balas

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–Bea con Martin, Cris con Naiara, Lucas con Alex, Álvaro con Denna, Juanjo con Suzete, Chiara y Violeta... –Abril hizo una pausa para mirar a los que faltaban, y terminó. –Y Ruslana con Omar.

Todos se quedaron en silencio mientras se miraban entre sí, enterados de lo que había pasado anteriormente. Omar había intentado hablar con la ucraniana luego de lo que pasó, pero Ruslana lo ignoró olímpicamente, y parecía que el moreno no tenía problemas con ignorarla de igual manera, porque cuando vio que la chica pasaba completamente de él, se dispuso a hacer lo mismo, sin ningún tipo de culpa o remordimiento.

Abril notó aquella vibra extraña, pero no estaba enterada de nada, y supuso que poner a los dos juntos ayudaría de alguna manera a todo el grupo.

–La dinámica de hoy va a consistir en interpretar a una pareja que está en medio de una clase de entrevista, yo haré las preguntas y ustedes tienen que responder con total naturalidad. Puede ser una pareja amorosa, una pareja familiar, dos viejos amigos que acaban de encontrarse. Solo quiero que hagan su imaginación volar. Les daré quince minutos para organizarse y después de esos quince minutos empezamos. –La mujer sonrió a todos y los invitó a distribuirse con sus respectivas parejas. –Si alguien tiene una duda o necesita ayuda, puede venir a decirme.

Chiara se levantó del lugar en donde estaba sentada y le tendió la mano a la granadina, que se encontraba a su lado. Violeta se levantó con una sonrisa y caminaron despacio a un lugar más apartado.

La menorquina miró a Ruslana intentando buscar sus ojos, y esta se encontraba en el mismo sitio de hacía minutos, sin moverse.

–Espérame aquí un rato... ya vuelvo. –Le susurró Chiara a Violeta, mientras caminaba en dirección a Ruslana.

Y antes de que la menorquina pudiera llegar a los pies de su amiga, un cuerpo más grande se interpuso en su vista.

–¿Te quedas aquí o vamos mas allá?. –Le dijo Omar.

Ruslana lo miró, sin emitir ningún sonido. Y Chiara observaba la escena pasos más atrás.

–Aquí nos quedamos. –Respondió la ucraniana.

Chiara se movió nuevamente para buscar la mirada de su amiga, y esta vez la encontró. La pelinegra le hizo señas de "¿todo bien?" Con las manos, y Ruslana asintió con la cabeza, desviando nuevamente su mirada.

La menorquina dio media vuelta y se dirigió a sentarse a lado de la granadina.

–¿Está bien? ¿Y si le preguntas si no quiere hacer un cambio? Estoy segura de que Abril no va a tener problema en hacerlo. –Le preguntó Violeta, con esa cara de preocupación que ponía cuando le importaba algo. Gesto que siempre hacía que la pelinegra sonriera.

–Me ha dicho que está bien... –Se acercó un poco más a la pelirroja para hablar más despacio y añadió. –Otra cosa es que lo esté... pero quizás es necesario que hablen.

–Pues no creo que hablen delante de tantas personas... pero está bien si tú lo dices.

–¿Qué interpretamos? ¿Relación amorosa?.

–Sí, eso quería decirte. Creo que podríamos fusionarlo para que nos ayude también con el tema que estamos interpretando esta semana.

–¿Entonces interpretamos a dos amigas que se gustan? ¿Te parece?.

–Me parece. –La pelirroja sonrió y le tendió la mano para estrecharlas.

Chiara imitó su gesto y cerraron su trato. Y la menorquina intentaba convencerse a sí misma de que aquella interpretación no tenía nada que ver con lo que estaba viviendo en ese momento. Pero mientras más lo pensaba y le daba vueltas al asunto, más caía en ese espiral de sentimientos que florecían cuando miraba a la pelirroja.

–¿Alguna vez te pasó algo así?. –Preguntó Violeta, mirando hacia las ventanas del salón en el que se encontraban.

La menorquina miró a su amiga, en silencio. Y luego de unos segundos, habló.

–Muchas veces... pero yo tengo la mala suerte de que pocas veces ha sido correspondido. Y las veces que ha salido bien, ha terminado mal.

Violeta se volcó para mirarla, con una ceja levantada y un gesto de no creerlo mucho.

–¿Y quién no correspondería a Kiki? Por dio'. –Las dos soltaron una leve risa por el comentario, y la pelirroja volvió a mirar hacia las ventanas. Sin saber muy bien por qué había dicho eso, pero tratando de no darle más vueltas de las necesarias.

–Pues no se, tía. Yo tengo mala suerte en esas cosas. ¿A ti te ha pasado?.

–Me pasó con Julia. –Una leve sonrisa apareció en sus labios al decirlo. Pero Violeta no podía descifrar si aquella sonrisa había salido por si sola o la había obligado a salir.

Un pinchazo en el corazón. Fue lo que sintió la menorquina al escuchar esas palabras. Y volvía a maldecirse internamente por esas reacciones que tenía. Porque seguía teniendo aquella absurda pelea en su interior, en donde se disputaba entre aceptar y luchar contra esos sentimientos. Pero ¿qué más podía hacer?, ya estaba ahí. Su cabeza ya había hecho click. Y era irremediable. Era imposible negarlo.

–¿A ti te pasó con tu ex?. –Preguntó la pelirroja.

Chiara hizo silencio. Tratando de recordar cómo habían surgido las cosas con su anterior pareja. Pero lo único que obtuvo fue una oleada de recuerdos amargos.

–Perdón. No debí preguntar eso. –Se retractó la granadina al percatarse del silencio de su amiga.

La menorquina sonrió y dejó una leve palmada en la rodilla de su amiga, quitándole hierro al asunto.

–Era de acuario, no pasa nada.

–Hey, yo también soy de acuario. –Violeta empujó levemente su hombro en señal de reproche.

–Pero tú eres buena... –Las dos se miraban a los ojos con una sonrisa. Sin saber muy bien por qué sonreían tanto al verse.

Y Chiara pudo notar algo distinto en su sonrisa. El hoyuelo. Ese hoyuelo tan característico de su amiga, que salía a la luz solamente cuando algo era tan grande que no cabía en su sonrisa. Que debía teletransportarse a otras partes de su cara; a sus cachetes, a sus ojos achinados, a las arrugas de su nariz.

–¿Te hizo daño entonces?.

–Maybe.

–Te prometo que yo nunca te haré daño, Kiki.

Una promesa. Aquello sonaba demasiado grande para una simple charla sobre signos.

–Te creo, Vivi.

La pelirroja le tendió el meñique, y la menorquina lo aceptó con el suyo propio. Sellando así otro trato, el segundo del día.

Y Chiara sabía que, si las cosas seguían su curso, y sus sentimientos seguían adueñándose de cada parte de su cuerpo, definitivamente esa promesa sería imposible de cumplir. Porque en este caso, el daño no depende de quien lo hace, sino de quien permite que afecte. Y ella le estaba dando a su amiga todas las armas posibles, y se estaba quitando cada pedazo de prenda que pudiera intervenir contra las balas.





Perdón por tardar tanto en actualizar, y porque el capítulo es muy corto :(. Pero viendo que voy a tener dificultades para actualizar esta semana, prefiero darles un pedacito.

¿Should we kiss? | KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora