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Tomó asiento en una silla estirando sus largas piernas y observó a la joven durante largos minutos.
Cuando ella despertó y se levantó, Crowley hizo aparecer una taza de chocolate caliente, se sentó a su lado y le habló.

-¿Cómo te llamas? -preguntó en el tono más amable que podía.

Ella recibió la taza confundida. -Mi nombre es Raphiel... ¿Qué es esto? -preguntó observando el contenido humeante con curiosidad.

-Es chocolate, cocoa, como gustes llamarlo, dime Raphiel ¿De dónde vienes? -cuestionó.

Ella miró con más interés el líquido. -Ooh, sí mi padre me habló sobre esto, dice que es delicioso al gusto... Sea lo que signifique eso -rió.

«"Mi padre"... "Mi padre"... ¡¿"MI PADRE?!"» -gritaba internamente el demonio sin comprender.

-Asi que... Tu padre... -dijo casi siseando.

-Oh, sí, es el Arcángel supremo, tampoco entiendo mucho a qué se refiere con eso -se encoge de hombros. -Pero Metatron dice que es un cargo importante.

«Ese anciano... Seguro tiene algo que ver con la existencia de esta niña»

-Por cierto, ¿Cómo te llamas? -preguntó Raphiel mirándolo con curiosidad.

Él la miró pensando en si decirle, pues no tenía ni idea de si el ahora arcangel supremo había hecho mención de él alguna vez, sin embargo, al final decidió presentarse. -Crowley, Anthony J. Crowley.

-¿De qué es la J?

Crowley se encogió de hombros -Ssss... Es solo una J.

-Oh... Pues es un placer conocerte Anthony -le tomó la mano dándole un apretón.

El demonio miró su mano tomando la suya sintiéndose algo incómodo, pero accedió a devolver el gesto. -Por favor, solo dime Crowley...

-Crowley... -repitió sonriente, entonces se quedó mirando sus manos sorprendida. -¿Eso... Es un regalo?

-¿De qué hablas? -preguntó Crowley sin entender, entonces notó que la pequeña serpiente que más temprano estaba cerca de su mejilla, ahora estaba en la mano de ella. -Yo... No sé... Esto es nuevo...

Ella le soltó la mano y la levantó observando mejor a la pequeña serpiente -Jmmm, curioso, me gusta.

La pequeña serpiente se movió y se enrolló en su dedo medio como si fuera un anillo, esto le gustó más a Raphiel. Entonces llevó su atención a la taza y la miró de cerca.

-Deberías beberlo antes de que se enfríe -dijo Crowley con el ceño fruncido aún mirando a la pequeña serpiente.

Raphiel pasaba un dedo por el borde de la taza. -Si... Es que no sé cómo se hace, los ángeles no ingerimos nada.

-Oh, es verdad... Bueno -posicionó su mano izquierda como si sostuviera algo, chasqueo y al instante apareció una taza de té. -Mira y aprende. -acercó la taza a sus labios y le dió un sorbo. -Ahora tú.

Raphiel asintió, repitió el gesto y cuando el chocolate entró en contacto con su boca, la expresión en su rostro pasó por varias emociones, la primera era algo de desagrado por la textura, luego, asombro y de última gusto, el sabor le parecía la gloria.

-Esto está delicioso, hace algo curioso en la boca -soltó moviendo sus dedos en dirección a sus labios antes de continuar y beber a largos tragos. -Mi padre me dijo que era delicioso, pero esto es más que delicioso.

Crowley sonrió se manera nostálgica, pues recordó aquella vez que Aziraphale probó alimento por primera vez. Se terminó el té que había hecho aparecer y le dió la taza a Muriel pidiéndole que la llevara a la cocina.

El fin del mundo... ¿Otra vez? [Good Omens/S3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora