night

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Ya la mayoría había vuelto a las camas a eso de la una de la mañana, Violeta, Denna y Alex charlaban en susurros en una parte de la habitación, y en otra parte Juanjo, Omar, Ruslana y Martin intentaban acallar sus risas sin mucho éxito.

Chiara se encontraba acostada en su cama, pero su mente estaba lejos de allí, sumergida en los sucesos recientes. Cerró los ojos por un momento y pudo ver claramente a Violeta, en medio de la sala de ensayos, moviéndose con una gracia hipnótica.

La música había sido un susurro sensual, vibrando en el aire. La granadina, con esa camiseta blanca que dejaba a la vista sus hombros y gran parte de su espalda, se movía con una seguridad propia de ella misma. Sus caderas marcaban un ritmo lento y seductor, cada giro y cada paso parecía destinado a provocar una respuesta visceral en quienes la observaban. Chiara recordaba cómo los ojos de Violeta la habían encontrado entre todos los espectadores. Había sido una mirada intensa, cargada de una energía que la había dejado sin aliento. Y en el instante en que sus ojos se encontraron, el mundo entero había desaparecido, dejándolas a las dos en un universo propio, donde el único lenguaje era el de sus miradas y la música que las envolvía.

Los movimientos de Violeta eran una mezcla perfecta de fuerza y suavidad. Sus brazos se alzaban, dibujando figuras en el aire, mientras su cabello rozaba sus hombros desnudos. Cada vez que la mirada de la menorquina se encontraba con la de la pelirroja, esta sentía un escalofrío recorrerle la espalda, una mezcla de deseo y admiración que la hacía sentir más viva que nunca.

La noche había avanzado, pero esa conexión no se había roto. Chiara podía recordar con exactitud el momento en que Violeta se había acercado, la distancia entre ellas reduciéndose hasta casi desaparecer. La pelirroja había sonreído, aquella sonrisa cómplice a la que la menorquina todavía le estaba costando acostumbrarse, y había susurrado eso en su oído que Chiara aún podía escuchar como si fuera un eco persistente.

"Ya era hora, Kiki", había dicho la pelirroja, su voz era un susurro cálido contra la piel de Chiara. Y luego de bailar de la mejor forma en que sabía hacerlo, con un movimiento lento y deliberado, la había empujado para que se fuera y la dejara hacer su coreografía con Denna.

Ahora, se encontraba mirando al techo, con aquel movimiento en su pierna que era propio de ella cuando estaba sobre pensando. Chiara se preguntaba qué significaba todo aquello. Sabía que no era solo la sensualidad del baile, sino algo más profundo, una conexión que iba más allá de las palabras y los gestos. Una parte de ella quería correr hacia ella, agarrar sus hombros y descubrir hasta dónde podía llevarlas esa danza silenciosa entre miradas que habían comenzado. Y la otra parte más racional, por así decirlo, estaba segura de que ese cambio sólo estaba en su mente, de que aquella tensión sólo la sentía ella, y de que esas miradas no significaban absolutamente nada. Así que decidió entregarse al sueño. Aunque un pequeño nudo en su pecho no la dejaba caer rendida por muy cansado que estuviera su cuerpo.

–Kiki ¿Duermes conmigo hoy?. –"Lo que faltaba" pensó la menorquina en su interior. Y se quedó en silencio, solo por si acaso la pelirroja se rendía y volvía a su cama. –Chiara, si te vas a hacer la dormida por lo menos deja de mover tu pie, que te veo. –Dijo al mismo tipo que daba pequeñas palmadas en su pierna. Y la menorquina se dio la vuelta para mirarla con una sonrisa.

–¿En mi cama o en la tuya?.

–En la tuya, me gusta sentir tu olor. –Respondió la pelirroja mientras se subía a la cama y se acostaba en el pequeño espacio que la menorquina le había hecho.

La pelinegra se quedó en silencio. ¿Cómo podía decirle algo así y quedarse tan tranquila? ¿O simplemente era el hecho de que ahora ella misma dirigía demasiada atención a aquellos gestos y frases que siempre habían estado?.

¿Should we kiss? | KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora