Capítulo 10

937 127 0
                                    

Por fin habíamos llegado al Distrito Rojo, y para no levantar las sospechas de la gente había hecho un pequeño arreglo previamente. Con los respectivos permisos de Rui y Kazumi les cambié la apariencia. Ahora lucían unos años mayores, aparentaban 16, y afortunadamente no encontraron problema en ello, aunque al principio sí sospecharon un poco del que tuviera "artes demoniacas" tan distintas entre sí.


Rui

Rui

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Kazumi

Kazumi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La historia de fondo que dimos fue que eran unos primos lejanos nuestros y que como sus padres acababan de fallecer nos haríamos cargo de ellos hasta que cumplieran la edad adulta. Ellos trabajarían en nuestra tienda mientras Gyutaro y yo los cuidaríamos, alimentaríamos, todo como si fuésemos sus hermanos mayores. Además, olvide decir que los niños araña ya tenían los tatuajes también, así que podían entrar a la mansión libremente y cuando quisieran. Solo les advertí que evitaran ser descubiertos.

Ahora, yo me encontraba algo preocupada. Cierto demonio estaba rondando en mi mente, sí, Enmu. Me estaba debatiendo entre salvarlo o no. O sea, es cierto que es un psicópata pero su diseño es muy lindo y también... técnicamente no es su culpa experimentar todo como si fuese un sueño. Quería salvarlo a él también pero para esta ocasión sabía que me mi encuentro con Kyojuro sería inevitable y los mismo con el equipo Kamaboko.

Da igual, eso lo vería en el momento, aún faltaba más de un mes para el evento del Tren.

En ese mes pasamos con nuestra rutina diaria: atender el local todo el día, entrenar por la noche, y tiempo libre por la madrugada ya sea para cazar o flojear. Gyutaro y yo buscábamos mejorar constantemente pero esta vez nos enfocamos un poco más en los niños araña. En palabras de Gyutaro: Si se presenta una batalla no necesitamos estorbos. Aunque yo sabía bien que él se había encariñado con ellos y eso me causaba ternura.

Así pasó un mes rápidamente y llegó el día de anunciar mi nuevo viaje. Aunque esta vez sabía que muy probablemente no podría irme sola así como así, era sospechoso, así que mi mejor opción a seguir era invitarlos a todos. Haríamos turismo por algunas ciudades ubicadas curiosamente cerca al Tren, seguramente la gente local nos recomendaría abordar el Tren contándonos acerca lo impresionante que es, una experiencia única y demás. Bueno, algo me decía que de alguna forma llegaríamos al Tren en el momento exacto que buscaba.

"Gyutaro, Rui, Kazumi ¿qué les parece un pequeño viaje?"
"¿Un viaje?" Preguntó un interesado Rui.
"¿A dónde sería?" Añadió Kazumi.
"Otro nuevo viaje hermanita... en serio, ¿a dónde esta vez? La última vez fuiste a la montaña de Rui" Me dijo señalando al nombrado.
"Esta vez es solo turismo hermanito... escuche de unos viajeros que la ciudad de Kioto es muy bella. Quiero visitarla, y me gustaría que esta vez vayamos todos juntos. Como un paseo familiar."
"Yo sí quiero ir, nunca había salido antes de la montaña y hace poco que vine aquí con ustedes. Yo me apunto."
"¡Gracias Kazumi! ¿tú que dices Rui?"
"Supongo que también voy, no haría mal una salida."
"Perfecto, somos mayoría hermanito. ¿Vienes o no?"
"*suspiro* Que más da... vamos de una vez todos."

Tardamos como una semana en llegar a Kioto y tal como dije, la gente local empezó a hablarnos del famoso Tren Mugen, eso naturalmente despertó la curiosidad de mi querido hermanito y los niños araña y en poco tiempo ya estábamos en la estación.

"Es un lindo lugar... se ve interesante." Dije algo emocionada.
"Sí... los humanos en serio están progresando." Comentó Gyutaro mientras observaba todo a nuestro alrededor.

Me distraje un poco al ver que el tren ya estaba por llegar, pude verlo a distancia, pero un pequeño toque en mi brazo me hizo reaccionar.

"¿Qué sucede Rui?"
"Allá... son los cazadores de esa vez..." Me señaló con sus ojos la dirección y pude ver que hablaba del equipo Kamaboko. Estaban como a 50 metros de nosotros y lucían algo perdidos.
"Gyutaro... niños, no permitiremos que nuestro paseo se vea arruinado por la presencia de los cazadores. Solo subamos al tren y disfrutemos del viaje, sin nervios ¿vale? Nuestro disfraz es muy bueno como para ser descubiertos." Y aunque dije eso ni bien entramos me puse una capucha para cubrir mi cabello ya que eso era lo más distintivo de mí. Solo queda confiar en nuestra suerte...

Ya todos éramos conscientes de la presencia de los cazadores pero decidimos ignorarlos. Yo me sentí mal por la mentira que dije, si bien nuestro disfraz era muy bueno y fácilmente podríamos pasar como humanos normales no me confiaba del todo con el gran olfato de Tanjiro y la aguda audición de Zenitsu.
Igual decidimos ocultar nuestras presencias lo más que pudimos para evitar posibles riesgos y nos aseguramos de estar en un vagón distinto a ellos. En el camino nos topamos con un pilar, adivinaste, Kyojuro Rengoku, pero él estaba ocupado comiendo así que pasamos rápido por su vagón y fuimos al siguiente. De reojo noté que se quedó mirándonos por unos pocos segundos antes de volver su atención a su plato.

Por fin podríamos disfrutar del viaje.

"Bien... ¿Qué les parece el paisaje?" Pregunté con una sonrisa.
"Es cómodo diría yo, aunque definitivamente yo podría ir más rápido que este Tren." Dijo Gyutaro presumiendo un poco.
"Hermanito... ¡eres muy gracioso! ...Ten cuidado con lo que dices..." Le susurré lo último recordándole la presencia de los 4 cazadores que había en este tren.
"Rui, Kazumi ¿y a ustedes qué les parece?"
"Es relajante... y me gusta ver el paisaje." Me respondió un sereno Rui.
"También me gusta el paisaje, aunque los asientos no son tan cómodos como los de casa." Dijo Kazumi.
"Bueno eso es cierto, pero no hay forma de que en comodidad algo supere a nuestro lindo hogar."
"No hay dudas." Me respondieron los 3 simultáneamente.

Estuvimos conversando un rato más cuando de repente llegó el señor que revisaba los boletos. Todos notamos al instante que desprendía un olor a demonio, pero no era de él mismo, había tenido contacto con uno. Y yo era la única que sabía quién era ese demonio.

"Buenas noches señor. Antes de revisar mi boleto quiero decirle algo." Me acerqué a su oído y le susurré lo siguiente. "Sé bien para quien trabajas y no interferiré pero con nosotros no te metas. Créeme que no te conviene tenernos de enemigos. Ahora finge que todo está bien y haz cómo que si marcaste nuestros boletos." Me alejé de él con una pequeña sonrisa educada.

"C-Claro señorita... sus boletos por favor."
"Tranquilos chicos, solo estreguen sus boletos." Ellos lo hicieron algo desconfiados pero luego sus rostros pasaron a estar ligeramente desconcertados al ver que el señor no marcaba sus boletos ni el mío.
"No pasa nada, solo tomé algunas precauciones." Miré a mi alrededor para verificar que no estábamos siendo espiados. "Supongo que lo notaron ¿no?"
"Si hablas del olor a demonio... sí." Respondió Gyutaro mientras que Rui y Kazumi asentían con la cabeza.
"Bueno... no hay por qué preocuparse. Aunque sospecho que algo interesante está por pasar..." Los demás me miraron expectantes pero permanecí en silencio, se rindieron conmigo y decidieron que lo único que les quedaba era esperar.

Al cabo de unas horas vimos como cada persona del tren empezaba a caer dormida.

"Ya sé porque el olor me era familiar..." Dijo Rui recordando y todos dirigimos nuestra atención a él. "Es Enmu, la Luna Inferior 1."
"Oh bueno... sea lo que sea no es nuestro asunto. Pero podríamos sacar provecho a esta situación..." Gyutaro sonaba relajado y a la vez algo divertido.
"Honestamente ya me estaba dando hambre..." Kazumi estuvo de acuerdo con él.
"Mejor no lo hagan, quién sabe cuándo despertarán los cazadores. Paseen por el tren si quieren pero si ven que ellos despiertan finjan estar dormidos nuevamente. Voy a buscar a ese tal Enmu..." Y dicho eso salí del vagón mientras seguía el camino dejado por el aura de Enmu.



Con que Daki, ¿eh?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora