2

217 25 15
                                    

-Dos años después-

-Los humanos son delicados, ver el cielo abrirse sería demasiado para ellos -explicó Uriel tratando de pensar en una forma tal vez algo menos dramática.

Miguel puso los ojos en blanco. -Son solo humanos, además, se les hará un juicio rápido y todo habrá acabado.

Aziraphale solo tomó un largo respiro observando a todos debatir los planes para la segunda venida, él no quería dañar a los humanos, no quería acabar con todas las maravillas, ingenios y delicias que habían creado, pero se acercaba la hora de el fin de todo.

Habían pasado apenas dos años humanos y Aziraphale ya no era el ángel regordete y alegre que solía ser, su apariencia había cambiado, su traje ahora era blanco con pantalones grises, sus rizos eran un poco más largos, sus ojos de estrella ahora desprendía levemente destellos púrpura y su rostro exhibía una frondosa barba, no había vuelto a asomarse en la librería, no había pisado la tierra y tampoco había puesto ojo en su amigo. Francamente, había pasado tiempo ocupado en asuntos del cielo, manteniendo su mente alejada de los recuerdos que le resultaba dolorosos a su corazón.

Sin querer oír más sobre la segunda venida se puso de pie llamando la atención de los demás. -Encarguense de esto y me reportan luego la decisión que haya sido tomada, yo iré a atender otros asuntos. -todos hicieron una leve reverencia con la cabeza y él se retiró.

Por otro lado, Crowley, quién había estado incontrolable los pasados dos años, había perdido la motivación, ser un demonio de verdad no le gustó, ni siquiera lo disfrutó, pero no lo iba a admitir.

[Flashback]

-En el nombre del padre, del hijo y del... -el padre se interrumpió, pues sintió algo a sus pies, al bajar la mirada varias serpientes se enrrollaban en sus piernas. -¡DIOS SANTO! -exclamó asustado.

Repentinamente una figura alta y delgada apareció ante todos cambiando de forma de serpiente a humana, vestía un traje negro muy elegante, un sombrero y anteojos oscuros, los observó a todos y sonrió. -Llámelo padre, pero Dios no va a contestar... -dijo en un tono un tanto burlón.

Entonces toda la iglesia comenzó a llenarse de gritos, pues serpientes aparecieron de la nada aterrorizando a las personas, haciéndolas huir de ahí llenas de pánico.

A Crowley le ardían los pies, pero ignoraba ese dolor, pues la ira que lo llenaba le hacía inmune en ese momento, mientras tanto solo observaba su obra, apretando ambas manos detrás de si espalda.

[Fin del flashback]

Actualmente el demonio ya no le veía sentido a nada, estuvo aterrorizando iglesias por meses, pero no lo hacía porque en verdad lo quisiera, a pesar de la rabia y del dolor que sentía pisando tierra santa, deseaba que uno de esos días cierto angel de cabellos platinos apareciera ante él para detenerlo, pero no ocurrió, en cambio los del infierno lo visitaban y lo alababan por sus "proesas" en la tierra ganando almas para el amo, ofreciéndole un alto rango al tener el valor de pisar dentro de una iglesia, pero no aceptaba tener el título de duque o algo parecido.

«Bah, patrañas» -pensaba Crowley.

Ni siquiera el día de la rebelión en el cielo quiso ser participe, mucho menos apoyar a Lucifer, él solo quería respuestas a sus preguntas y solo por eso Miguel lo tiró del cielo.

Había conseguido un nuevo apartamento, era más pequeño, pero le bastaba, el lugar donde más se la pasaba era su sala de estar, había acomodado sus plantas cubriendo las paredes de su salón, su sillón favorito se encontraba en medio de este, dando un efecto selvático al estar sentado rodeado de ellas, el resto del apartamento estaba ordenado y limpio, pero ese pedacito de la sala de estar dónde estaba su sillón y sus plantas, ese estaba desastroso, habían botellas vacías aquí y allá, libros con páginas rasgadas arrojados sin importancia alguna, ropa, zapatos y calcetines y Crowley, Crowley yacía recostado en su sillón observando fijamente el techo, al cuál le había pegado un mapa astronómico para poder observar las estrellas que estaba condenado a no poder apreciar mas nunca en el cielo nocturno, y sus pies estaban dentro de un balde con agua y hielo, ¿Por qué? Sencillo, se había quemado la planta de los pies de tanto quedarse de pie en las iglesias viendo como propagaba el pánico mientras esperaba la aparición de él, pero el dolor y el ardor no se comparaban para nada a lo que sentía dentro de su pecho.

«Te perdono...»

Esa frase se repetía en su cabeza una y otra vez, latiendo en su cabeza dándole jaqueca.

-Aaagghhhh, con un demonio -agarró una de las botellas del suelo y la destapó para acto seguido darle un largo trago. -¿Por qué lo hice...? -se preguntó.

Tristemente Crowley se echaba la culpa, creyó que por haberle confesado sus sentimientos y besarlo le había dado el impulso para irse.

-Angel... -soltó lamentándose, bebió otro trago y con un arranque de ira arrojó la botella lejos provocando que se estrellara contra una de las paredes.

El sonido de los cristales cayendo en el suelo resonó en el silencio de la aflicción del demonio.

Aziraphale estaba sentado en su escritorio, mirando fijamente a la nada con sus ojos de destellos púrpuras, tenía sed, para un ser que no tiene necesidades fisiológicas, sentía sed.

-Que raro... -se dijo, entonces notó que alguien venía hacia él, se aclaró la garganta y de acomodó en su asiento. -¿Y bien? -preguntó.

-Aun no se especifican detalles, pero esperamos tener todo listo pronto -le dijo sin más y se retiró.

«Que extraño, el cielo jamás se ha atrasado tanto con nada» -pensó.

Entonces un pequeño flash de la apuesta entre Dios y Satanás vino a su mente por unos breves micro segundos.
-No -dijo apartando el recuerdo tan rápido como llegó.

No sé iba a permitir recordar, no solo por los recuerdos, sino por lo que le hacían sentir.

El fin del mundo... ¿Otra vez? [Good Omens/S3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora