love...¿love?

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Julia.

Era lo primero en lo que pensaba Violeta al despertar cada mañana en la academia. Su relación no había sido la mejor, pero había sido la relación más sana que Violeta había tenido hasta ese momento de su vida. Se conocieron cuando tenían quince, en la flor de la adolescencia, compartían el mismo grupo de amigos y para las dos fue muy fácil conectar por las muchas cosas en común que parecían tener.

Para Julia, fue como amor a primera vista, fue verla y caer rendida a sus pies, fue ese amor adolescente que parecía imposible, y fue ese amor imposible por muchos años hasta que tuvo el valor suficiente para declararle sus sentimientos a la pelirroja.

Aquella declaración aconteció en su fiesta de cumpleaños número veinte. Violeta se había reunido en su casa con su grupo de amigos, como era costumbre. Habían tomado un par de copas, y cuando ya eran altas horas de la madrugada y la fiesta se fue apagando poco a poco con la despedida de sus amigos, Julia reunió el valor que le había faltado en aquellos cinco años de amistad. Quizás fue obra del alcohol, quizás ya lo había premeditado mientras se arreglaba antes de salir de su casa, pero lo hizo.

La confesión, a Violeta le cayó como un balde de agua fría. Fue un sentimiento parecido al que sintió cuando se enteró de los sentimientos de Salma hacia ella. Pero con algunas diferencias.

Julia parecía ser la novia perfecta para cualquiera, era divertida, elocuente, atenta, se llevaba bien con sus padres, se vestía bien y tenían tantas cosas en común, que definitivamente era alguien de quien Violeta podría enamorarse... ¿no?

Fue por esa razón que Violeta aceptó ser su novia. Y, eventualmente, se fue enamorando de aquella rubia. Aunque algunos días, se le era imposible no cuestionarse a sí misma si Julia verdaderamente era el amor de su vida.

Porque Julia era perfecta. Pero cuando miraba a sus padres, cuando veía como se cuidaban mutuamente, cuando veía la complicidad de sus miradas, y las ganas de vivir uno a lado del otro que nunca se iban ni aunque los años pasaran... ella no se veía reflejada. Y le dolía pensar eso. Pero sobre todo, le dolía pensar en que estaba perdiendo el tiempo, y estaba haciéndole perder el tiempo a Julia, que aparte de ser su novia, había sido su amiga por muchos años mas. Porque claro, el hecho de pensar que Julia no era el amor de su vida, no quitaba el hecho de que la amaba.

Violeta pensaba todas las mañanas en Julia, porque sentía que se lo debía, por todo lo que había hecho por ella, y por toda la seguridad que le había brindado, hasta lograr estar en el lugar que estaba; cumpliendo su sueño. Un sueño que años antes había dado por olvidado, pero poco a poco volvió a flotar en aquel mar que era su mente.

Cuando intentó entrar a OT2020 y se quedó a las puertas de la entrada, estuvo semanas y semanas taladrándose la cabeza preguntándose qué le hacía falta, preguntándose si no había dado todo lo que podía, preguntándose si no era tan buena como se necesitaba. No entrar, fue como un golpe bajo en las costillas que la dejó sin aire y le sacó algunas lágrimas de dolor, pero también fue un momento de su vida que la ayudó a amarse a sí misma, e internamente lo agradecía.

Pasaron los años, y cuando vio la convocatoria del casting su corazón volvió a latir casi como la primera vez. El brillo de sus ojos era otro, su sonrisa era otra, pero aunque le hacía mucha ilusión, también tenía mucho miedo.

Julia jugó un gran papel en esa decisión, ella la había visto destruida la primera vez, cuando todavía eran amigas, y sabía que no iba a poder ver como Violeta se derrumbaba nuevamente, pero también sabía que Violeta era otra, una mucho más segura de sí misma. Y sabía que, si finalmente no quedaba, iba a poner todo lo malo a su favor, como sabía hacer con casi todas las malas experiencias de la vida. Así era Violeta.

¿Should we kiss? | KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora