CAPÍTULO TRES

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Seungmin ya se había acostumbrado a mantener su lado racional y animal tranquilo en toda esa semana y media donde había estado siendo observado a donde quiera que vaya. Lamentablemente para él, hoy su omega había decidido no cooperar, y rasguñaba, quejándose nervioso en su interior.

Era un jueves por la tarde, ninguno de los dos tenía cosas pendientes así que decidió salir con Dallia a comer. Todo iba perfecto, pero sintió que alguien los observaba desde unas mesas más atrás. Un escalofrío le recorrió la espalda porque ahora lo sentía cerca, muy cerca de él y su pequeña. Cuando intentó ver algo sospechoso, no encontró absolutamente nada más que algunos adolescentes y otros hombres de negocio demasiado interesados en lo suyo como para parecer unos acosadores. Lo único que logró hacer fue reforzar el agarre en la mano de su hija cada tanto, mientras esperaba que la mencionada terminase de comer su pastel de chocolate.

En oportunidades anteriores había sido fácil controlar a su omega, pero esta vez se le hacía algo imposible, y sabía perfectamente que era porque el animal sentía una amenaza cerca, por lo que su parte racional se puso más alerta. Ambos lados de Seungmin coincidían en lo mismo. Si algo le pasaba a su cachorra, por más mínimo que fuera, se encargarían de asesinar a quien sea que se atreviera a tocarla. 

De solo pensar en esa situación, la rabia se adueñaba del cuerpo de Seungmin, le daban ganas de...

—¿En serio no pasa nada, papi? —La dulce voz de su hija lo hizo volver a la realidad; la pequeña castaña lo miraba un poco asustada.

—No, bebé. —Sonrió el omega, tratando de darle seguridad a su hija. —Solo que, estaba pensando en ir a la casa los tíos Jeongin y Hyunjin para pasar el rato. ¿Qué te parece la idea? —Dallia lo miró emocionada.

—¡Sí! Quiero jugar con Boram.

—Vamos a comprar un pastel para compartir allá. —La castaña asintió frenéticamente con una sonrisa. Seungmin se levantó de su silla, esperando a que su hija hiciera lo mismo por sí misma, pero entonces ella le estiró sus pequeñas manos para que lo tomara en brazos, cosa que el omega hizo con mucho gusto, pero que al mismo tiempo le preocupó en demasía. Como toda niña de su edad, Dallia fingía independencia, por lo que muy pocas veces se dejaba cargar por Seungmin y decía que ya era una niña grande.

El omega supuso que ella sentía algo de miedo, o tal vez simplemente que algo extraño estaba pasando. Lo confirmó cuando Dallia recostó su cabeza en su hombro, cerca de su cuello, buscando su olor. La pequeña solo hacía eso cuando necesitaba protección y confort. En esa posición, caminaron hasta la caja registradora para pagar el pastel que compartirían en la casa de Hyunjin. Una vez con la bolsa en mano, ambos salieron del establecimiento. A Seungmin no se le iba la sensación de ser observado, tenía planeado tomar un taxi para su tranquilidad, pero convenientemente ninguno parecía pasar. Además de que la casa de Hyunjin, Jeongin y la pequeña Boram quedaba a solo dos cuadras.

Empezó a caminar a una velocidad normal y sonrió cuando el agarre en su cuello se reforzó. Dio un besito en el cabello castaño claro de su hija y trató de entablar una animada conversación con ella, para distraerla. Seungmin soltaba risitas cada tanto por las cosquillas en su cuello, causadas por la respiración de Dallia y los movimientos de su nariz. Su princesa estaba más tranquila, pero algo raro pasó cuando estaban a punto de llegar a la casa de los Yang. Un hombre pasó por su lado; por el olor pudo reconocer que era un alfa. Este estaba encapuchado, pero mantenía un porte fuerte. Probablemente la situación solo duró una fracción de segundo, pero Dallia se tensó y acurrucó más su carita en el cuello de Seungmin, quien no pudo pasar desapercibido aquello.

—¿Pasó algo, bebé? —Habló con la voz más dulce que pudo; Dallia se relajó un poco entre sus brazos.

—El olor me aturdió... Me dio miedo.

Mafia | Chanmin | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora