Sombras del Pasado: Entre la Culpa y la Incertidumbre

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Me remuevo de lado sintiendo un vacío a mi lado, despego un ojo y miro a mi lado viendo que estoy solo, por la luz que viene desde la ventana supongo que ya son eso de las ocho de la mañana, me paro de la cama y tocando mi cabeza me encamino hacia el baño.

¡Que maldita pereza!

Abro la puerta del baño encontrándome con Carina en frente con la mano inclinada, al parecer iba a abrir la puerta, está en vuelta en una toalla blanca, gotas de agua se deslizan de su cabello a su cuerpo, no debería estar viéndola, pero... "es mi esposa" ésta situación es tan enferma la verdad.

—Lo... —iba a disculparme, pero, ¿para qué rayos? Es mi esposa y vivimos juntos, esto no será nada fácil. —. Te has levantado muy temprano.

—Sí, dormí mucho ayer —responde tocando su cabeza a la vez que hacía una mueca con la boca.

Sonrío.

Llevo una mano a mi vientre al éste rugir, anoche no comí nada, me quedé dormido junto a ella, por Dios, no estoy bien.

—Oh —exclama riendo. —. Es muy temprano, ¿no cenaste? —pregunta con una risita. Niego con la cabeza. —. ¿Por qué? ¿Sucede algo en el trabajo?

—No, tranquila, no pasa nada —niego rápidamente. —. Me bañaré —me acerco y le doy un beso en la mejilla, se hace a un lado y me adentro al baño.

Me quito los pantalones y me meto debajo de la regadera, paso mi mano por mi cabello removiéndolo.

"Debes tomarte esto con calma, debes tratarla bien, como si nada pasara, como si nunca le hubieses hecho nada malo aunque sabes que eres quien le desgració la vida, trata de que éste tiempo indefinido que estará sin recordar sea inolvidable para ella"

—Maldita sea —estampé mi palma contra el vidrio. —, Esto tiene que ser un castigo.

Termino de bañarme, y salgo mejor que como entré al baño, me cambio y bajo, con ese sentido del humor no iré a ningún lado, si es que no la cago con Carina.

Me dirijo hacia la cocina y la veo preparando algo, frunzo el ceño confundido y termino de acercarme.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto.

Ella voltea a verme confundida.

—Preparando algo —alza sus manos ocupadas, su vocesita me recuerda que no debo de actuar de esa manera, somos una pareja normal.

—Lo siento —me disculpo apenado, debo manejar esto de la mejor manera, —. Es que las chicas de servicio están ahí —me acerco a ella y la tomo de la cintura, ella jadea de la impresión, no me había atrevido a tanto acercamiento entre los dos.

—Eso no importa, no estoy haciendo nada —encoge los hombros. —. Además tu estómago estaba rugiendo, deberías estar feliz.

Su sonrisa hace arder mi corazón, me agrada, pero a la vez me duele. Me duele hacerla feliz sabiendo que más adelante se lastimará con ello, pero también me duele considerar en dejar las cosas así. Todo lo que tiene que ver con ella es complicado, y eso me complica la vida a mí, esto nunca me había pasado.

—Sí, pero debes relajarte, estar tranquila, creo que así recordarás más rápido —ella arruga la frente mirándome dudosa.

—Claro, ¿quién de los dos desea más poder recordar? —con su mano desocupada se señala y luego a mí.

No sé por qué rayos me está pareciendo jodidamente tierna con sus gestos.

—Tú —meneo la cabeza rodando los ojos. —. Pero... —inclino mi rostro más hacia el suyo, tanto que logro sentir su respiración que acaricia debajo de mi nariz, es un suave aire caliente que sopla su nariz hacia mí. —. Yo debo cuidarte —aclaro.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora