- ̗̀➽◦̥̥̥24; Planeación.

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—¡Enloqueciste! —exclamó Karin, notablemente inquieta. 

Fue acallada inmediatamente por Shizune, quien se encontraba de paso y la sermoneó desde el umbral de la habitación. Tras disculparse avergonzada y prometer que bajaría la voz, dirigió su atención hacia su consanguíneo:

—¡No puedes simplemente esfumarte! ¿Qué hay del trabajo? ¿De los amigos que has hecho en esta ciudad? ¿Shikamaru, Gaara... Yo? —su mirada se tornó suplicante, como si le rogase por su estadía.

El rubio rió suavemente ante la tierna consternación de su prima. No le estaba restando relevancia, pero jamás creyó que la noticia le abrumara tanto. Sacudió su cabeza levemente, regresando su mirada hacia ella.

—Shikamaru fue quien me propuso la idea —al escucharlo decir eso, los labios de la mujer se separaron con asombro—. Y... Siempre podrás visitarme —mencionó como un torpe intento para animarla.

Si bien era cierto que desde el nacimiento de Boruto consideró la posibilidad de mudarse lejos de Konoha, también era innegable el hecho de que no esperaba que fuera tan pronto. Su mejor amigo, el Nara, lo había alentado a adelantar sus planes. Tras haberlo visitado al hospital y tener una grata conversación como las que siempre compartían, el pelinegro concordó con que necesitaba reempezar desde cero en algún otro lugar. Después de todo, su vida en Konoha no había sido más que abnegación y pesares. 

Reunió el valor suficiente para ejecutar sus planes. Desde la secundaria, tuvo que aprender a administrar su dinero, por lo que sus hábitos ahorrativos eran inteligentes y le permitían tomar una decisión sumamente drástica sin preocuparse por el mañana. Claro, tampoco eran infinitos o exagerados, pero le bastaría para sobrevivir un mes entero.

A pesar de que en un inicio se mostró renuente, Karin terminó cediendo a las ideas de su primo. Suspiró con pesadez y sin más remedio, decidió apoyarlo incondicionalmente. Le dedicó una mirada cómplice y, sin que él lo supiera, decidió transferirle una cantidad generosa de dinero. Era consciente de lo complicado que le sería encontrar un sitio idóneo para rentar, además tenía que hacerse cargo de Boruto. Sintió escalofríos al imaginarse la situación: ambos Uzumaki arribando a una ciudad desconocida, en donde probablemente no habitaría ningún rostro conocido. El solo escenario era... Aterrador. Admiraba lo intrépido que podía llegar a ser su familiar. Recordó con nostalgia como había sido así desde niño, por lo que no pudo evitar sonreír tan pronto como los regaños de su madre hacia el menor resonaron en su memoria. Siempre se salía con la suya, al fin y al cabo. La suerte le sonreía a su abstracta manera.

Unos minutos más tarde, luego de que Karin se retirara para continuar cumpliendo con los labores de su turno y al mismo tiempo la hora de visitas comenzara, la puerta de la habitación fue abierta tímidamente. Los ojos de Naruto se abrieron de par en par, mientras una amplia sonrisa se trazaba en su rostro.

—¡Gaara, Neji! —los llamó alegremente, pero su sonrisa se desvaneció cuando se percató de la esbelta figura detrás de ellos—. ¿Hana... Hanabi...? Tú... ¿Qué haces...? —su semblante se frunció, pero no con molestia. Sino, con... Miedo.

—Será mejor que esperes afuera —pese a que pretendía ser una sugerencia, la impetuosa voz de Neji lo hizo sonar como una orden. La menor miró con tristeza a su primo, pero inmediatamente asintió con la cabeza y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Se había visto bastante comprensiva—. No te pediré que tengas misericordia sobre nuestra familia, pero... Debes saber que gracias a ella recaudamos las pruebas necesarias.

La expresión en el rostro del rubio cambió por completo. Se esforzó en hacer memoria, trayendo a su mente todas aquellas ocasiones en las que interaccionó con la pelinegra. Pese a que nunca llegaron a intercambiar palabras significativas, ella siempre se portó amable... Y Boruto la estimaba demasiado. Que Hinata le provocara náuseas y pánico no quería decir que su hermana tendría que pagar el mismo destino, era muy consciente de ello. Aun así, no podía evitar sentirse asustado cada vez que un Hyūga que no fuese Neji se encontrara cerca de él. 

—No debería decírtelo, pero...—el castaño suspiró pesadamente, cerrando los ojos por un momento—. Si te hace sentir más tranquilo, Hinata estará internada en un centro psiquiátrico —al pronunciar aquella sentencia, el rubio los miró atónitos—. No entraré en detalles, pero Hanabi también contribuyó a ello. 

No... La verdad era que aquella noticia no lo hacía sentir mejor. Es decir, sí, estaba contento por saber que su ex-esposa finalmente recibiría la atención psicológica que tanto necesitaba, pero sólo esperaba que fuese capaz de rehacer su vida y dejarlo a él en el abandono. No pedía nada más.

Después de una breve charla entre los tres en donde la pareja le preguntó al Uzumaki su estado de salud, Gaara decidió contarle una de las razones de su visita:

—Nuestra estancia en Konoha es transitoria —confesó el pelirrojo, aunque Naruto ya se había hecho una idea, dado que nunca antes lo había visto deambular por la pequeña ciudad—. Dentro de unas semanas regresaremos a Suna, y... —momentáneamente, dirigió su mirada hacia el castaño—. Nos preguntábamos si querrías venir con nosotros.

—Shikamaru nos comentó de tus planes —intervino Neji, quien a pesar de mantenerse tan distante y escrupuloso como siempre había sido, su tono de voz sonaba más empático—. Creímos que... —meditó por un instante, como si buscara las palabras adecuadas—. Quizá sería mejor si estuvieras en una ciudad en donde al menos tienes dos conocidos.

—Shikamaru está preocupado por mí y quiere asegurarse de que no recaiga. Esa es la traducción, ¿no es así? —el rubio rió suavemente, sintiéndose afortunado de tener un amigo como el Nara. La pareja rió también, siendo incapaces de negar su aseveración.

—Aún hay tiempo para pensarlo —mencionó el pelirrojo—. Y aunque llegaras a tomar la decisión una vez que nos hayamos marchado, siempre puedes contactarme. Y si no... Fingamos que estamos en los sesenta —bromeó mientras le entregaba un sobre, el cual Naruto aceptó al instante—. Ahí dentro están todos los datos que necesitas para encontrarnos. Será mejor que los guardes bien, no quiero extraños tocando a mi puerta en la madrugada.

Los tres rieron de nuevo. Dadas las condiciones, la pareja creyó que sería más conveniente entregarle los datos de esa forma. Después de todo, el teléfono del rubio había sido confiscado como evidencia para el caso.

Media hora más tarde, Gaara y Neji se despidieron del Uzumaki. Estaban a punto de abandonar la habitación, cuando la voz del rubio los detuvo y ambos voltearon a verle.

—Yo... Eh... —se sintió un poco avergonzado por lo que estaba a punto de preguntar, por lo que desvió su mirada al suelo.

No fue necesario que lo hiciera. Después de todo, Gaara lo conocía de sobra.

—Sí, Naruto. Puedes traerlo. Los tres serán bienvenidos —aseguró el pelirrojo, con la mano aún sobre la perilla de la puerta. Fue lo último que dijo antes de marcharse.

Ahora tendría que pensar en una forma de recompensar la hospitalidad de sus amigos.

˚₊· ͟͟͞͞➳ ❝ ɴᴏᴛᴀ ❞

Actualización antes de irme a la tonta universidad. Creo que el siguiente capítulo será el final. En fin, venía a preguntar un par de cosas; ¿les molesta si luego saco un capítulo de cómo se conocieron Gaara y Neji? Una disculpa, pero son mi OTP y casi no hay material de ellos. Podría escribir sobre sus días de secundaria, cuando también Naruto los conoció. Sólo si les interesa.

Ahora sí, ¡nos vemos!


Locamente enamorado || NarusasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora