Imprimación

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—¿Cómo estás? —susurré aun abrazándola.

—Ahora que estás aquí me siento mejor —contestó después de suspirar —. Es que es mucho que procesar. Me siento triste porque volviste con ella, obviamente, pero es mi culpa sentirme así, me lo advertiste. Y me siento triste también porque en algún momento, no hoy, no mañana, pero más adelante, irremediablemente te convertirás en una de esas cosas y morirás para mí. Es como si supiera que tienes una enfermedad terminal.

Se separó de mí y me miró a los ojos.

—Pero ahora estás aquí y me siento mejor, aunque sea por un rato —añadió. Me tomó de la mano y tiró de mí para volver a nuestro árbol.

Me alegré de que ningún Cullen pudiera entrar aquí, a Edythe no le haría nada de gracia verme de la mano con Julie, pero tampoco quería soltarla porque eso la pondría triste de nuevo.

Me senté en una de las raíces y ella se sentó en el suelo a mi lado, pero sin soltarme.

—No tengo una enfermedad terminal, pero entiendo lo que quieres decir, y lamento que te sientas así. Ojalá quisieras seguir siendo mi amiga de todas formas, pero sigue siendo tu decisión. En fin... mejor hablemos de otra cosa. Cuéntame cómo se tomó Quil lo de convertirse en loba —le pedí para cambiar el tema.

—Ah, Quil — suspiró de nuevo.

—Lo siento, no debí preguntar —murmuré.

—Ni se te ocurra decirle eso a ella —se rio.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque está contentísima. Es la loba más feliz del mundo.

—¿En serio? —estaba sorprendido. Todas las demás habían aceptado su destino con pena, o eso pensaba.

—Quil considera que es lo mejor que le ha pasado en la vida. En primer lugar, al fin sabe de qué se trata el secreto, en segundo, recuperó a sus amigas y ahora incluso tiene más, y en tercero, siente que está a la moda. A la moda lobuna, si es que eso existe.

—¿Entonces le gusta?

—Beau, a casi todas les gusta. Ya te lo había dicho, tiene sus ventajas. La velocidad, la libertad, la fuerza, el sentido de familia, la oportunidad de matar vamp... lo siento —se aclaró la garganta en cuanto vio que levantaba una ceja —. En fin, las únicas amargadas somos Sam y yo. Y ya ni siquiera Sam, así que soy la única quejumbrosa ahora.

—¿Por qué a Sam tampoco le gusta?

—Es una larga historia —suspiró dramáticamente.

—Bueno, yo te conté una bastante larga también, y todavía tengo tiempo —dije mirando mi reloj.

—¿Tienes una cita hoy? —preguntó con sarcasmo.

—Sí, con Becca Cheney.

Esta vez fue ella quien levantó las cejas.

—Es una broma —rei al ver su cara —. Becca mi amiga del colegio, voy a ayudarle a ella y a su novio Allen a terminar unas tarjetas de invitación —expliqué.

—Ya. ¿Se va a enojar contigo por venir aquí? —sabía que no estaba hablando de Becca.

—Tal vez. Me pidió que no lo hiciera, pero, de todos modos, yo tomo mis propias decisiones —me encogí de hombros tratando de creerme mis propias palabras.

—No la entiendo. Si no quiere que nos veamos, ¿por qué me envió contigo a Florida?

—No es eso. Me dijo que no le importa si nos vemos en mi casa o en otro lugar, lo que no le gusta es que venga aquí donde ella no puede entrar. Teme que entres en fase y me arranques la cabeza.

Eclipse (Versión Vida y Muerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora