CAPÍTULO NUEVE

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Sus primeros días encerrado no fueron necesariamente malos (en realidad no sabía exactamente los días que llevaba, ¿tres? tal vez cuatro). Es decir, por supuesto que prefería la comodidad y tranquilidad que le daba su hogar, pero ahí no la pasaban tan mal como esperaba pasarlo cuando lo subieron a esa camioneta y la palabra "secuestro" se instaló en su cerebro. Se podría decir que incluso Dallia estaba cómoda recostada en la gran cama; viendo sus caricaturas y feliz porque se estaba tomando unas vacaciones de la escuela.

—Buenos días, chicos. —Seungmin se sobresaltó cuando la voz de Lia rompió el silencio del lugar. La castaña entró a la habitación con una bandeja llena de cosas deliciosas para comer.

—¡Hola, Lia! —Saludó Dallia, poniéndose de pie sobre la cama para acercarse a donde se encontraba la chica con el desayuno.

—Hola... —Susurró él aún con desconfianza. No les habían hecho daño hasta ahora, pero sabía que ellos no eran buenas personas. Por lo que su hija y él no eran precisamente invitados ahí.

Y porque definitivamente las buenas personas no secuestran a otras.

Lia sólo le dedicó una sonrisa mientras seguía terminando de separar los desayunos para Dallia y él. Una vez terminado su trabajo, le tendió el tazón de yogurt con frutas a la pequeña, quien muy feliz lo recibió. Lia le entregó su desayuno también, pero él no lo aceptó.

—No tengo hambre. —Se excusó otra vez. Lia suspiró y asintió resignada a llevarse la bandeja.

—Entiendo. Mira... —Ella dudó, pero igual terminó por soltar las palabras con una mueca de incomodidad en el rostro. —Mi hermano vuelve hoy y no creo que le guste que te niegues a comer.

Seungmin quiso reír, pero no porque fuera gracioso. En realidad, quería reír para no llorar.

—No contento con retenerme a mí y a mi hija aquí en contra de nuestra voluntad, ¿también va a obligarme a comer cuando no tengo ganas de hacerlo?

Una alerta se encendió en su cabeza. Su interior le rogaba que se callara, pero no podía hacerlo.

— Seungmin, entiendo tu enojo, realmente lamento toda esta situación. Sé que tú y Dallia no tienen nada que ver aquí, pero si cooperas podrán volver muy pronto a su casa; ambos a salvo, y no tendremos que vernos nunca más. —Lia sonrió dulcemente, más su aura no demostraba lo mismo. Seungmin podía decir que esta incluso se puso un poco más sombría. —Te juro que a ti y a mí nos conviene que esto sea rápido... Mientras menos tiempo pases aquí todo será mucho mejor. —Una vez dicho esto, Lia hizo una corta reverencia y salió de la habitación, dejándolos solos.

Seungmin no supo qué carajos fue eso, pero de todos modos solo suspiró y miró a su pequeña concentrada en la televisión mientras comía de su tazón.

—Ella es rara, ¿verdad amor? —Dallia se giró a verlo y soltó una corta risita que hizo sonreír a su papá.

—Tal vez... Pero es linda. El señor alfa también lo es. —El omega frunció el ceño. Su hija no era necesariamente muy fanática de los alfas, ¿por qué de repente...?

"El señor alfa también lo es."

Seungmin suspiró otra vez y miró al techo con resignación.

Quería volver a casa.





Ya llevaba mucho tiempo pensando en si debería hacerlo o no. Si estuviese por su cuenta por supuesto que no lo hubiera dudado un segundo, pero lamentablemente no lo estaba. Dallia estaba con él. No podía arriesgarla de una forma tan irresponsable, aún no sabía de lo que era capaz esta gente y no quería averiguarlo. Seungmin suspiró de frustración, enterrando su rostro en la fría almohada maldita e innecesariamente cómoda.

Mafia | Chanmin | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora