"Serendipia significa encontrar algo bueno sin buscarlo.
Aquella definición se queda corta si la comparo con lo que me pasó contigo. Porque yo no solo encontré algo bueno, encontré algo extraordinario, te encontré a ti"
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La casa del señor Park sigue en las mismas condiciones de hace siete años; lujosa, espaciosa, con un campo en lugar de jardín y con una vista esplendida a la ciudad. La única diferencia es que hay menos trabajadores que en ese entonces, pero a la mayoría los reconozco.
—Joven Jung, no sabe cuánto lo hemos estado esperando. —Seojun, el encargado de la casa me recibe con fraternidad y bastante formalidad— Pero me temo que por cuestiones de seguridad su teléfono tendrá que quedarse en el almacén.
Muerdo mi labio inferior, dudoso. Antes de entregárselo marco el número de Dae pero por la mala recepción ni siquiera me enlaza la llamada. Lo intento un par de veces más pero es inútil, no puedo comunicarme con nadie.
Termino entregándoselo y en seguida me encamina hasta la habitación del señor Park. Recorrer los bastos pasillos rodeados de fotografías antiguas, candelabros colgantes de fino cristal y plantas exóticas me traen inmemorables recuerdos de mi juventud cuando tuve que desprenderme de mi sueño de bailar para convertirme en un mafioso junto al hombre más poderoso de Corea.
—Le advierto que el señor Park está muy delicado, no puede sufrir impresiones fuertes, así que le pido mucha paciencia, señor Jung.
—¿Señor Jung? —me extraña la manera tan formal en la que se dirige a mí— Soy Hobi, no tienes por qué tratarme como si no me conocieras, Seo.
El hombre canoso niega con una placida sonrisa y después abre la puerta. La habitación casi no tiene luz y desprende un ligero aroma a humedad, como si nadie entrara o al menos no tan seguido.
—Ho... Hoseok... —El señor Park apenas y puede mover el cuerpo. Tiene dos tiras nasales de silicón que van desde su nariz hasta un tanque de oxígeno— mírate... mírate cuanto has crecido...
—No, mi señor... no se mueva. —rápidamente me arrodillo junto a la cama— ¿En qué momento enfermó tanto? —se me forma un nudo en la garganta porque algo en su semblante me dice su estado de salud es peor de lo que imaginé.
Parpadea con pesadez. —No, hijo. No me enferme, me enfermaron...
—¿Cómo dice?
—Uno de mis sirvientes, Jiwoo, mezclaba mi comida con un letal pero silencioso veneno...
—¿Jiwoo? Pero... pero ¿por qué hizo eso? —mi desconcierto no es tan grande como mi indignación.
—Porque Jimin se lo ordenó...
Me levanto rápidamente. Sé perfectamente que Jimin nunca ha mostrado un poco de afecto hacia su padre, pero de ahí a que intente matarlo es un mundo abismal de diferencia.
—El doctor dijo que la cantidad de veneno que ingerí fue descomunal y... y que ya no hay nada que hacer. Nadie lo notó antes porque los síntomas empezaron como los de una gripe cualquiera... hasta que ya no pude respirar con normalidad....