𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝟒

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Las noches parecían ser el momento perfecto para Harwin y Arabella, pese a que faltaba poco para su boda, ambos parecían comenzar algunas reglas dejándose llevar por las ganas, la lujurio y el deseo. Quizás en esos meses el sentimiento de amar entre ellos no había surgido, pero había otro que sí, tan fuerte como para esperar a su noche de bodas.

Arabella se encontraba sentada en las piernas del guardia, jugando con los listones del camisón blanco que traía, Harwin por su parte, la sostenía de los muslos para que no cayera, dando pequeñas caricias por debajo de la tela del camisón que ella traía, ambos tenían sus miradas juntas, chocando ese azul deseoso con el violeta juguetón de la chaqueta.

—Arabella... —rogó queriendo juntar sus labios, la castaña se alejó dejando escapar una risa—. Deja de torturarme así, ¿quieres?

La castaña ladeó su cabeza fingiendo estar confundida, relamió sus labios jalando del listón que tenía en sus manos, revelando el pecho del guardia, Harwin no se quedó quieto ante esa jugada, por lo que deslizó su mano por el muslo de la joven hasta llegar a sus caderas ganándose una mirada de la joven.

—Si juegas con fuego, te vas a quemar —canturreó al oído del guardia

—Estoy dispuesto a quemarme —soltó tomando el rostro de la joven con su mano libre para juntar sus labios—, prometo que te consigo el té de luna sin que nadie lo sepa.

—Falta poco para la boda —recordó volviendo a juntar sus labios, es un beso lento lleno de pasión y deseo—, el bebé de Alicent nacerá pronto, y.... ¡ahg! —exclamó al sentir los dedos del guardia rozar su feminidad

—Nadie nos está viendo —insistió el guardia dejando un par de besos en su cuello—. Hacerlo ahora o en unos meses no hará diferencia —sintió la mano de Arabella levantar parte de su camisón para dejar su mano debajo de la tela acariciando su abdomen—. Incluso tú lo deseas.

—Alguien podría oírnos —recordó volviendo a juntar sus labios

La castaña se acomodó mejor sobre el regazo del guardia, continuando con el beso, dándole una profundidad que sabría la llevaría a algo más, su mano se deslizó por su pecho mientras que la otra se deslizaba por los rizos del castaño, la mano del guardia la sostenía por la cintura mientras que la otra apretaba su muslo lentamente.

—¡Princesa! —la puerta de la habitación se abrió bruscamente tomándolos por sorpresa—. Oh... yo... —Arabella se separó del guardia acomodando su camisón y peinado—, lamento interrumpir... —su mirada cayó en el guardia que se quedó en la misma posición acomodando su ropa

—¿Qué ocurre para que vengas a mi habitación de esta forma? —soltó con dureza caminando hacía la dama para cerrar la puerta impidiendo que cualquier persona que siguiera en los pasillos viera a su futuro esposo visitando sus aposentos a esas horas de la noche, ya tenía bastante con la mirada que Eric le daba—, no viste nada —el guardia sonrió con burla, haciendo una seña de que quería en silencio

—La reina ha entrado en labor de parto —respondió con nervios, Harwin y Arabella intercambiaron miradas rápidamente—, de verdad no quería interrumpir, princesa, ¿desea que le pida un té?

—No, no necesito ningún té, y tu no viste nada, ¿entendido? —advirtió a la mujer yendo a tomar un vestido—, ayúdame a ponerme esto para ir con la reina.

—Por supuesto, princesa —tomó los cordones del corsé comenzando a anudarlos con rapidez

Harwin seguía estático en su lugar, con una mano en su boca intentando que no se notara la sonrisa que tenía en sus labios, ambos estaban molestos por la interrupción, incomodos con sensaciones en sus cuerpos que no desaparecían pronto.

Unhappy marriage [Harwin Strong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora