Siete

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Miércoles por la tarde.

En Ambrosía estamos los clientes habituales. Los que venimos un día cualquiera a la hora que sea. Mis amigas me ponen al día de sus últimas novedades, y yo les cuento el roce de la mano de Addison. Cómo me vaciló con lo de la hermana gemela, y la tensión que se crea entre las dos siempre que nos quedamos a solas. Me quieren matar por no haber sido capaz de sacar el tema de conversación sobre nuestra noche del sábado.

Están echándome la bronca y yo cabizbaja, encajando todas y cada una de sus palabras, cuando presencia al lado de la mesa, desvía mi atención.

—¿Abby?

—¡Vanesa!

—Me ha parecido verte a lo lejos —explica—. Sabía que tenías que ser tú.

—Sí, aquí estoy, de cervezas —alzo la botella—. No se lo digas a la jefa.

—Estás en tu derecho a tomarla.

—Chicas, esta es Vanesa, compañera de trabajo —extiendo la mano hacia ellas—. Esta es Rose, y ella es Elena.

—Encantada. —Responden al unísono, haciendo sin querer un dúo muy cómico.

—Un placer.

—¿Estás sola? ¿Quieres quedarte con nosotras?

Vanesa señala hacia una mesa donde hay tres chicas teniendo una interesante conversación.

—Esas de allí son mis amigas, pero seguro que no les importa si me siento un rarito con vosotras.

Le hago un gesto y se sienta a mi lado sin pensarlo ni un segundo. Rose llama a la camarera en un ademán y pide una cerveza. Las tres centramos la mirada en Vanesa, como si fuera un animal exótico. Se siente intimidada al ver seis ojos clavados en ella, nos lo hace saber en un delicado movimiento.

—Bueno, cuéntanos —empieza Rose, y me señala—. ¿Qué tal es este demonio en el trabajo?

Vanesa me mira y esboza una sonrisa.

—Es muy buena en lo que hace —dice—. Por eso está con nosotros. Si hasta hace horas extra, y no lleva ni una semana.

—Solo destaco porque las antiguas chicas se tocaban la entrepierna a dos manos —comento, quitándome méritos.

—Y porque eres buena en tu trabajo —insiste Vanesa.

—Oh sí, Abby es muy buena —Las palabras de Rose están cargadas de doble sentido—. Sabe perfectametne lo que hace.

Empezamos a hablar de la empresa. Mis amigas intervienen para decir alguna tontería de vez en cuando. Para mi sorpresa, Vanesa se integra bastante bien en nuestro círculo. Conecta con las bromas de Rose. Tanto, que acaban llorando de la risa por algo que solo ellas entienden. Sé lo que mi amiga está haciendo. La conozco como si la hubiera parido. Lo único que le importa es ganarse la confianza de Vanesa para poder sacarle información sobre Addison. La historia de su mejor amiga tirándose a su jefa, es algo que la tiene sin pegar ojo desde hace días. Necesita saber más para saciar su ansia de cotilla. La camarera deja sobre la mesa cuatro botellines de cerveza.

Es la ronda número cinco.

¿O la seis?

—Madre mía, yo no quiero más —Vanesa tiene las mejillas coloradas—. Estoy empezando a hablar demasiado.

Rose arquea una ceja y le acerca la botella, deslizándola en la mesa.

—Bebe, bebe.

—Rose... —Le echo una mirada de «no te pases».

Addison Lane (Mejora del libro original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora