Entre el Dolor y la Revelación

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¿Qué se supone que hago yo si a la Leonardo le pasa algo? Y para sumarle su escuincla queda a mi disposición, aunque viendo lo vulnerable que está ya no me siento bien refiriéndome así a ella, en serio está como una indefensa.

—¿Dónde conociste a Leonardo? —le pregunto, tratando de sacarle algún tema de conversación.

Estamos en una cafetería cerca del hospital, pedimos comida pero ella no ha probado nada, yo no pedí nada porque no tengo ganas.

—En un orfanato —contesta con la cabeza gacha.

Sé que si sigo preguntando no podré parar, y tal vez ella no esté dispuesta a contarme la historia, o puede que tampoco la sepa completa.

—¿No sabes nada verdad? —pregunta levantando la cabeza y cruzando sus brazos sobre la mesa. —. A ver si te resumo, Leonardo fue adoptado por una familia sin hijos, ahí fue cuando nos separaron pero él nunca se olvidó de mí, su madre lo dejó de muy pequeño, hasta ahora siempre pensó que ella lo había abandonado, pero ella fue encarcelada injustamente por haber matado a su esposo en defensa propia, su hermana era hija de otro hombre, al su madre ser encarcelada ambos quedaron solos y Leonardo tuvo que vivir la horrible experiencia de ver como uno por uno unos tipos abusaban de su hermana, acto que al final la llevó al suicidio.

Ella decide no continuar y yo respeto eso, no logro decir nada porque no lo logro, sé que se saltó muchas cosas, pero al menos me dijo algo, Leonardo siempre estuvo muy firme en no decirme nada. Llevo ambas manos a mi cabeza agachando un poco la cabeza, no me esperaba esto, esperaba alguna venganza entre clanes y eso, pero eso es demasiado cruel, ahora entiendo muchas cosas, pero no es momento para lamentarme por él, más bien debo de seguir con la búsqueda.

—¿Tú sabes que él te ama no? —su pregunta me hace levantar la cabeza de golpe y mirarla a los ojos. —. Nosotros si tuvimos algo, pues él siempre me gustó, pero él sólo me como a su hermana, aunque ella era mayor que él, como verás toda su vida ha sido un infierno, si vas a quedarte a su lado tendrás que ser lo bastante fuerte, sino, deberás desaparecer por siempre.

—Yo... —no me salen las palabras. —. Sólo quiero poder perdonarlo, el resto dependerá de él porque yo ya quise intentarlo —aclaro. —. ¿Quieres ir a algún hotel o te quedarás? —pregunto cambiando el tema.

—Me voy a quedar hasta mañana —responde.

Salimos de la cafetería rumbo al hospital, Brenda entra y yo me quedo afuera ya que Carlo quiere hablar conmigo.

—¿Qué sucede? ¿Dónde ha ido Franco? —pregunto mirándolo confundida.

—Ha venido un hombre de Italia y está con él —explica.

Ahora que Leonardo está así, no quiero que me dejen de lado para nada, quiero estar al tanto de todo.

—Bien, no sé que quiere hacer Brenda, pero no la dejen sola —pido, él asiente y yo sigo mi camino hacia el hospital.

Me coloco frente a la puerta de la habitación y paso mi mano por mi cabello nerviosa, inquieta y preocupada. Respiro hondo llevando ambas manos a mi cintura mientras observo la puerta.

Cuando al fin decido inclinar mi mano y abrir la puerta ésta se abre, Brenda sale de allí sin decir ni una palabra y me deja pasar, le doy una breve mirada observándola marcharse, me giro nuevamente hacia la habitación y cierro la puerta despacio detrás de mí.

Desde mi lugar observo la camilla algo cohibida, me obligo a avanzar hasta la camilla y mirarlo de cerca, verlo en éstas condiciones se siente tan extraño, él siempre demostró ser fuerte y resistente a todo, ¿Y cómo no? Con una vida como la suya.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora