Despedida

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Me desperté por la mañana y traté de retorcerme para acomodarme mejor y que la luz del día que entraba a través de las paredes de la tienda no me molestara los ojos, pero estaba completamente atrapado en el fuerte abrazo de Julie. Incluso tenía una de sus piernas encima de las mías y no pude moverme, estaba totalmente inmovilizado. Además, me estaba muriendo de calor.

Esperé un minuto y luego volví a tratar de moverme, logrando apartar mi cara de su cuello... lo suficiente como para que mi mirada se encontrara con la de Edythe, que me miraba tranquila, pero con una leve expresión de dolor en el rostro.

—¿Subió la temperatura ya? —susurré.

—Sí, por fin. Creo que ya no necesitas el radiador —me indicó con algo de impaciencia.

Traté de alcanzar la cremallera del saco de dormir, pero Jules se removió en sueños y me apretó aún más contra ella.

—¿Por qué pesa tanto? Es puro músculo esta chica —murmuré —Eh, Jules, despierta —le pedí sacudiéndola un poco, pero no funcionó.

—¿Te ayudo? —preguntó Edythe esbozando una sonrisa malvada. Se acercó rápidamente y abrió de un tirón el saco de dormir, con lo que Julie cayó a través de la abertura y dio un salto al tocar con su espalda el suelo helado de la tienda.

—¡Ah! —exclamó con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

—Buenos días —saludó Edythe con la voz fría como el hielo —. La temperatura subió, ya no necesitamos de tus servicios, muchas gracias.

—Eso no era necesario, ya la iba a despertar yo —murmuré sintiéndome mal por Julie —. ¿Estás bien? —le pregunté, todavía parecía un poco desorientada.

—Sí, creo que todavía estoy medio dormida —admitió —. Si ya te vas a levantar, quítate y déjame el saco, voy a dormir un rato más. Esta no pasará a la historia por ser la noche en la que mejor he dormido —bostezó.

—Fue idea tuya —replicó Edythe.

—No dije que fuera una mala noche, sólo que dormí poco. Me gusta el silencio para dormir y parecía que Beau no se iba a callar nunca, no sabía que hablaba dormido. Cuando durmió conmigo no dijo nada.

Salí del saco de dormir para que ella pudiera meterse en él mientras sentía como mi rostro se ponía caliente de vergüenza. No sabía qué tanto había dicho durante la noche, pero las perspectivas no eran halagadoras.

—Me alegro de que lo hayas disfrutado tanto —murmuró Edythe con amargura.

Julie ya se había metido en el saco y cerrado los ojos, pero los abrió, con un brillo divertido en su mirada.

—¿Y tú no pasaste una buena noche? —le preguntó a Edythe con petulancia.

—No ha sido la peor noche de mi vida, si tanto te interesa saberlo.

—¿Pero al menos está entre las diez peores? —fingió una voz suplicante.

—Posiblemente.

—¡Sí! —exclamó Julie, haciendo un gesto de triunfo con el puño mientras cerraba los ojos de nuevo.

—Sin embargo —añadió Edythe, torciendo una sonrisa e imitando el tono de petulancia —, aun si hubiera podido ocupar tu lugar no hubiera estado ni cerca de estar entre las diez mejores. ¿Qué te parece? Puedes soñar con eso, si quieres.

Julie volvió a abrir los ojos con un gesto de fastidio.

—¿Sabes qué? —se sentó —. Creo que hay demasiada gente aquí dentro.

—No podría estar más de acuerdo.

—¿Podrían dejar de disc...? —traté de intervenir, pero entonces Julie se quitó el saco de dormir de encima y luego con total naturalidad, se quitó la camiseta.

Eclipse (Versión Vida y Muerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora