El primer día de clases llegó con un aluvión de nervios y anticipación. Las tardanzas nunca habían sido mi fuerte, pero esa mañana una serie de acontecimientos imprevistos habían conspirado en mi contra. Mientras corría por los pasillos resonantes, el reloj avanzaba con cada paso apresurado, sentí que el peso de la ansiedad se apoderaba de mí.
—No puede ser... No hoy, no hoy...—me quejé entre dientes.
Al doblar una esquina con urgencia, mi trayectoria se cruzó con una fuerza inesperada. La colisión fue repentina y desorientadora. Mientras retrocedía, intentando recuperar el equilibrio, me encontré cara a cara nada menos que con el profesor Vogrincic.
—Lo siento mucho, no vi por dónde iba —me disculpé apresuradamente, agachándome para recoger mis cosas.
Me miró en silencio por un momento, como si estuviera evaluando si aceptaba mi disculpa o no. Pero luego, de alguna forma, su mirada se suavizó, y pude vislumbrar un destello de calidez en sus ojos.
La intensidad de su mirada, esos penetrantes ojos color miel, me mantuvieron en el lugar. El tiempo pareció detenerse cuando un escalofrío recorrió mi espalda. Su comportamiento era nada menos que estoico y el silencio entre nosotros era palpable. En ese momento congelado, no pude evitar sentir una sensación de vulnerabilidad, como si su mirada me hubiera quitado cualquier apariencia de compostura.
Una brisa helada recorrió el pasillo y tragué saliva, mis palabras atrapadas en una tensión tácita. La expresión severa del profesor Vogrincic parecía transmitir una desaprobación que cortó el aire. Sin pronunciar una sola palabra, se hizo a un lado, con los ojos todavía fijos en mí.
—Ten más cuidado la próxima vez, jovencita —dijo finalmente en un tono menos brusco de lo que esperaba, y me ayudó a recoger los libros esparcidos por el suelo.
Finalmente, el profesor me permitió entrar al salón de clases y me dirigí apresuradamente a mi puesto, en el último rincón del salón. Mientras me sentaba, pude sentir su mirada fija en mí por un instante, como si algo en mí le hubiera llamado la atención. Aproveché la oportunidad para recomponerme y rápidamente comencé a sacar mis cosas. El peso de su fría mirada persistió, dejándome con una sensación de inquietud que me siguió mucho después del encuentro.
Con el peso de la mirada del profesor Vogrincic todavía grabado en mi memoria, no pude quitarme la sensacion de los nervios.
—¿Son estas horas de llegar?—Maya, mi amiga, me susurra mientras acomodaba mis cosas en mi puesto.
—La maldita alarma. Olvidé que mi teléfono no funcionaba...
—¿Qué hay de lo que te dijo tu mamá?
—No, decidí no pedírselo. Ha estado muy estresada con el trabajo y hoy se fue de viaje, volverá el miércoles. Además lo olvidó.
—Oh... Ey, ¿Vienes a mi casa después de clase?—asentí, odiaba estar en casa sola cuando mi mamá no estaba.
La clase comenzó oficialmente cuando el profesor Vogrincic se puso de pie frente a nosotros, sosteniendo un ejemplar de "It" de Stephen King en sus manos.
—Este semestre, vamos a sumergirnos en el mundo del maestro del terror, Stephen King —anunció con entusiasmo—. Exploraremos su estilo narrativo, su capacidad para crear personajes memorables y su habilidad para mantenernos al borde del asiento-, su voz grave resonaba en el salón, dándome tiempo de analizar su mirada, que era muy pesada—¿Conocen un poco sobre Stephen King?—Maya me dió un codazo, ¿Cuál podría ser la coincidencia de que haya mencionado a mi escritor favorito?
Mis nervios me prohibieron contestar, no podía, las palabras no me salían. Estaba quieta, respirando profundamente mientras me perdía en la postura del profesor, la forma en que se apoyaba del escritorio, sus manos grandes sosteniendo un libro del susodicho escritor; algo dentro de mi ser se quedó en seco.
—¿Nadie?—se quedó esperando una respuesta, Maya vuelve a golpear mi brazo.
—Yo lo conozco—me animé a decir— es mi escritor favorito.
En ese preciso instante, se produjo una notable transformación en la expresión de su rostro. Las arrugas en las cuencas de sus ojos se hicieron más pronunciadas, sus labios se curvaron hacia arriba y adoptó una postura erguida mientras me miraba intensamente. ¿Me estaba sonriendo? ¿Cómo era posible? Hace apenas unos momentos, su semblante irradiaba arrogancia, pero ahora ha experimentado un cambio radical. Una amplia sonrisa ilumina su rostro, demostrando su alegría por recibir una respuesta de alguien en esta clase. Es evidente que el profesor Vogrincic está consciente de nuestra reputación como el grupo más bullicioso y desordenado, y su rostro al entrar al salón me transmitía el mensaje de que conocía nuestra condición de adolescentes incontrolables.
—Digame, ¿Cuál es su nombre?
—___ Zoellick.
—Señorita Zoellick, ¿Puede compartirnos su libro favorito de Stephen King?
Mis ojos se iluminaron al escuchar esas palabras. Stephen King era mi autor favorito, y no podía creer mi suerte al tener la oportunidad de estudiarlo a fondo en esta clase.
—La niebla.—dije, sonriéndole levemente.
La clase quedó en silencio, todos los ojos puestos en mí y en el profesor Vogrincic. La atmósfera cambió y no pude evitar la sensación de estar bajo el foco de atención. A medida que pasaban los segundos, comencé a sentir el peso de su intensa mirada, como si pudiera ver más allá de las palabras que dije, hasta el centro mismo de mi ser.
La sonrisa del profesor Vogrincic persistió, una curva misteriosa que añadió una cualidad enigmática a sus rasgos. Era un marcado contraste con la severidad que había percibido inicialmente cuando entró al salón de clases. La transformación me intrigó y una mezcla de curiosidad y aprensión llenó la habitación.
—Ah, 'La Niebla'—repitió, asintiendo en reconocimiento. —Una elección realmente cautivadora. King tiene una manera de tejer historias intrincadas que permanecen contigo.
Sentí una oleada de confianza, alentada por su respuesta positiva. El nerviosismo inicial comenzó a disiparse, siendo reemplazado por una creciente fascinación por la dinámica que se desarrollaba.
—Ahora, señorita Zoellick, dado que aprecia los giros inesperados y la planificación meticulosa de 'La niebla', imagine que se encuentra en una situación similar. ¿Cómo afrontaría los desafíos presentados en la trama?—La pregunta del profesor Vogrincic quedó en el aire, invitándome a profundizar en los temas del libro.
Me tomé un momento para ordenar mis pensamientos, tratando de recordar el linro en aquellos tres segundos en los que estuve callada.
—Creo que adaptarse a lo inesperado y estar un paso por delante sería crucial. En 'La Niebla', los personajes se enfrentaban a peligros impredecibles y la supervivencia requería rapidez de pensamiento e ingenio. Se trata de tomar decisiones que no sólo garanticen la propia seguridad, sino que también contribuyan a la supervivencia colectiva del grupo.
Los ojos del profesor Vogrincic brillaron con aprobación y no pude evitar sentir una sensación de logro.
—Quiero que todos tomen un momento para apreciar las palabras de su compañera. También quiero que mañana traigan un manuscrito de King, no necesariamente un libro, más bien alguna frase o algún capítulo que les haya gustado de alguno de sus libros.
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Resultó que mi primera clase de literatura no fue una excepción después de todo.
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Older (Teacher's Pet, versión Enzo Vogrincic)
FanficSi la tentación es difícil de contener, entonces hay que ceder.