Capítulo 8

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Aeri se encontraba una vez más frente a la luz de su computadora, lo único que iluminaba la oscura habitación.

Las últimas horas las recordaba como un borrón en su mente, como si su cerebro de repente tuviera una especie de adormecimiento.

Su mente estaba llena de preguntas y esperanzas, sueños y temores. Después de tanto, encontrar a su alma gemela de esa forma no era algo fácil de llevar.

El shock de ver la marca en su mano fue suficiente para desorientarla completamente.

En el momento que vio el hermoso dibujo y el nombre de la persona que había conocido hace solo unas horas, experimentó una variedad de sentimientos que no sabía que podía sentir en tan poco tiempo.

Al principio, se sintió sorprendida y nerviosa. Después una felicidad la invadió ya que finalmente tuvo la oportunidad de tener un alma gemela, pero luego recordó toda la tristeza que esto puede conllevar.
Incluso sintió ira y celos al recordar el anillo en la mano de Jimin. Todo unos segundos antes de que la contraria pasara junto a ella y saliera del lugar.

De alguna manera, fue como si Jimin se hubiera llevado todos sus pensamientos cuando se fue. Desde entonces, Aeri no podía concentrarse ni para pensar en sus sentimientos.

¿Se sentía así porque Jimin la había rechazado? ¿O era una señal?

Su teléfono vibró en su bolsillo y comenzó a sonar el tono de llamada de su madre. Podía imaginar la razón, pero no tenía ganas de lidiar con eso por el momento.

Cruzó sus brazos sobre el escritorio y escondió su rostro, deseando poder dormir.

Ninguno de sus empleados la molesto. Su teléfono ya no sonaba, haciendo que el lugar quedara en un completo silencio. Si fuera un día normal, ella podría haber dormido sin problemas. Sin embargo, no pudo. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Jimin venía a su mente. Su sonrisa, la forma en la que sus ojos se veían únicos y encantadores, la manera en la que su cabello caía en suaves ondas; las pequeñas cosas, como la forma sutil en la que su voz subía de tono cuando se emocionaba, incluso su suave e inconfundible olor a jazmín, que parecía estar alrededor de ella todo el tiempo.

Era una locura, en tan poco tiempo había aprendido mucho sobre Jimin. Era como si su mente tuviera un lugar especial solo para ella.

Aeri pasó más de siete años imaginando a su pareja perfecta, con todas las cualidades que debería tener, creando una imagen perfecta en su cabeza. Pero, ¿Por qué de repente todo eso se borró de su mente? Era como si Yu Jimin hubiera entrado en su sistema, dominando su mente y cuerpo en un abrir y cerrar de ojos.

No estaba segura si eso le gustaba.

Tenía todas las razones para pensar que eso no acabaría bien. La verdad, ella no quería terminar como su madre.

El destino, la suerte o el amor, fuera lo que fuera, sabía que no debía seguir ciegamente los deseos de un poder o fuera lo que sea, que la había abandonado cuando más lo necesitaba.

Ella lidiaria con eso, como lo había hecho con todos los problemas de su madre.
Solo esperaba que su corazón la ayudara y no le jugara una mala pasada, de lo contrario se vería como una adolescente nerviosa.

Tomó su teléfono y escribió un mensaje a su mejor amiga esperando que le contestara rápido. Necesitaba algo de distracción y varios consejos, y Ningning era la única que podía entenderla y ayudarla.

En menos de un minuto apareció una respuesta en la pantalla de su teléfono, un simple "YESS"

—Gracias amiga— Susurró mientras respondía Terminaré en 30. Llevo comida.

Comenzó a recoger sus cosas para salir de la oficina. No era de cerrar la tienda temprano, pero ya casi era la hora y realmente no podía concentrarse en el trabajo esa noche.

Ayudó a Chaeryong a atender a los últimos clientes y le dijo que podía marcharse temprano, ella cerraría la tienda.

La casa de Ningning no estaba muy lejos por lo que podía ir a pie, no sin antes pasar por el restaurante de pollo frito de la esquina.

Compró tanta comida como le alcanzó, necesitaba algo que la hiciera sentirse valiente para contarle todo a su amiga.

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—¡¿Cerveza, soju y pollo frito?! ¡¿Quién eres y qué le hiciste a mi Urichanga Aeri?!— dijo Ningning tan pronto como abrió la puerta.

—Cállate antes de que me arrepienta de haber gastado tanto para que engordes aún más tus mejillas— Respondió entrando al pequeño apartamento. Caminó hasta la cocina y dejó la comida en la mesa. Echó un vistazo alrededor, notando que el lugar estaba sorprendentemente limpio a pesar de que Ningning es la persona más desordenada que conocía.

—No me estoy quejando, solo estoy sorprendida— La pelinegra le dirigió una mirada interrogativa antes de estirarse y sacar las latas de cerveza de la bolsa de plástico —¿Desde cuándo empezaste a beber?

Aeri hizo una mueca, le quitó una lata de la mano y la abrió con un movimiento rápido. Tomó un sorbo, ignorando el sabor horrible que sentía en su paladar.

—No bebo en días normales, por lo que hoy es una excepción.

Ningning tenía sus ojos fijos en ella, como si le hubiera crecido otra cabeza o algo así de raro, en lugar de estar bebiendo una simple cerveza.

—Bueno, para que lo sepas, beber no solucionará tus problemas— Dijo la contraria, al parecer era una de las raras ocasiones en las que su personalidad generalmente tonta y juguetona le dio espacio a su lado más serio y sabio. El momento no duró mucho —Pero por lo menos te distraerá un poco. Así que no te preocupes, bebe que yo te cuido— Ningning apoyó una mano en su hombro dándole un suave apretón. Aeri le dió una sonrisa agradecida.

—Enséñame a hacer esa bomba de soju que te hizo desmayarte el mes pasado— Dijo Aeri, decidiendo posponer los temas serios para más tarde. Sabía que cuando comenzaran a hablar de las marcas, las cosas tendrían un giro que aún no estaba lista para enfrentar. Además, sabía muy bien que ese tema tampoco era muy agradable para Ningning.

—¡Hey! No me desmayé, solo estaba un poco mareada— Protestó, sin embargo, ya estaba abriendo las botellas para mostrarle su truco.

—El barman tuvo que llamarme porque te negaste a subir a un taxi y luego te pusiste a dormir y babear en su barra.

—Solo estaba durmiendo una siesta, todo el mundo lo hace de vez en cuando— Dijo negando con la cabeza sosteniendo la botella de soju mientras señalaba acusatoriamente a Aeri —¡Y yo no babeo!

Aeri puso los ojos en blanco, tomó una pata de pollo y la empujó en la boca de la pelinegra.

—Si, claro, entonces esa es la razón por la que la gente te tomaba fotos y las publicaban con el hashtag borracha— Continuó bromeando.

Su teléfono aún seguía apagado, evitando las insistentes llamadas de su madre. Abrió todos los recipientes con comida poco saludable pero ridículamente sabrosa, preparándose para ahogarse en ella. De vez en cuando podía ver la marca roja, pero hizo todo lo posible por no mirarla. Por unos momentos más, trataría de ignorar todos sus problemas.

Pasó veinticinco años sin una marca, sin su supuesta alma gemela que la apoyara y amara cuando más lo necesitaba. Ella no estaba segura si quería una ahora. Especialmente una que se escapó cuando se conocieron.

Más tarde se preocuparía por eso y vería qué hacer.

En ese momento solo quería olvidarlo y centrarse en la risa de Ningning.

The mark; winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora