CAPÍTULO CATORCE

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Christopher suspiró frustrado mientras tomaba su café y leía algunos documentos en su computadora. Era un nuevo día lleno de trabajo y cosas que hacer, pero ahora mismo lo único que esperaba era que no fuera tan desastroso como el anterior.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Seungmin; la última persona que quería ver en ese momento. El omega entró a la gran cocina con los ojos hinchados por sus largas horas de sueño y soltando unos leves bostezos.

—Buenos días, Chris. —Saludó con normalidad, como si no hubiese querido escapar el día anterior, como si no ocupara los pensamientos de Bang las veinticuatro horas del día. Aunque bueno... Eso no tenía que saberlo.

—Buen día. —Chan carraspeó soltando esas palabras de la forma más fría e indiferente posible.

Cerró su portátil y la guardó en su maletín. No terminó de tomar el café y simplemente salió de la cocina, dejando a un confundido Seungmin de pie en medio del lugar.

—Tonto... —Bang se susurró a sí mismo, saliendo de la casa hacia su auto.

Se supone que iba a cambiar su actitud con el omega y la idea no era mostrarse nervioso, solo que Seungmin tenía un gran efecto en él y no podía negarlo más. Chan soltó un suspiro por veinteava vez en un par de horas y se subió a su auto para comenzar otro día de trabajo.

Mientras que por otro lado, Seungmin se sentó en la silla donde el alfa había estado minutos antes, pensando en por qué el repentino ¿enojo? e indiferencia del contrario. Bueno, realmente podía deducir que estaba enojado por su intento de escape el día anterior, pero nadie podía culparlo; cualquiera en su posición lo hubiese hecho. Sin embargo, intentó ignorar el sentimiento feo apresado en su pecho al recordar los ojos fríos del alfa.

Caminaba por el lugar preparando el desayuno para él y su hija pero con el alfa ocupando cada lugar de su mente.

Seungmin suspiró. Este sería un día largo.





La cabeza había estado matándolo de dolor todo el día, tanto que ni siquiera pudo concentrarse en realizar su trabajo de buena manera por lo que dejó a Yuna, su asistente, a cargo de lo poco que quedaba por hacer en la empresa. A las tres de la tarde, aproximadamente, salió del lugar para regresar a casa.

La idea principal era caminar directamente hacia su habitación sin decir una sola palabra ni darle miradas a absolutamente nadie. Quedarse ahí todo el día hundiéndose en su miseria mientras comía una ramen instantáneo y veía una película, pero los planes de cierta pequeña niña eran otros.

—¡Bang Chan! —Gritó sonriente cuando vio al alfa atravesar la puerta. Corrió hacia él rápidamente antes de que su papi le llamara la atención; abrazó sus piernas y lo miró desde abajo.

Bang sonrió de verdad... La primera sonrisa genuina que había tenido en todo el día.

—¡Dallia! —Seungmin llegó casi detrás de la niña, tomándola del brazo e intentando alejarla del alfa, pero la pequeña tenía fuerza y no se dejaba hacer. —No molestes a Chan. Llega de un largo día de trabajo, déjalo en paz.

—Pero prometió jugar conmigo al reino invadido por dragones... —Murmuró la niña con el tono de voz más triste que había escuchado Bang en toda su vida.

Una sensación fea empezó a formarse en su pecho gracias a su alfa. Chan sabía que no debía seguir actuando como si nada, no era lo correcto para él; estuvo despierto toda la noche pensando en eso.

Mafia | Chanmin | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora