028; Víctima, Parte 1

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La negación era aún peor cuando no podías superar el pasado. Los segundos se volvieron horas, las horas días y, a su vez, los días se habían convertido en un mes de interminables pennsamientos.

—¿Qué desayunaremos?

La voz de su esposa resonó en la habitación, ella llegaba y entraba como si nada hubiese ocurrido; como si nunca le hubiera sido infiel rompiendo las leyes del supuesto amor incondicional que se tenían. Su perro comenzó a gruñirle a la mujer mientras se acurrucaba sobre las sábanas abrazando un abrigo perteneciente a la única humana que alguna vez pudo soportar.

—¿Quieres que te explique los límites de un proceso de divorcio?—dijo él, aún hundido entre sus calidad sábanas.

—No voy a dejar que me amenaces en el lugar en el que alguna vez estuvimos felices—lo peor de aquella pelirroja era el carácter; terca como una mula, probablemente estaba destinada a ser odiosa con esa forma que tenía de decir las cosas—, He preparado huevos revueltos, baja y desayunemos.

—Tienes hasta mañana para irte. No te quiero aquí en mis vacaciones.

Enzo se removió entre las sabas, tratando de apagar la voz que invadía en su habitación, se levantó y caminó hacia el baño cerrando de un portazo. La pelirroja se echó hacia atrás sobre la cama, suspirando rendida ante el comportamiento de ignorancia de su esposo. En cuanto su espalda tocó el cómodo colchón en el que alguna vez habían dormido juntos, el animal peludo se bajó de la cama, no sin llevarse consigo el abrigo.

Era frustrante tenerla cerca a cada momento, honestamente, su vida se había vuelto más feliz en cuanto se dió cuenta de que no la necesitaba, que era perfectamente capaz de sobrevivir sin el amor de una esposa y más; el simple hecho de poder volver a enamorarse otra vez y de alguien excepcional, una chica como ____, sencilla, cálida y dispuesta a escucharlo si se atrevía a hablarle durante toda una noche. Sin lugar a dudas nunca se había sentido así, era como si hubiera encontrado a su otra mitad, alguien totalmente diferente a él.

Era diferente con Jayme. Ambos eran tercos, arrogantes y en busca de la razón la mayoría del tiempo. Si su matrimonio no se acababa por la infidelidad de ella, probablemente lo habría hecho por sus constantes peleas que únicamente resolvían olvidando el tema sin conversación de por medio, fingiendo como si nunca hubiesen peleado.

Enzo salió del baño con la mente enredada en un torbellino de pensamientos, tratando de encontrar un resquicio de calma en medio de la tormenta emocional que lo consumía. Se puso ropa cómoda, listo para salir a correr y liberar un poco de la tensión acumulada en su interior.

Al bajar las escaleras, se encontró con Jayme sentada en la mesa de la cocina, mirándolo fijamente desde el otro extremo con dos platos de desayuno servidos frente a ella. Su presencia solo aumentó la incomodidad que ya sentía, pero Enzo decidió ignorarla mientras buscaba la correa de Xander, su perro.

—¿Qué harás, Enzo? —preguntó Jayme, rompiendo el silencio tenso que se había instalado en la cocina.

Enzo suspiró, sintiendo la frustración burbujear dentro de él mientras continuaba con su búsqueda, tratando de ignorar las palabras de Jayme.

—Saldré a correr —respondió finalmente, en un tono que dejaba en claro su falta de interés en entablar cualquier tipo de conversación con ella.

Jayme soltó una risa irónica, haciendo que Enzo se detuviera y la mirara con gesto molesto.

—Sabes cuánto odio que me mientan, Enzo. No soy estúpida —dijo con una sonrisa burlona, como si estuviera disfrutando del malestar que causaba en él.

Enzo frunció el ceño ante las palabras de Jayme, sintiendo la incomodidad aumentar con cada instante que pasaba.

—No tendría razón alguna para mentirte, Jayme. No soy como tú —respondió Enzo, tratando de mantener la calma a pesar de la creciente tensión en el aire.

Jayme soltó una risa irónica, como si encontrara divertido el hecho de que Enzo intentara negar lo evidente.

—Oh, Enzo, sabes tan bien como yo que puedo detectar tus mentiras a kilómetros de distancia —dijo Jayme, con una mirada penetrante que hizo que Enzo se sintiera incómodo—. Los pequeños gestos, los cambios en tu tono de voz... son señales claras de que algo anda mal.

Enzo apretó los puños con frustración, sabiendo que Jayme tenía razón en parte. No era bueno ocultando sus emociones, y eso solo parecía confirmar las sospechas de Jayme.

—No sé de qué estás hablando, Jayme —respondió Enzo, intentando mantener su compostura a pesar del nudo en su estómago.

Jayme simplemente sonrió con suficiencia, como si supiera que tenía la ventaja en esa situación.

—Oh, cariño, no te hagas el inocente. Te conozco mejor de lo que crees —dijo Jayme, levantándose de la mesa con elegancia—. ¿Vas a buscarla? No me sorprende que tengas su horario o algo así, eres bastante obsesivo a veces con lo que te gusta.

Enzo frunció el ceño, sintiendo una mezcla de ira y frustración arder dentro de él. Sabía que no podía evitar a Jayme por mucho tiempo, pero en ese momento, la idea de tener que enfrentarla era más de lo que podía soportar. Sin decir una palabra más, agarró la correa de Xander y salió de la casa, dejando a Jayme sola en la cocina con sus pensamientos y su desayuno sin tocar.

Una vez fuera de casa supo reconocer las palabras de su exesposa; Claro que iba en busca de la chica.

Enzo se encontraba en el parque central de la ciudad, rodeado de personas que disfrutaban del aire libre junto a sus mascotas. Mientras trotaba junto a Zander, su mente se perdía en los recuerdos de la conversación con Jayme. En un rincón del parque, cerca de las tiendas, divisó a ___ y su amiga Maya sentadas en el césped, absortas en la lectura de un libro. Una oleada de emociones lo invadió al verla, pero se mantuvo a distancia, observándola en silencio desde la distancia. Zander, siempre atento a su dueño, lo siguió con pasos ligeros mientras Enzo se detenía frente a un banco cercano. Se sentó y dejó que su mirada se perdiera en ___ mientras ella disfrutaba de la mañana cálida junto a su amiga.

La tentación de acercarse y hablar con ella era fuerte, pero la incertidumbre y el miedo lo mantenían anclado en su lugar. Sus pensamientos se debatían entre el deseo de aclarar las cosas con ___ y el temor al rechazo. Mientras tanto, Zander soltaba pequeños gemidos, como si pudiera sentir la lucha interna de su dueño. Enzo le acarició la cabeza, agradecido por su fiel compañía.

—Lo sé, también la extraño...—murmuró hacia su mascota, quién se apegaba a su tobillo en un llanto pequeño.

Apoyó una mano sobre su mentón mientras decidía qué hacer, viendo directamente en la dirección en la que ___ estaba.

En un instante de distracción, mientras me preparaba para retirarme y regresar a casa, Zander tiró repentinamente de la correa, rompiéndola en un rápido movimiento

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En un instante de distracción, mientras me preparaba para retirarme y regresar a casa, Zander tiró repentinamente de la correa, rompiéndola en un rápido movimiento. Antes de que pudiera reaccionar, el perro partió en una carrera desenfrenada en dirección hacia ___, con una determinación que nunca había visto en él.

Mi corazón se aceleró con una mezcla de sorpresa y preocupación mientras corría tras Zander, tratando desesperadamente de alcanzarlo antes de que fuera demasiado tarde. El aire ardía en mis pulmones mientras me esforzaba por seguir el ritmo de mi fiel compañero, cuyos pasos decididos parecían no conocer límites.


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