Mirando alrededor disimuladamente nos adentramos al consultorio, cierro la puerta con seguro antes de mirar la habitación.
—¿Tienen...?
Franco y yo sacamos nuestras pistolas al mismo tiempo haciendo que el doctor dejara sus palabras en el aire.
—Siéntese —ordeno señalando con la pistola.
Sin refutar se sienta en su escritorio mirándonos asustadizo, muy poco hombre de su parte, pero eso sólo hará las cosas más fáciles.
—Te recomiendo no intentar nada porque mi amigo aquí es un narcisista —Franco me señala con la cabeza. —. Haber, sólo queremos saber una cosa, una pequeña información —saca su teléfono y se lo lanza? —. ¿Atendiste a esa chica?
Temblando sostiene el celular y mira la pantalla.
—Yo atiendo a mucha gente, no podría recordarlo —dice entre cprtada, mirándonos nervioso.
—Ohh —emito apenado. Avanzo hacia él y me siento sobre su escritorio apuntando hacia su pecho. —. Yo también puedo olvidar que si aprieto esto te mueres.
Abre sus ojos atónito y abre la boca para hablar varias veces pero no lo logra.
—Yo... en verdad no lo sé —niega con la cabeza varias veces.
—¿No lo sabe? —inquiero burlón.
—Creo que será mejor llevárnoslo y torturarlo, esto es un hospital y la gente ya tiene suficiente con que lidiar —comenta franco detrás de mí. —. O bueno, puedo ver que tiene por aquí y hacerlo menos doloroso —avanza hacia el cajón que ésta cerca de la camilla y empieza a revisar.
—No más bromas —sobo la pistola alzándola a su cabeza. —. Uno, dos —cuento mirándolo fijamente a los ojos.
—Sí sí sí —farfulla cerrando los ojos con fuerza y alzando las manos. —. Revisaré los archivos.
—No me interesan tus archivos, sólo habla —ordeno.
—Ella vino con una rubia, la rubia me pagó para que le dijera que no iba a poder recordar por ahora —dice tartamudeando.
Franco y yo nos miramos inmediatamente al escuchar eso.
—¿De qué está hablando? —pregunto molesto.
—Ella quería hacerle creer a la chica que había perdido la memoria pero ellos fueron quienes le lavaron la cabeza.
—¿Dónde podemos localizarla? —pregunto con la voz baja, no entiendo porque sentí una punzada en el corazón la saber eso, tal vez me estaba preocupando demasiado por ella, pero ya no puedo más con el karma.
—No tengo idea, se los juro, en serio...
Franco aparece de la nada y le inyecta algo con fuerza por lo que el señor jadea.
—Va a morir en cinco minutos —le dice con una sonrisa siniestra.
—¿Qué me inyectó? ¿¡QUÉ ME INYECTÓ!?
Franco me mira y se echa a reír a carcajadas.
—¿Qué tipo de inyecciones tiene ahí para ponerse así? —le pregunta, es una muy buena pregunta la verdad. —. Vayámonos.
Guardo mi pistola en mi cintura al igual que él y salimos del consultorio, ahora necesitamos más pistas, para poder encontrarla.
Nos montamos en la camioneta para irnos.
—En lo personal creo que esos jóvenes debieron ser contratados, ¿con qué fin iban a secuestrarla? Ya hubieran pedido dinero por ella, pero no —tiene mucho sentido sus palabras, pero era uno más a la lista de las cosas que teníamos que averiguar.
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La elegida
RomanceSoy Carina, la hija de una poderosa familia de la mafia rusa, y estoy tratando de mantener un equilibrio entre mi vida universitaria y las exigencias del oscuro mundo al que pertenece mi familia. En una fiesta familiar, conocí al enigmático señor Lo...