Lentamente caminé hacia Enmu mientras él retrocedía con un evidente temor hacia mí, al saber que esta vez su castigo no sería solo un simple regaño de mi parte.
"Entonces... ¿Cuál es tu explicación, mi querido Enmu?" En su rostro usualmente calmado y sereno apareció un destello de miedo mientras seguía retrocediendo por cada paso que yo daba en su dirección.
"Daki-san... solo fui en busca de un pequeño bocadillo, pero me la encontré y acabo persiguiéndome hasta llegar aquí." Lo vi tragar por un momento antes de continuar y por fin levantar la mirada. "Aparentemente nos descubrió a todos, no sé bien como, pero ella afirmó que todos los residentes de este local eran demonios."
Ante esa declaración no pude evitar sorprenderme y una ola de miedo me recorrió todo el cuerpo. "Estás... mintiendo ¿no?"
Enmu solo negó con la cabeza mientras me veía con ligera culpa. "Daki-san, creo que ya deberíamos dejar de escondernos." Vi como sus expresiones cambiaban rápidamente de una frustración bien escondida a la claridad a la que uno usualmente llega cuando acaba de recordar algo importante.
"Debemos secuestrarlas a todas." Lo vi con exasperación ante ese comentario que acababa de lanzar y estaba a punto de darle un susto con mis fajas cuando el soltó. "La misión de Muzan-sama, debo vencer a un Pilar y ellas tres serían el cebo perfecto."
La comprensión me llegó al recordar este dato, seguida de la preocupación al saber que la vida de Enmu aún no estaba asegurada mientras no cumpliera con esa orden. Me culpé a mí misma por haber pasado por alto ese detalle tan importante y al no sentirme dispuesta a seguir cometiendo errores finalmente llamé a Gyutaro en busca de consejo.
"¿Es simple no crees?" Gyutaro se cruzó de brazos mientras me observaba con la ceja ligeramente elevada. "La idea de Enmu suena razonable, usémoslas como carnada."
Antes de que pudiera decir cualquier cosa para replicarlo el continuó hablando. "Sé bien lo que te preocupa, pero debes confiar más en nosotros hermanita. He visto sus progresos individuales a la hora del entrenamiento y te puedo decir con absoluta seguridad lo mucho que han mejorado." Se acercó caminando en mi dirección mientras pasaba su mano por mi cabello y me acariciaba como si nuevamente yo fuera esa niña pequeña que el cuidó por tanto tiempo.
Se sentía reconfortante.
"Ya no te preocupes por esas pequeñeces, a partir de ahora hay que dejar de escondernos. Y respecto al plan de Enmu, solo tengo algunas ideas más que agregar." Escuché atenta todo su relato y luego de tantos años por fin sentí algo que había perdido hace mucho.
Seguridad.
La seguridad y plena confianza en nuestra propia fortaleza, en nuestra propia fuerza. Gyutaro tenía razón, no había motivos para temer a simples humanos, y aunque yo sabía bien en lo que se convertirían a futuro, todavía no lo eran. Reencarné en este cuerpo hace tanto tiempo, fue hace ya más de un siglo, y aun así... desde el primer momento en que pisé este mundo, el temor a afrontar el destino que yo consideraba inevitable había seguido atormentándome. Hoy por fin ese miedo había desaparecido, remplazado por la absoluta confianza en quienes me habían acompañado hasta ahora.
Yo tenía claro que no era buena, era egoísta. No tenía ningún interés particular en el resto, siempre y cuando no se metieran con mi familia, yo no les tomaría importancia alguna. Ahora... Muzan era una excepción temporal a esta regla, él tenía control absoluto sobre todos nosotros. Control que esperaba poder retirar lo antes posible, sin embargo, en el corto plazo esa idea no estaba habilitada.
Aún recordaba la habilidad de alquimia que había ganado entre los regalos especiales de la diosa, sin duda era algo útil, pero mis oportunidades de probarla hasta ahora habían sido muy escasas. Esperaba que eso cambiara pronto.