Primera Parte: Capítulo 13

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Continuamos hablando durante largo tiempo, pero, como éramos tan solo unos potrillos, nos agotamos muy pronto. Comenzó a entrarnos sueño. Angüelo y yo nos echamos juntos, el uno apoyado en el otro. Nox se tumbó junto a nosotros, aunque un tanto apartado. Llevábamos un rato así cuando abrí un ojo para mirarle. Estaba echo un ovillo, temblando ligeramente. Alargué el cuello, mordí suavemente su oreja y jalé un poco de ésta. Nox sacudió la cabeza con fuerza y yo lo solté. Alzó la cabeza y me miró sorprendido. Le hice un gesto con la cabeza, invitándole a que se acercara. Se levantó cuidadosamente y se echó junto a mí. Apoyé la cabeza en su lomo, mientras que Angüelo la apoyaba también en mi lomo. Nox me miró durante unos largos instantes, que me parecieron eternos, pero luego apoyó la cabeza en el suelo.

Las voces de los demás se habían ido apagando. Muchos se habían marchado ya. Pero mis padres, los padres de Angüelo y los de Nox aún permanecían allí, junto con otros pocos pegasos y unicornios. Era realmente tarde. Hacía ya bastantes horas que nos habíamos levantado, pero aún así ahí seguíamos. Fue entonces cuando madre se acercó y nos despertó a los tres. La miramos un tanto desorientados... Bueno yo, al menos, sí que estaba un poco desorientada. Nos levantamos con cierto cansancio, entre bostezos.

Con los ojos entrecerrados del sueño que tenía, apoyé la mejilla contra la de Nox en busca de apoyos, pues realmente estaba que me caía de sueño. Angüelo, por otro lado, apoyó la cabeza en mi lomo de nuevo, adormilado también. Madre sonrió tierna.

-Oh, Shainor. ¡Mira que escena más dulce! -exclamó ella. Padre se acercó con una leve risa.

-Me recuerdan a nosotros cuando éramos unos potros. ¿Te acuerdas de nuestro grupo? -le dijo con nostalgia.

-¿Cómo iba a olvidarlo? ¡Nos divertíamos tanto! Rala, Haiku, Fiki, tú y yo. -respondió mi madre.

-¿Rala? ¿Haiku? -pregunté medio dormida y sin mucho entusiasmo.

-Los padres de Angüelo. -me respondió mi madre riendo bajo- Es hora de marcharse, pequeños.

En ese instante se acercó Rala, la madre de Angüelo, y Fiki.

-Despedíos ya, chavales. -dijo Fiki con una sonrisa socarrona. Los tres nos pusimos rectos para poder mirarnos los unos a los otros, mientras bostezábamos sin cesar.

-Ha sido un placer. -dijo Angüelo entre bostezos.

-Espero que nos veamos la próxima vez. -dije yo, mientras me frotaba un ojo con el ala haciendo un intento por despejarme.

-Igualmente. Hasta pronto, Angüelo y Shindra. -respondió Nox.

-Hasta pronto. -dijimos Angüelo y yo al unísono.

Una vez nos despedimos, cada uno nos fuimos hacia nuestros respectivos claros. Cuando llegamos, nos acercamos con cuidado hasta donde dormía Rixon. Al verle allí, encogido de frío y tiritando, me sentí tremendamente culpable. Angüelo y yo nos miramos. Al parecer, él también se sentía culpable al igual que yo. Con todo el cuidado que pudimos tener, Angüelo se tumbó junto a Rixon, muy pegado a él, mientras que yo me echaba sobre él con cuidado de no aplastarle. De lo que no nos dimos cuenta fue de que por un instante, Rixon abrió los ojos. Nos había sentido irnos y también volver. Aún así, no dijo nada y volvió a cerrar los ojos.


//SIENTO QUE ÉSTE CAPÍTULO SEA TAN CORTO. EL SIGUIENTE SERÁ UN POCO MÁS LARGO.



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