Primera Parte: Capítulo 5

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-Oh, vaya. Mirad quién está aquí. Si son el retrasado de Rixon y su amiga.

Se trataba de un potro que se acercaba con pose de superioridad. Era el potro de la noche anterior que había preguntado temeroso a la hechicera en la hora del cuento. Venía seguido de otros tres potros, todos de color blanco y uno de color canela. Debía de ser mestizo entre pegaso y caballo. Aquel color no era normal en pegasos de pura sangre. Este pegaso tenía un rostro triste y apenado, a diferencia de los otros que nos miraban burlones.

-Lárgate, Shyvo. -respondió Rixon, plantándole cara.

-Oh, ahora te haces el fuerte porque está ella delante. Pero antes no lo eras. -replicó con una sonrisa perversa- Y tú no deberías estar con este pardillo. Ven con nosotros.

-Oh, ¿eso crees? -respondí alzando las cejas- Verás, tengo la mala costumbre de no irme con gente que se mete con mis amigos.

Rixon me miró fijamente. Por el rabillo del ojo pude ver que su mirada brillaba de agradecimiento. En un solo instante me di cuenta del mucho tiempo que había pasado solo y lo muy contento que estaba de tenerme a su lado.

Shyvo se rió fuerte.

-Si tienes tanto valor como aparentas, síguenos más allá del bosque.

-Está prohibido para los potros salir del bosque. -dijo Rixon frunciendo el ceño.

-¿Y? Mientras no nos descubran, no pasará nada. -aseguró con una sonrisa sensual, mirándome- ¿Tienes miedo, acaso?

-Yo nunca tengo miedo. -aseguré, mirándole con furia.

-Entonces, ¿a qué esperamos?

Shyvo y sus acompañantes se volvieron y marcharon hacia el interior del bosque.

-No deberíamos hacerlo, Shindra. -me susurró Rixon. Pude ver en sus ojos que estaba temeroso. Le dediqué una mirada tranquilizadora.

-Tranquilo, amigo mío. Lo comprenderé si no quieres venir. Pero yo debo ir. Ya he dado mi palabra.

-No. Iré contigo. -dijo repentinamente serio.

Asentí en silencio. Agradecí ese valiente gesto por su parte.

Comencé a caminar tras los otros potros, que nos llevaban unos metros de distancia. El mestizo iba tras los otros tres potros, marginado. Con un gesto de la cabeza, le indiqué a Rixon que nos acercáramos a él. Nos pusimos cada uno a un lado del potro y este nos miró asustado.

-Tienes mala cara. ¿Se debe a él? -le pregunté en susurros.

-N-No debo hablar contigo. -respondió entrecortadamente.

-¿Por qué? -volví a preguntar.

-Por favor, Shyvo me hará la vida imposible. Y a ti también.

-¿Y solo porque soy diferente? -pregunté alzando las cejas.

-Para él todos los distintos son inferiores.

-Entonces, no comprendo por qué te juntas con él. -esta vez fue Rixon quién habló.

-¡Ya os lo he dicho! Me hará la vida imposible

-Prefiero quedarme sola a tenerle como "amigo".

El joven mestizo temblaba de pánico.

-No lo entendéis... -murmuró.

-¿Cómo te llamas? -le interrumpí.

-Angüelo.

-Angüelo, no hay por qué tener miedo. -le dije con toda la convicción que puede reunir.

Angüelo me miró con los ojos muy abiertos y al borde del llanto. Me sentía mal por él y me entraron ganas de rodearle con mis alas en un gesto protector. Parecía un buen potro que había pasado por unos momentos difíciles. Pero Shyvo nos interrumpió.

Olvidar significa morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora