Arder

Capítulo 11: Volando con el viento

Lan Shan y yo estamos locas.

No volvimos a casa directamente. La llevé a la carretera de montaña y a otra carretera. Lan Shan me elogió por ser una conductora experimentada, estaba un poco orgullosa de mí misma. Ni siquiera me elogió cuando conducía así, así que fue una pérdida de tiempo para mí salir cuatro horas antes para comprobar los lugares.

Sabía que el viento que se aproximaba me lastimaría los ojos y todavía tenía gafas y un casco, pero Lan Shan no pidió nada y no tenía miedo de que le volaran los ojos. Me sujetaba con fuerza la cintura cuando el camino estaba lleno de baches, y cuando conducíamos por terreno llano, intentaba apoyarse en mis hombros para levantarse. Odio que la gente sea irresponsable de su propia seguridad. Cuando conducía una motocicleta de segunda mano en la escuela secundaria, mi amigo quiso pararse en el asiento trasero y actuar con calma. Tan pronto como llevó su mano sobre mi hombro, lo regañé como loco.

Tal vez sea porque Lan Shan era Lan Shan, así que no quería regañarla en absoluto. Conduje más rápido y ella estaba tan asustada que solo pudo sentarse, abrazarme y gritar, con su suave cuerpo presionado contra mi espalda. Manejé el velocímetro tan alto como si fuera una adicción. No estaría mal morir así, para que los nombres de Lan Shan y el mío pudieran estar unidos hasta la muerte. No había final más perfecto que este.

Esa noche rompí mi velocidad máxima anterior, pero no lo sabía. Si Lan Shan no me hubiera hecho preguntas a todo pulmón, su voz automáticamente amortiguada por el casco y el fuerte viento, no habría disminuido la velocidad. Reduje la velocidad y me quité el casco con una mano, lo colgué del manillar y dije: "¿Qué me preguntaste hace un momento?".

"¡Te dije que no usaras casco!"

"¿Por qué?"

La miré por el espejo retrovisor. Ella estaba recostada sobre mi hombro y riendo. Cuando hablaba, su lengua rosada asomaba, como una serpiente dejando mensajes. Su voz era tan dulce como la miel y llegaba a mis oídos:

"¡Porque entonces no puedo besarte!"

Antes de que pudiera reaccionar, Lan Shan se inclinó y me besó. Casi por reflejo, me giré hacia Lan Shan y luego comencé a maldecir en mi mente, diciendo quién hizo la estúpida regla de que debes cerrar los ojos al besar. De pronto me di cuenta de que todavía tenía miedo de la muerte, en la diezmillonésima de segundo que cerré y abrí los ojos, pero al mismo tiempo mi amor por Lan Shan comenzó a hervir, y luego rápidamente decayó: Ella me besó en ese momento y la odiaba por llevarme a la muerte.

Lan Shan me había convertido en el gato de Schrödinger. A menos que ella dijera que me amaba, no sabía si la amaba más o la odiaba más.

La mitad del cuerpo de Lan Shan estaba sobre mi hombro derecho y la motocicleta estaba inclinada hacia un lado. Pisé el acelerador y giré a la derecha a la vuelta de la esquina. Frené fuerte y salté de esta. Nos inclinamos detrás de una curva, a la sombra de la pared rocosa. Estaba tan en conflicto que estaba irremediablemente enfadada. Sólo presionar a Lan Shan contra la pared y besarla podría aliviar esta enfermedad terminal.

Gasté toda mi asignación de nueve besos y luego comencé a sobregirar, dándole a Lan Shan siempre y cuando lo tomara prestado. Ella era una usurera y yo un perro endeudado que estaba dispuesto a pasarse la vida pagándola.

Esta historia era tan hermosa que quería llorar.

Mi motocicleta estaba estacionada cuando un auto dobló la esquina y casi lo derriba. El coche pasó zumbando, pero pronto redujo la velocidad. En la siguiente curva, abrió la ventana desde lejos y nos gritó, idiotas. Lan Shan liberó su mirada desdeñosa y luego la retractó, soltando maldiciones.