempo, hermano. Lo tengo todo listo, yo me encargo. —Y luego de eso Lia salió de la habitación, dispuesta a hacer un par de llamadas para empezar.

La castaña fue la primera en viajar para encargarse de amueblar la nueva casa en la que vivirían y equiparla con lo necesario porque estarían ahí por un buen tiempo. Para Christopher, la mudanza no fue tan fácil, especialmente por el tema del trabajo. Su imperio creció en poco tiempo y tenía que saldar algunos tratos con sus socios; las cosas serían difíciles ahora que él estaría en Corea, pero no imposible.

Bang estuvo preparándose mentalmente mucho tiempo para ese momento, pero cuando bajaba del avión luego de aterrizar en Corea se dio cuenta que las heridas aún estaban abiertas en el fondo de sí mismo. Su corazón latía con fuerza, tanto que su pecho dolía. Corea no era un lugar que le trajera necesariamente buenos recuerdos. ¿Importaba? No realmente. Como muchas veces lo hizo, sólo tuvo que tragarse los pensamientos raros de su mente y caminar hasta donde Lia se encontraba, para dirigirlo a lo que sería su nuevo hogar.

Desde que Christopher descubrió al verdadero Changbin se dio cuenta de que este era una persona egoísta y cruel que solo pensaba en sí mismo. Jamás se imaginó que este podría experimentar un sentimiento humano positivo como lo era el enamorarse, por eso no le creyó a Lia cuando ella llegó con el rostro neutral a contarle que había visto a Seo Changbin con el que aparentemente era su pareja, y que este estaba total y locamente enamorado de aquel omega.

Cuando lo vio con sus propios ojos no pudo evitar sonreír con gracia.

Changbin parecía un tonto moviéndose de un lado al otro, pendiente de lo que su omega y pequeña niña querían; mirando al castaño con ojos de amor, sonriendo a todo lo que él decía. Christopher soltó una risa.

El amor te ponía como el mayor de los imbéciles. Por eso en ese negocio no estaba recomendado enamorarse, eso significaba tener una debilidad. Y ahora su hermanito tenía dos.

Después del acontecimiento, Christopher mandó a sus hombres a seguir de cerca al omega para saber su rutina y luego tener una idea de cómo actuar; fueron días después que decidió acompañarlos personalmente. No supo por qué, no supo cómo, pero ese día su vida cambió por completo. Cuando vio al omega con sus propios ojos, fue que Christopher realmente pudo entenderlo... Entendió por qué su hermano estaba locamente enamorado de él.

Físicamente era un omega muy lindo, demasiado bonito para ser real. Incluso parecía haber sido esculpido por los mismísimos dioses, pero con el pasar de los días se dio cuenta de que era una buena persona y buen padre también.

Eso no debería importarle, pero lo hacía.

—Kim Seungmin... —Susurró Christopher una vez estuvo en la soledad de su habitación. Se sintió tan bien saborear ese nombre entre sus labios. Y eso... El repentino interés en el omega de su hermano realmente no estaba en sus planes.

Iba a ser completamente honesto, la idea inicial era atormentar a su hermano por medio de su omega hasta pegarle un tiro en la cabeza frente a Changbin para que sienta lo que él sintió cuando por su culpa Park Jinyoung acabó con la vida de su padre frente a sus ojos. Luego se encargaría de acabar con la estabilidad de Changbin para poder recuperar el imperio que en algún momento tuvo que pertenecerle a él también, pero no podía. Por alguna maldita razón, la idea del omega muerto le causaba una sensación de disgusto.

Sin querer, se encontró a sí mismo acompañando a sus hombres todos los días para ver a Kim Seungmin.

No quiso pensarlo de más. No era una buena idea pensarlo de más.

Una tarde en casa, decidió hablar con Lia para contarle el cambio de planes. Al principio su hermana pareció a punto de lanzarle un golpe en la cabeza para hacerlo recapacitar, pero Christopher no quería escucharla. Sabía que su hermana era la voz de su razón, pero esta vez no quiso escucharla. Sin darse cuenta sus labios soltaron:

—Kim Seungmin tiene una hija pequeña... No más de cinco años, ¿lo sabías? —Con un rostro tan serio y calculador que hasta él mismo se sorprendió.

—No lo sabía. —Soltó Lia, gruñendo levemente con los dientes apretados por el enojo.

—Pues yo tampoco. Eso es un gran cambio en los planes y lo sabes. No somos buenas personas, pero tampoco vamos a dejar a una mocosa sin su padre por la culpa de mi estúpido hermano.

No supo de dónde sacó la fuerza para mentirle a su hermana con tanta naturalidad. La verdad era que en otra ocasión no le hubiese importado si un niño estaba o no en medio de sus planes, su sed de venganza a Seo Changbin era mucho mayor.

—Bien, sé que sabes lo que haces. —Soltó la castaña mirándolo fijamente; Bang se sentía juzgado. —Si necesitas algo sabes dónde encontrarme. —Luego se dio media vuelta y caminó hasta su habitación.

Lia lo conocía mejor de lo que él mismo se conocía. Lo más probable era que ella supiera que algo, o alguien, era el causante de ese cambio brusco, pero decidió solo guardar silencio y seguir al pie de la letra las órdenes de Bang como siempre hacía.

Tal vez y sólo tal vez debió haber dicho algo en ese momento para evitar todo lo que llegó después.

El amor te ponía tonto... Muy tonto.





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¡Hola!

¿Ustedes creen que el amor nos pone tontos?  👀


¡Gracias por leer!

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