Turbulencias del Olvido: Entre Sombras y Espejismos

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Junto mis manos debajo de mi barbilla pensativo, ¿dónde habrá aprendido eso? Puede ser con su ex novio, él es bueno en tecnología, pero a tal punto.

—Eso es mu extraño, ¿estás segura? —inquiero.

—Puedo mostrarte pruebas, ellos la usaron para acceder a muchos lugares.

Guardo silencio mientras pienso, tres jóvenes secuestran a una chica que además de ser la esposa de un mafioso también es hija de un mafioso, ¿por qué? Supuestamente por dinero, es obvio que hay alguien detrás de todo esto, y lo voy a descubrir.

—Estoy seguro de que hay alguien detrás de todo esto —aclaro, ella sólo hace un pequeño gesto con la cabeza. —. Esos jóvenes no tenían nada que ver con mi esposa, no iban a conseguir lo necesario así por así.

—Comprensible —asiente con la cabeza. —. Me gustaría poder visitar a tu esposa en algún momento, ¿se podrá?

—Claro —contesto.

—Puedes ponerla a prueba, tal vez ella ni siquiera entiende lo que hace, pero lo hace.

—Sí, ¿qué hiciste con los chicos? —ella sonríe.

—No te preocupes, los tengo muy bien cuidado —asegura. Se para de la mesa y toma su bolsa. —. Ha sido un placer Leonardo, espero que podamos hacer esto más seguido, pero me tengo que ir.

Me paro acompañándola.

—No pasa nada, gracias por tu tiempo —le inclino mi mano, pero ella se acerca y besa mi mejilla como despedida.

La observo marcharse dándole vueltas a mi rosario en manos, esto es extraño y confuso, es cuestión de tiempo para que me harte y arme una guerra. Odio los tropiezos no manejables, me presionan a patearlos lejos de mi camino.

Salgo del restaurante y me dirijo hacia mi camioneta, en la cual está apoyada Franco.

—No me fío de ella, algo no me cuadra —comenta mirando hacia la carretera. Él y sus presentimientos.

Miro hacia la dirección que están sus ojos.

—Siento que está jugando su juego, sólo que al parecer estoy involucrado en ese juego —al menos eso pienso.

—¿Cómo está Carina? —pregunta desviando sus ojos hacia mí.

—Bien —le respondo pensativo, de un momento a otro ella se puso rara, tal vez eran los posibles dolores de cabeza. —. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué me has localizado? —pregunto poniendo mi atención en él.

—Hay que buscar la mercancía de tu padre personalmente, me enteré de una emboscada.

Resoplo frustrado, quería volver a casa lo antes posible, pero al parecer no se iba a poder.

—Esperaba poder volver pronto —gruño.

—Ella estará bien —asegura Franco palmeando mi hombro. —. A este paso no sé si tu corazón sigue en tu pecho u en la mano de ella.

Ruedo los ojos pero no digo nada, no puedo refutar cuando ni yo sé lo que siento, ni lo que está pasando.

[...]

Llego a casa mucho más tarde de lo que esperaba, las chicas de servicio ya estaba en su sexto sueño, por lo que no las molesté para preguntarle acerca de Carina. En el completo silencio de la casa subo las escaleras y camino hasta mi recámara, entro y enciendo la luz, ella está dormida, viste un fino vestido blanco claro que deja ver el short azul de tela que lleva debajo.

Cierro la puerta en silencio y avanzo hasta el otro lado de la cama para observarla, su pecho sube y baja con normalidad, me desvisto dejando las prendas a un lado sobre la gaveta y me acuesto detrás de ella, pongo una mano debajo de mi cabeza observándola.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora