Confianza

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Llegamos a la playa de siempre. Ya pensaba en este lugar como "nuestra playa", lo que me hacía un poco de ruido en la cabeza. ¿Era correcto tener un lugar que fuera nuestro igual a como tenía el prado con Edythe? Sacudí la cabeza para alejar el pensamiento. Julie no se dio cuenta, entusiasmada como estaba por nuestra fuga. Prácticamente iba saltando de alegría. Cuando actuaba así me recordaba lo joven que era.

—¿Crees que vengan a buscarte? —preguntó de pronto, incorrectamente esperanzada en vez de precavida.

—No, pero las cosas no van a ser divertidas esta noche —comenté.

—Entonces no regreses —sugirió con una sonrisa traviesa.

—Claro, a Charlie le va a encantar —contesté con sarcasmo.

—Estoy segura de que no le importaría.

—Sí, tienes razón —admití. Seguro que hasta me traía mis cosas si lo llamaba y le decía que me quedaba a vivir con Julie, era obvio que la prefería sobre Edythe. Me pregunté a quién escogería si supiera que la verdadera elección era sobre vivir con vampiros o con chicas que se convertían en lobas gigantes a voluntad.

—Tendrás que dormir en el sofá. Mamá te quiere mucho pero no te va a dejar dormir conmigo —suspiró fingiendo profunda tristeza.

—¿Estás segura? Ya nos vio saliendo de tu habitación medio dormidos una vez y no dijo nada —le recordé imitando su sonrisa pícara.

—¿Cuándo? —preguntó realmente extrañada.

—La tarde del fatídico salto del acantilado. Nos quedamos dormidos en tu cama —me pregunté qué pensaría Edythe de eso. Mejor no saberlo nunca.

—Ah, cierto. Esa tarde murió Holly, por eso no nos dijo nada, tenía la cabeza en otra parte —murmuró —. Fue agradable dormir contigo —sonrió de nuevo y apartó la mirada para lanzar una piedra al mar.

También lo había sido para mí, después de todo me estaba congelando esa tarde después de mi inmersión en el mar helado y Jules era como un radiador, pero no lo admití en voz alta. En vez de eso decidí cambiar de tema mientras Julie volvía a caminar medio bailando.

—¿Y qué hay de nuevo? ¿Hay chismes interesantes sobre la manada esta vez? —pregunté con desenfado.

Julie frenó en seco y resbaló. Logró mantener el equilibrio y luego me miró con los ojos muy abiertos.

—¿Qué? Sólo bromeaba —me escudé, pero ella abrió levemente la boca, sorprendida —. Di en el clavo, ¿verdad? Hay chismes.

—Pues sí, un par —admitió —. No tienes idea de lo extraño que es tener a todo el mundo en mi cabeza todo el tiempo. Y cuando creo que tengo un descanso, vienes tú y prácticamente lo lees en mi cara.

—No, en serio sólo era una broma —le aseguré —. Pero ahora quiero saber.

Ella vaciló un segundo, como si no estuviera segura de qué tanto podía contarme, pero se encogió de hombros y continuó.

—Quil se ha imprimado. Ya es la tercera y las demás empezamos a sentirnos nerviosas. Tal vez sea más común que lo que dicen las historias.

De repente se volvió para observarme fijamente a los ojos y con la frente fruncida en un gesto de concentración.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté dando un paso hacia atrás, incómodo.

Ella suspiró y apartó la mirada.

—Nada —murmuró pateando una piedra del suelo.

—¿Y por qué las pone nerviosas que Quil se imprima?

Eclipse (Versión Vida y Muerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora